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Crítica: ‘Paranormal’, miedo y cinismo por igual en el país del Nilo

Ahmed Amin y Razane Jammal protagonizan ‘Paranormal’. (Fuente: Netflix)

Este artículo se ha escrito tras ver los tres primeros episodios y no contiene spoilers.

La exploración de nuevos mercados en la producción audiovisual por parte de Netflix es un hecho más que consumado. La plataforma ya se aventuró recientemente con dos producciones sudafricanas, Queen Sono y Blood & Water, y hace poco ha llegado a un acuerdo con la productora nigeriana Mosunmola Abudu (EbonyLife) para la producción de dos series originales y varias películas, entre las que destacan una adaptación cinematográfica de La muerte y el jinete del rey. Paranormal, la primera producción original egipcia de la plataforma, también es parte de esta estrategia.

Y para esta toma de contacto con el país del Nilo han optado por una miniserie de terror, muy poco al uso, ciertamente disruptiva y con un poso cínico que sorprende a propios y extraños. La ficción está inspirada en la saga de novelas Beyond Nature, de Ahmed Khaled Tawfik, autor de reconocido éxito en el ámbito árabe, donde he vendido más de quince millones de libros. La apuesta es fuerte. Para el proyecto Netflix contó con Amr Salama y Majid Al Ansari, dos jóvenes y talentosos realizadores, cuya trayectoria en Egipto ha sido muy exitosa, y con el protagonismo de Ahmed Amin, cómico y actor con una larga y extensa carrera.

Paranormal nos traslada al Egipto de mediados de los sesenta, bajo el mandato de Nasser, y se centra en la historia de Refaat Ismail (Amin), un hematólogo cuarentón cansado de su vida rutinaria, cínico hasta la saciedad, escéptico irreverente, fumador empedernido y prometido a una mujer a la que no ama, Howaida (Aya Samaha). La hermana de Refaat, Raeefa (Samma Ibrahim) insiste constantemente a su hermano para que dé el paso de una vez y se case; sin embargo, Refaat, que pasó varios años de su juventud estudiando en Escocia, aún sigue enamorado de Maggie (Razane Jammal), una chica que conoció en Edimburgo y a la que nunca se declaró.

El comienzo de la serie nos lleva a la rutina diaria de Refaat, donde sus comentarios en off nos revelan su verdadera personalidad, que no reluce en sus relaciones, agobiado por el tedio, su familia y los convencionalismos. El día de su cuadragésimo cumpleaños, el destino le depara una sorpresa: Maggie ha viajado a Egipto y va a su encuentro. Ambos acaban en una cena, en la que también está Howaida, donde todo transcurre con cierta normalidad hasta que el sobrino de Refaat sufre un encuentro paranormal que traslada al hematólogo a un suceso parecido que vivió en su infancia. Las similitudes entre ambos incidentes llevan a Refaat a replantearse tímidamente su escepticismo.

Sin desvelar más sobre la trama, puedo decir que Paranormal me ha sorprendido en los tres primeros capítulos y me ha despertado la suficiente curiosidad por acabarla. Un producto de terror ambientado en Egipto (pocas culturas y civilizaciones dan más juego), que aprovecha muy bien los años en los que se desarrolla donde la tecnología brilla por su ausencia y que apuesta por escenarios cotidianos (domésticos, incluso), pero muy lúgubres a la par, resulta, cuando menos, novedoso. Conjugar cotidianidad y oscuridad son elementos que, bien mezclados, imponen respeto cuando de terror se trata.

(Fuente: Netflix)

La narrativa se sustenta en un arco que gira en torno al esclarecimiento del hecho que marcó a Refaat de niño y, a través de mitos, en cierto modo universales, pero adaptados, el hematólogo intentará resolver su pesar. El mito de la casa y el regreso a casa, del súcubo, del guardián de la cueva, de las náyades (la sirena y su voz) y el mito de la maldición serán las etapas que Refaat, junto con Maggie, acometerán juntos (y quizás revueltos).

En cuanto a la interpretación, Ahmed Amin, amén de ser el eje, es el más dotado y resuelve con solvencia su papel. La libanesa-británica Razane Jammal cumple sin demasiados alardes; el resto, consignados como secundarios, no tienen demasiadas oportunidades para lucirse. El diseño de producción es puntilloso y exhaustivo, con un sabor a producción inglesa por aquello de la meticulosidad en los detalles más nimios; algo de agradecer, porque pocas oportunidades tenemos de descubrir un país como Egipto en años tan extraños como los sesenta. Como conclusión, Paranormal, que a priori nos aleja un tanto de los convencionalismos (insisto, una serie de terror egipcia) resulta una sorpresa edificante en el fondo y la forma. Con defectos, que los tiene, pero recomendable a todas luces.

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