(Fuente: Movistar+)
Esta crítica se ha escrito tras ver el último episodio de la quinta temporada de ‘Outlander’.
Outlander puede ser un drama romántico de época en el que ciertos hechos históricos condicionan las aventuras de sus protagonistas, pero también tiene un pie en la ciencia ficción que suele recordar en sus finales de temporada. De hecho, el último tramo de su quinta entrega ha puesto a la familia Fraser frente a la posibilidad de que algunos de ellos puedan regresar a su época porque resulta que el pequeño Jemmy ha “heredado” esa capacidad de su madre y de su abuela.
Como nota personal, tengo que confesar que esa es una de las partes que más me interesan, las apariciones de otros viajeros del futuro y los detalles que apuntan a incongruencias temporales. También es un acierto que más personajes sepan el secreto de Claire, Brianna y Roger porque, a estas alturas, es absurdo que el joven Ian, por ejemplo, no tenga ni idea cuando se ha encontrado con los restos de ese indio que claramente provenía del futuro. La única lástima es que estos toques sean tan esporádicos, si bien dejan habitualmente los momentos más intrigantes de los episodios.
Por ejemplo, que uno de sus captores le pregunte a Claire si le suena de algo Ringo Starr y que le confiese que viajó al pasado precisamente para rescatar a ese indio del que hemos hablado antes, Robert Springer (digresión: ese fleco puede abrir la puerta a que la serie mencione una conocida teoría conspiratoria, la del Proyecto Montauk del ejército para experimentar con los viajes en el tiempo, que en los libros cristaliza en los Cinco de Montauk). Sin embargo, sufrir una violación en grupo, evidentemente, provoca que Claire no tenga en la cabeza lo que le cuenta Wendigo Donner cuando Jaime acude a rescatarla.
Es interesante que este Never my love (título de la canción de The Association que suena durante las ensoñaciones que Claire utiliza para sobrevivir a las torturas) sea un final de temporada más centrado en las consecuencias emocionales de lo que ella sufre. No hay grandes cliffhangers, más allá de la obvia metáfora de la tormenta que se cierne sobre Fraser’s Ridge, sino una exploración de cómo Claire lucha por recomponerse. Su discurso de que no ha vivido una guerra mundial y ha perdido a dos maridos y un hijo para que esto la doblegue lo deja bien claro.
(Fuente: Movistar+)
Teniendo en cuenta la controversia que rodeado siempre el uso de la violencia sexual en Outlander, especialmente tras la violación de Brianna, es hasta lógico que el capítulo se centre en Claire, pero no deja de lado tampoco a los Mackenzie, que creían que regresarían a 1968 gracias a esas piedras mágicas y a la habilidad de Jemmy y que, en realidad, acaban en el mismo sitio porque ahí es donde está su hogar. Para ellos debería representar un nuevo comienzo, más cuando Roger consigue estar a la altura de lo que se pide de él al ir con Jaime a rescatar a Claire.
Roger, de hecho, sigue ejemplificando los puntos débiles de la serie. Su camino durante la temporada parecía ajustarse más a la canción de Mulán Todo un hombre haré de ti. Hasta Bree le enseña a disparar para que, llegado el momento, pueda defender su casa. Ese proceso de realización de que tiene que empezar a adaptarse a su nuevo entorno, de que ha de hacer un esfuerzo por su familia, puede suscitar conversaciones interesantes sobre los roles masculinos a lo largo del tiempo, pero Roger siempre tendrá el problema de que consigue que todo acabe girando alrededor de él. Hasta la misión de rescate de Claire se resume en que él ha matado a un hombre.
A estas alturas, ya no vamos a pedir peras al olmo. Outlander funciona mejor que bien centrada en Jaime y Claire, en su retrato como pareja y en cómo ella intenta mejorar la vida de los demás utilizando sus conocimientos del futuro, algo que termina poniéndola en peligro. Lo lejos que están dispuestos a llegar el uno por el otro es el corazón de la serie y donde está su gran cualidad. El resto va a rachas.
Puede tener momentos de tensión como la batalla de Alamance del séptimo episodio, pero también acaba siendo muy irregular en sus temporadas. El tramo inicial, con Jaime participando en la caza de Murtaugh y sus reguladores, era moroso y menos interesante de lo que podría haber sido. Sus últimos capítulos, sin embargo, adquirían una fuerza renovada con la reaparición de Bonnet (que era un villano con fecha de caducidad) y, sobre todo, con esa revelación de que en Carolina del Norte existe otro círculo de piedras mágicas.
(Fuente: Movistar+)
Estos altibajos van a continuar siendo marca de la casa. De cara a una sexta temporada, las series tienen un funcionamiento que no se puede alterar así como así, lo que no quita para que tengamos secuencias como toda la ensoñación de Claire con su familia celebrando Acción de Gracias en los 60–70, por ejemplo.
Las esperas entre temporadas de Outlander suelen ser largas (ésta apunta a serlo más por el parón en la producción forzado por el coronavirus). Para el próximo año, parece claro que la Revolución Americana va a pasar a protagonizar la historia, pero lo que más interesa es si Claire averiguará algo más de la historia de Wendigo Donner. Quien, por cierto, lleva el nombre de un monstruo del folclore nativoamericano que cazaba a los hombres que se perdían en los bosques.
La quinta temporada de ‘Outlander’ está disponible en Movistar+.