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Crítica: ‘No Limit’, si Nikita fuera un padre de familia

(Fuente: COSMO)

Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros capítulos de ‘No Limit’. No contiene spoilers.

La película que hizo conocido al director francés Luc Besson fue Nikita, dura de matar. La historia de la ex presa a la que se le ofrece una segunda oportunidad trabajando como una letal espía y asesina fue tal éxito, que conoció un remake estadounidense con Bridget Fonda y dos adaptaciones a televisión, la última en The CW y con Maggie Q de protagonista. El esquema de aquella Nikita es todo un clásico de las historias de acción centradas en un agente sumamente entrenado, que no tiene nada que perder, y que quizás acaba descubriendo que ese doble juego no es lo que le contaron.

En el caso de No Limit, la primera serie que Besson creó específicamente para televisión, esa Nikita es un hombre, Vincent, y en lugar de que le ofrezcan elegir entre la cárcel o las misiones más peligrosas, lo suyo es una cuestión de vida o muerte, de una forma muy literal. A Vincent le diagnostican un tumor cerebral en fase avanzada. Su primer impulso es dejarlo todo y volver con su ex mujer y su hija, hasta que una organización secreta llamada Hydra (esperemos que Vincent no sea fan de los cómics de Marvel) le propone un trato: trabajará para ellos a cambio de un tratamiento experimental que puede salvarle la vida.

Aquí entran los dos elementos diferenciadores de No Limit: el lado familiar de su protagonista y su enfermedad, cuyas secuelas lo colocan en situaciones imprevisibles en medio de sus misiones. Por ahí es donde puede engancharse un espectador que busque algo más que mera acción, aunque ese aspecto no se descuida. Vincent es todo un experto en el combate cuerpo a cuerpo y sabe manejarse bien solo.

(Fuente: COSMO)

No Limit no engaña a nadie. Va a ofrecer una trama horizontal en la que su protagonista persigue a una red de delincuentes internacionales, salpicada de casos sueltos, y la va a integrar con las historias de Vincent con su familia, contadas en un tono mucho más ligero incluso aunque su hija adolescente acabe metida en algún que otro lío. También podemos imaginar que ambos lados de la serie acabarán mezclados en algún momento y que a Vincent cada vez le costará más mantenerlos separados.

En ese aspecto, se nota que la serie se produjo en 2012. El ritmo de la narración y la manera en la que se muestran las escenas familiares han variado un poco en estos años, y No Limit apuesta por un acercamiento un poco más convencional. No quita que Vincent Elbaz y Sarah Brannens (que interpretan a padre e hija) desarrollen una buena dinámica en pantalla.

El equilibrio entre las dos mitades de la serie está conseguido y, al menos, le da a su protagonista otra dimensión. No es una ficción que vaya a innovar en el género de acción, pero hace bien esas escenas, incluso aunque en algunas se apueste por un humor en el que, como decimos, se nota que su primera temporada tiene ya algún tiempo. De todos modos, se aprecia cierto esfuerzo en que no olvidemos que Vincent convive con una enfermedad terminal y que es parte importante de quién es como personaje.

No Limit es honesta en lo que propone, sin más pretensiones que entretener al público. Los elementos que utiliza serán más o menos básicos, pero quien se anime a verla no se sentirá engañado.

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