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Crítica: ‘Perdiendo a Alice’ consigue enamorarnos solo con su ritmo

(Fuente: Apple TV+)

Esta crítica se ha escrito tras ver los tres primeros episodios de ‘Perdiendo a Alice’ y no contiene spoilers.

Si nos limitamos al argumento inicial, Perdiendo a Alice podría calificarse como una serie muy sensible acerca de las frustraciones de una mujer de mediana edad con su trabajo (o con la sociedad heteropatriarcal, pero ese es otro tema). Y es cierto que Alice es directora de cine, que está pasando una mala racha y que cuando descubre el guion de Sophie le invade el deseo de que esa sea su próxima película. Este otro personaje tiene todo lo que ella tuvo alguna vez -juventud, belleza infinita y un imán para lo genuino y refrescante-, pero sobre todo tiene una historia trepidante sobre una amiga que acaba matando a otra y liándose con su padre.

Pero por encima de Alice, de Sophie y del resto de personajes secundarios, lo que la serie que nos trae Apple TV+ tiene es un montaje brillante. Es muy difícil describir el ambiente resultante, pero logra un halo de misterio alrededor del silencio, de cómo están colocadas las escasas líneas de texto y del subtexto que sus personajes nos regalan. He visto tres episodios y no pasa nada, los minutos se escurren con escenas aparentemente de relleno en donde la trama avanza poquísimo y, sin embargo, el número de información que se nos transmite es enorme. Tras tres episodios sabemos muy poco, apenas que estas dos mujeres van a trabajar juntas y que hay algo mosqueante tras el guion de Sophie y, sin embargo, Sigal Avin (creador, productor y director de la serie) nos ha transmitido muchísimo acerca del carácter de ambas mujeres.

No sé muy bien por qué, pero sé que deseo a Alice, que tengo ganas de achucharla y decirle que menuda mierda de mundo es este cuando un bellezón como ella se siente un patito feo. También que no se junte con Sophie, que esa es harina de otro costal y nos lo hará pasar mal, que la joven no es dueña de sus momentos de locura y que todo lo que tememos puede ser verdad y haberse limitado a contar un pasaje de su vida en eso que llama guion.

Las escenas cotidianas se intercalan con pequeñas ráfagas de algo que no controlamos demasiado bien; es un drama, alguien corre, apenas sabemos dónde está o qué sucede y parece estar relacionado con la habitación de hotel que protagoniza el film de ambas. Pero no sabemos cuándo ha sucedido, realmente, de qué hablamos o quiénes están implicados. Es solo una forma de acercarnos al final desvelando pistas que, ni siquiera, sabemos si están directamente relacionadas.

Perdiendo a Alice es una de las series más sensuales y llamativas que he visto en tiempo. Es bonita, pequeña y da la sensación que lo que te cuenta solo te lo dice a ti al oído.

‘Perdiendo a Alice’ se estrena los viernes en Apple TV+.

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