(Fuente: Netflix)
Esta crítica se ha escrito después de ver la temporada completa de ‘No hables con extraños’’ y no contiene spoilers.
¿Qué pasaría si una extraña se te acercara y te dijera que tu vida es un engaño? Algo así es lo que le sucede a Adam Price (Richard Armitage), a quien de golpe una desconocida con gorra le dice que su mujer fingió un embarazo (y posterior aborto) hace años. La noticia desencadenará un montón de sucesos que complicarán cada vez más la trama de No hables con extraños (The Stranger), la serie de Netflix que enciende la desconfianza.
La historia es una serie de crímenes de toda índole. Desde jóvenes montando fiestas en el monte que acaban con alpacas decapitadas a desapariciones y asesinatos. Los casos y cuerpos se acumulan en una propuesta muy rápida que no deja un segundo de descanso. Y todo ello en un entorno idílico donde las familias parecen sacadas de una revista de alta sociedad. Tienen el paquete completo de la perfección: felicidad, dinero y estabilidad. Pero, ¿qué pasa cuando sometes a esa imagen a un examen detallado?
Una de las cosas que atrapan es el gran número de altercados que maneja. Llega un momento en que queda desplegado un patrón enorme donde todo está relacionado con todo. De alguna forma, No hables con extraños nos cuenta las imprevistas consecuencias que puede acarrear un secreto. Pero a su vez ese es uno de sus mayores inconvenientes.
(Fuente: Netflix)
Aunque atrape completamente y te tenga enganchado esperando ver cuál será el siguiente paso, que todo esté tan relacionado se convierte en algo extremadamente endogámico, donde las desgracias se juntan en el mismo grupo de vecinos y agentes policiales. La serie no aguanta una valoración fría en la que el componente del enganche no sume desproporcionadamente.
Compras lo que estás viendo porque la forma en que está narrado es ágil y no deja un minuto para respirar. Todo es más complicado de lo que aparenta y provoca un conflicto mayor, de modo que no hay tiempo de digerir lo que acabas de ver, pues ya estás en el siguiente nivel.
La consecuencia natural es que se ve obligada a dar demasiadas piruetas para relacionar y cerrar lo que ha presentado. Aquello que comienza con un secreto y una desaparición acaba significando la implicación de un grupo reducido de personas en todos los problemas imaginables.
No hables con extraños funciona en caliente, y como historia de ocho episodios se hace amena. Empiezas a verla y cuesta decidir cuándo darle a la pausa. Sin darte cuenta, enseguida has sido absorbido por un mundo en el que todo sucede sin tregua y de una forma muy loca. En definitiva, es un entretenimiento de fin de semana razonablemente bueno y sin fecha de caducidad, pero que tampoco deja especial huella.
‘No hables con extraños’ está disponible en Netflix.