Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros episodios de la segunda temporada de ‘Mindhunter’. No contiene spoilers.
Dos años entre temporadas es bastante tiempo para que los espectadores recuerden por dónde se quedó la historia y necesiten una pequeña toma de contacto, como cuando vas a la piscina y metes primero sólo los dedos de un pie para comprobar si el agua está fría. La temporada 2 de Mindhunter no está demasiado preocupada por eso. Te empuja para que te tires de cabeza a la piscina y te sumerjas hasta el fondo de esa sensación inquietante que dejan sus asesinos en serie.
El arranque de la temporada destaca, precisamente, porque la serie vuelve exactamente igual que como se fue. Hay consecuencias de la visita de Ford a Ed Kemper que van a reverberar por sus ocho episodios, y también hay un salto adelante en cuanto al apoyo que la naciente Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI recibe dentro de la agencia. Ese apoyo acarrea más presión por conseguir resultados y se ve inevitable que, aunque la doctora Carr quiera asegurar bien el estudio en la parte teórica antes de aplicarlo sobre el terreno, les tocará hacerlo más pronto que tarde.
Su dos primeros episodios recogen los hilos que se quedaron sueltos al final de la primera temporada y nos presentan la nueva situación de partida de sus personajes. En el trato personal, tienen que reconstruir unos cuantos puentes. En lo profesional, empiezan a investigar casos abiertos porque su nuevo jefe está convencido de que conseguirán resolverlos.
Pero sólo están al principio; al principio de que la unidad crezca y se expanda, de que pongan en práctica de verdad sus teorías (más allá de la prueba de la primera temporada), al principio de que Ford, Tench y Carr trabajen de verdad como un equipo unido. En lo que no están al principio es en la sensación malsana de que están rodeados de oscuridad, de crimen, de maldad. Tench es quien mejor lo refleja, sobre todo en el segundo episodio.
Mindhunter va a darnos una resolución a aquellas imágenes sueltas del asesino BTK que nos enseñó en la primera temporada, y va a seguir mostrando a sus personajes en las facetas de sus vidas que no están relacionadas con el trabajo, las que guardan bajo sus caretas de trabajadores a sueldo del FBI. Pueden ser los problemas anímicos de Ford, la vida familiar de Tench o esa homosexualidad de Carr que mantiene fuera de la vista de los demás, pero todas ellas, de una u otra manera, son importantes.
David Fincher se encarga de dirigir estos primeros dos capítulos que, como decimos, son una resituación, más que una introducción. Las entrevistas a asesinos en serie encarcelados continúan, aunque con un enfoque más práctico, y en el horizonte se distingue el momento de la verdad en el que tendrán que demostrar sobre el terreno que su estudio tiene utilidad. De momento, el inicio promete algo, como mínimo, al nivel de su primera temporada.
La segunda temporada de ‘Mindhunter’ está disponible en Netflix.
‘Mindhunter’ ha dejado más flecos de lo que parece para su temporada 2
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