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Crítica: ‘Parliament’ recurre a la burla del sistema para describirlo

Esta crítica se ha escrito después de ver la temporada completa de ‘Parliament’ y no contiene spoilers.

El Parlamento Europeo es uno de esos órganos con cierta fama de destino cómodo de viejas glorias. Y si algo no hace Parliament es mejorar esa impresión, pero sí la convierte en algo bastante divertido que recuerda a otras series clásicas de política. Su punto de arranque es sencillo: la llegada de Samy (Xavier Lacaille), un chaval jovencito que viene para ser el asistente de su representante francés, un señor de mediana edad que a duras penas sabe cuál es su función en la institución.

Partiendo de la poca competencia de uno y de la juventud y desorientación del otro, el episodio piloto es una suma de situaciones absurdas donde uno no entiende y el otro está demasiado ocupado en escaquearse, una especie de camarote de los hermanos Marx que funciona muy bien echando mano a caricaturas y tópicos. La serie no es, definitivamente, para gente con la piel fina; los autoparódicos, en cambio, encontramos en ella un lugar donde reírnos del desastre comunitario que podemos ser y de la fama que cada uno tiene.

Entre medias, Parliament deja ver el enrevesado mecanismo de la institución donde los grupos de presión no descansan, hay un montón de cargos que apenas entendemos y un mecanismo de discusión demasiado parecido a la famosa casa de los locos de Astérix y Obélix. El resultado facilita el enredo y hace que el espectador tampoco entienda los mecanismos de la institución, pero lo dé por perdido y se dedique a disfrutar de la confusión y las risas. Las rubias son nazis, los ingleses brexiters se avergüenzan de lo votado y los españoles no hacemos más que pelearnos por nuestras identidades nacionales.

Con episodios de media hora, esta coproducción entre Francia, Bélgica y Alemania (y que aquí puede verse en Filmin) no está para engrandecer el sentimiento europeísta ni para exponer grandes tesis. Es ligera, entretenida, de pocas escenas y un desarrollo pequeño que monta un teatrillo simle pero divertido. Y es para ser vista en versión original porque el baile constante de idiomas, acentos y expresiones aporta un buen subtexto y refleja bastante bien la amalgama en la que acabamos hablando al juntarnos nacionalidades dispares. Sin duda, doblada perderá casi toda su gracia y quedará un resultado completamente plano.

El resultado es una comedia posiblemente irreal a la par que verosímil que muestra a la vez los grandes fallos del Parlamento Europeo aunque también las grandes virtudes, y que despierta la envidia de poder estar en un lugar así por lo menos un día en la vida. Un sitio donde las fiestas regionales se suceden en un ambiente más parecido al del L’auberge espagnole que al cuerpo donde se deciden las grandes directrices europeas.

‘Parliament’ está disponible en Filmin.

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