(Fuente: HBO España)
Esta crítica se ha escrito después de ver ‘Los perfectos a mamarla’, el capítulo especial de ‘Euphoria’, y no contiene spoilers.
Las ganas de que vuelva Euphoria, o sus capítulos especiales, son directamente proporcionales al destrozo emocional con el que te dejan después de verlos. Por si no tuvimos suficiente con la sesión de terapia y cafetería de hace mes y medio, ahora la producción de HBO ha vuelto con una de terapia y flashbacks que nos ha supuesto el mismo daño, aunque no hemos alcanzado el mismo nivel de satisfacción.
Con el título de Los perfectos a mamarla, el segundo episodio especial de la creación de Sam Levinson se centra en Jules. Cuarenta y seis minutos, ocho menos que el anterior, en los que la joven interpretada por Hunter Schafer pone sobre la mesa de su nueva terapeuta los problemas y miedos que le han atemorizado en los últimos seis meses. Y el espectador duplica su rol, al ver cómo plantea la joven historias que ya conoce y que, si no recuerda, vienen acompañados de flashbacks.
A diferencia del episodio centrado en Rue, la atmósfera de ese nuevo lugar seguro que ha encontrado Jules para buscarse a sí misma se rompe con los saltos en el tiempo y con una ambientación musical que nos ha dado la colaboración más esperada del mundo de la música en los últimos años, pero buena parte del tiempo molesta. Y lo hace porque está más para acompañar a las imágenes que a la historia, para quedar por encima del relato de una joven insegura que es todo sufrimiento y dolor por decisiones que ya no siente como propias. Y que no sabe si quiere cambiar.
Si con el anterior especial apuntábamos por aquí que estos capítulos tal vez tratasen de aligerar la carga dramática de la segunda temporada, que se comenzará a rodar en marzo, con la historia de Jules nos ha asaltado el pensamiento contrario. Porque, a diferencia de su amiga, el personaje de Schafer todavía tiene problemas que no es capaz de verbalizar. Y los que sí comparte no son nuevos y quedan desdibujados por un planteamiento creativo que quiere hacer más llevadera la experiencia pero que no permite un acercamiento al interior del personaje. Es un capítulo que, visualmente, puede ser atractivo pero que no le aporta al espectador nada que no supiese. Menos mal que antes de finalizar Levinson tiene tiempo, y piedad por nosotros, para despejar incógnitas aunque este momento también llegue cargado de dolor.
Qué ganas de que llegue la segunda entrega para tener, cada semana, un harakiri emocional que nos de algo más que una sesión de terapia. Aunque solo sea para que Rue y Jules sufran un poco menos. O no sean las únicas que sufran.
El episodio especial de ‘Euphoria’ está disponible en HBO España.