Claire y Jaime, en busca de su sueño americano. (Fuente: Movistar+)
Esta crítica se ha escrito tras ver el primer episodio de la cuarta temporada de ‘Outlander’. No contiene spoilers.
Un cambio de escenario hace, a veces, maravillas en series que llevan ya un tiempo en emisión. Permite que entren nuevos personajes y situaciones con el potencial de refrescar la relación entre los protagonistas y las tramas, que asumen retos distintos. Algo así es lo que busca Outlander con su cuarta temporada, que se estrena esta noche en Movistar+ y que adapta el cuarto libro de la saga de Diana Gabaldón, Tambores de otoño.
Claire y Jaime se encuentran en lo que, a finales del siglo XVIII, eran todavía las colonias británicas en Norteamérica. Su intento de regresar a Escocia del final de la tercera temporada no sale bien y, en su lugar, optan por perseguir su propio sueño americano: estar finalmente juntos, lejos de guerras y persecuciones políticas, y formar una familia en Carolina del Norte. Donde, por supuesto, hay también escoceses y familiares de Jaime viviendo allí.
El primer capítulo de la cuarta temporada construye la base de esa trama. También presenta ese nuevo mundo y a algunos de los nuevos personajes, como Stephen Bonnet, bien conocido por los lectores, y sirve como bisagra entre la primera etapa de Outlander y la siguiente. Porque la serie, de alguna manera, empieza de nuevo. No de nuevas, porque se arrastra la continuidad emocional de las anteriores entregas, pero se busca esa sensación de refresco.
Ian también se queda en Norteamérica con su tío Jaime. (Fuente: Movistar+)
Que lo consigan está todavía por ver. El capítulo inaugural sólo lanza la historia de la temporada y, realmente, transcurre demasiado plácidamente durante casi toda su duración. Claire y Jaime están en un momento bastante tranquilo, que les permite que piensen en su futuro juntos; lo que es bueno para ellos, pero no tanto para que los espectadores se enganchen.
Por supuesto, Outlander se reserva uno de esos giros suyos que nos recuerda que también viven en un mundo que puede ser bastante despiadado, y que sacude un poco la sensación doméstica que sobrevuela el episodio. Un capítulo, por cierto, en el que es Jaime quien tiene algo más de protagonismo. Claire adopta más el rol de ser la observadora (y deja una de sus divertidas miradas en una cena formal) porque el principal conflicto emocional lo afecta a él.
Pero no es más que una presentación. El matrimonio Fraser tiene un destino al que llegar y un propósito para asentarse en unas tierras que, aunque aún falta casi una década para que estalle la guerra de independencia de la corona inglesa, empiezan a mostrar el caldo de cultivo en el que se fraguará esa rebelión. El fondo histórico puede aportar algo interesante a la cuarta temporada, que corre el peligro de transitar por caminos ya vistos y que el cambio de escenario sea sólo cosmético.
De momento, tendremos que esperar a que Claire y Jaime encuentren un lugar donde asentarse y, también, a que Brianna haga acto de presencia en la temporada para poder juzgarla con propiedad. Los fans saben que la hija de los dos protagonistas aparecerá en próximos episodios, y que su trama es de las más controvertidas, pero el primer capítulo pertenece a sus padres.
Lo que también será interesante comprobar es si Outlander deja de correr tanto para llegar a los momentos relevantes del libro y, en alguna instancia, se detendrá a explorar con mayor detenimiento algún aspecto concreto de su historia. El episodio de la segunda temporada en el que se desarrollaba el síndrome de estrés postraumático que Claire sufría aún de la Segunda Guerra Mundial fue de los mejores de la serie y, en la tercera entrega, su subtrama estudiando medicina en un ambiente abiertamente hostil a cualquier estudiante que no fuera un hombre blanco pedía a gritos un poco más de tiempo.
El ritmo de un libro por temporada no perdona.
La cuarta temporada de ‘Outlander’ se estrena esta noche, a las 21:30 horas, en Movistar Series.
