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Crítica: ‘Perry Mason’, un noir de toda la vida que se desvela poco a poco

Shea Whigham y Matthew Rhys, en ‘Perry Mason’. (Fuente: HBO España)

Esta crítica se ha escrito tras ver la temporada completa de ‘Perry Mason’ y no contiene spoilers.

Sed sinceros, ¿cuántos aquí tienen el mínimo recuerdo de Perry Mason en su encarnación original? Quizás, con suerte, tengamos una vaga memoria de las tv movies de los 80, con William Katt como el investigador privado Paul Drake que le encuentra a Perry las pruebas necesarias para que su cliente gane el juicio. La serie de CBS que lanzó al estrellato a Raymond Burr tiene más de 50 años, y las novelas de Erle Stanley Gardner que crearon al personaje no son de las más conocidas del noir clásico, al menos en España.

Ese género, el noir (subgénero, del sur de California), es el que presta su estética, su armazón y hasta sus temas sociales a esta nueva Perry Mason que HBO España estrena hoy. Nada de un caso a la semana que se resuelve de manera limpia y clara y donde el culpable acaba confesando mientras testifica: en los ocho capítulos que componen la miniserie veremos un único caso lleno de ramificaciones, complicaciones, personajes que revelan poco a poco sus verdaderos propósitos y, sobre todo, una ciudad en la que unos pocos prosperaban a costa del sufrimiento de todos los de más.

Y prosperaban mucho. En el corazón del noir están las desigualdades sociales de lugares como esa Los Ángeles que podía decir que no estaba sufriendo la Gran Depresión porque estaba creciendo como nunca gracias a Hollywood (que ofrecía comedias y musicales escapistas de gran éxito) y a los Juegos Olímpicos de 1932. Pero al lado de las primeras celebrities del cine y los potentados que se reunían en sus clubes de caballeros a decidir el futuro de la ciudad vivía la pobreza extrema de emigrantes que llegaban en busca de un sueño, o de una manera de ganarse la vida lejos del polvo de los campos del centro del país, más la marginación que sufrían las comunidades afroamericana y latina (ésta última es la que centra Penny Dreadful: City of Angels, que comparte parte de la temática de Perry Mason).

Todo eso es el caldo de cultivo en el que se mueve ese Mason detective privado en horas bajas al que conocemos al principio de la miniserie. Interpretado por Matthew Rhys, vemos a un tipo que sobrevive a duras penas; el dinero y, según averiguamos más adelante, las injusticias son lo único que lo impulsan a levantarse por las mañanas. Si no fuera porque quiere mantener en pie lo que fue la vaquería de sus padres, se habría convertido en otro de esos ex soldados borrachos que duermen por la calle. Pero Mason es un tipo listo y también muy obstinado; cuando el abogado E.B. Jonathan requiere de sus servicios para investigar el secuestro de un bebé que termina horriblemente mal, está dispuesto a lo que sea con tal de demostrar la inocencia de su cliente.

(Fuente: HBO España)

Perry Mason puede despistar a quien crea que va a encontrarse con una serie “de juicios”; donde está más interesada la creación de Ron Fitzgerald y Rolin Jones es en desplegar poco a poco las motivaciones de cada uno de sus personajes y, en el inicio, especialmente las de Mason, Jonathan (que ha conocido tiempos mejores como abogado, aunque externamente se niegue a admitirlo), Della Street (la secretaria que sabe bien que vale mucho más que el puesto que ocupa) y el matrimonio Dodson, los padres del bebé secuestrado.

En ese aspecto no hay ninguna prisa por desenredar la madeja. Interesa más que veamos a Mason en uno de sus habituales trabajos buscando escándalos sexuales de las estrellas del naciente Hollywood, o cómo trata la policía a la madre del niño, o cómo E.B. Jonathan se obstina en no escuchar lo que Della le dice, o las discusiones constantes entre Perry y ella. Perry Mason es una serie que se revela poco a poco y que forja del mismo modo las relaciones entre los personajes. Perry y Della, por ejemplo, van evolucionando hacia un dúo muy sólido en el que ella siempre aspira a que se la trate como una igual. Intelectualmente, lo es más que de sobra.

Que se encuadre en esa tradición clásica del noir marca, también, el retrato de los policías corruptos que andan metidos en el caso y que este sea más complicado tal vez de lo necesario (no nivel Chinatown, pero por ahí anda). Está involucrada también una iglesia muy popular que ha crecido gracias a los sermones retransmitidos por la radio de su fundadora y estrella, la Hermana Alice, y en la policía encontramos al patrullero Paul Drake que descubre que, por ser negro, ni vestido de uniforme se gana el respeto que merece.

John Lithgow y Juliet Rylance, como E.B. Jonathan y Della Street. (Fuente: HBO España)

La ambientación y el esfuerzo por meternos en unos años 30 que se noten vividos, que no parezcan conservados en formol, figuran entre los aspectos más destacados de Perry Mason. También las interpretaciones, encabezadas por un estupendo Rhys que desarrolla muy buenas dinámicas tanto con sus compañeros laborales (John Lithgow, Juliet Rylance y Shea Whigham) como con Tatiana Maslany como la Hermana Alice, alguien que no es como parece cuando se sube al púlpito.

Todos ellos acaban conectándose con el paso de los capítulos, del mismo modo que toda la serie toma forma y desvela lo que realmente quiere contar, que es una historia de marginados que se unen para luchar contra esa sociedad que prejuzga a gente a la que la vida solo concede una oportunidad de prosperar, oportunidad contra la que siempre hay tipos poderosos ansiosos de cercenarla para sacar beneficio propio.

Perry Mason quizás requiere un poco más de paciencia si no somos fans entregados del género, pero recompensa. Consigue crear unos protagonistas de los que nunca te aburres.

‘Perry Mason’ está disponible todos los lunes en HBO España.

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