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Crítica: ‘Mi madre en tiempos de guerra’, amor en la retaguardia

Rose Coyne, la principal protagonista de la serie. (Fuente: BBC)

La Segunda Guerra Mundial da mucho juego en la ficción, incluso en aquellos lugares donde nunca hubo un disparo, una bomba o, ni siquiera por equivocación, un aterrizaje forzoso, un submarino encallado o un espía desorientado. Hay grandes historias narradas en la retaguardia, como es el caso que nos atañe, y que con la guerra como telón de fondo, nos muestran perspectivas diferentes y generan una excusa para contar historias más cercanas.

Historias que pueden ocurrir en cualquier sitio y época, en tiempos de paz o guerra, y donde los protagonistas son personas normales que viven su día a día encastrados en un mundo que difícilmente nos es ajeno. Aun cuando se desarrollen en un pueblo ficticio, Moybeg, situado a las orillas de un lago en Irlanda del Norte.

Mi madre en tiempos de guerra (My Mother And Other Strangers, de BBC Northern Ireland) es una serie de esas que antaño, cuando no vivíamos este maremágnum de ficción televisiva, bien podríamos encuadrar en un domingo por la tarde, en la sobremesa (¿recuerdan La Casa De La Pradera?) o un viernes, a la vuelta del colegio, con el bocadillo en mano (¿Y Con Ocho Basta?). Vamos, una serie de “incendio en el hogar y todos apagándolo”; dramática, pero bondadosa; divertida, con sonrisa pero sin risa; inocente sin excesos. Una serie de esas que suelo definir como amable.

Situémonos: Irlanda del Norte, Moybeg, junto al lago Neagh, a escasos kilómetros de Belfast, verano de 1943. El mundo está en llamas. Junto al tranquilo y apacible pueblo, los norteamericanos han instalado una base aérea desde donde los B-17 (las míticas fortalezas volantes) realizan misiones para bombardear en territorio alemán y ocupado. En el pueblo, donde lo más emocionante que sucede son la caza furtiva de anguilas, los bailes de taberna y averiguar cómo sabe la última remesa de cerveza de dudosa procedencia, la aparición de cuatro mil soldados americanos, sus jeeps, las enfermeras pin-up, los cigarrillos Lucky Strike y los chicles, transforman el silencioso Moybeg. Aliados en la guerra, pero rivales en la paz, el germen de la historia que nos muestra esta serie reside en el choque cultural de dos sociedades diferenciadas: la americana dominante cosmopolita y la norirlandesa provinciana y orgullosa.

Hattie Morahan interpreta a Rose Coyne, una inglesa de pura cepa casada con Michael Coyne (Owen McDonnell) en el pueblo natal de él. Ella le siguió, a su pesar, para empezar una nueva vida; Michael tiene una tienda de comestibles y un pub y ella es la maestra del pueblo y ayuda a su marido en las vacaciones del colegio. A pesar de sus esfuerzos, ella no encaja con el ambiente rural; ama la literatura inglesa, las buenas maneras y las conversaciones interesantes. La pareja tiene tres hijos, Emma (Eileen O´Higgins), Francis (Michael Nevin) y Kate (Mia Carlin). La vida de la familia Coyne es rutinaria y tranquila hasta que llegan los americanos.

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El desencadenante de nuestro drama lo genera un encuentro casual en uno de los páramos cercanos al lago entre Rose Coyne y el capitán Ronald Dreyfuss (Aaron Staton). Ambos se encuentran atraídos inmediatamente por el otro. En su calidad de oficial de enlace de la base, tiene la oportunidad de verla con frecuencia.

Así, y para que ambas sociedades puedan confraternizar, Rose, por un lado, y Dreyfuss, por otro, lidian con una pelea entre aviadores y clientes habituales en el pub, consiguen que una enfermera del ejército cuide a un niño enfermo, planean una fiesta de Navidad para la escuela. A medida que pasan los meses, los sentimientos abrumadores de uno por el otro crecen a pesar de la denodada lucha para que no vayan a más.

Aaron Stanton, de ‘Mad Men’ a la Segunda Guerra Mundial. (Fuente: BBC)

El drama lo narra el joven Francis (con las voces en off, al abrir y cerrar cada episodio, de un Francis ya muy mayor interpretado por el actor de Juego De Tronos, Ciarán Hinds –también norirlandés-). Su infancia está poblada por extraños, de ahí el título de la serie. Pero aunque el joven Francis podría servir como nuestro narrador, la historia es realmente sobre su madre. Ella es el eje conductor de los cinco capítulos de la serie; no sólo por el triángulo amoroso entre ella, su marido y el militar norteamericano, sino por su presencia en todas y cada una de las tramas que desarrolla, de manera independiente, cada capítulo.

Mi madre en tiempos de guerra es una historia hermosa y reflexiva. En ocasiones, un tanto naif, pero entrañable, tierna y con un punto de cercanía que se agradece. Como el propio guionista de la serie, Barry Devlin, dijo de su obra: “es como el poema de Alfred Tennyson, La Dama de Shalott, pero con aeroplanos”.

¿Por qué hay que verla? Es una serie bonita, con historias bonitas y ambientada en un pueblo precioso, Kearney Village (Irlanda es uno de mis países favoritos.)

Puntos fuertes: Las tramas son muy reales, veraces. Especial atención a Hattie Morahan.

Claves de su éxito: La vieja fórmula del amor imposible, que siempre funciona.

‘Mi madre en tiempos de guerra’ se estrena el día 13 en Filmin.

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