(Fuente: HBO España)
Esta crítica se ha escrito tras ver la segunda temporada completa de ‘La materia oscura’ y contiene spoilers.
Nos contaba Alberto Nahum García Martínez hace unos días en una reveladora columna (aquí, en Fuera de Series) que todo relato serial lo mueven dos impulsos contrarios: el de pervivir y el de consumirse; los mismos que nos colocan a nosotros, los espectadores, en esa dulce tensión que nos hace despachar episodio tras episodio con voracidad y, al mismo tiempo, desear que la historia no terminara nunca. Os pasará también a vosotros si recibisteis la funesta noticia –La materia oscura acabará en su tercera entrega– antes de sentaros a deglutir la solidísima segunda temporada que acaba de liquidar HBO España.
Es triste, pero la serie de Jack Thorne, que costean más o menos equitativamente HBO y BBC, está en el punto perfecto para precipitarse en la tercera y última temporada (que se rodará en la primavera de 2021 y podría llegar a finales de ese año) hacia una conclusión a la altura del camino andado. Los siete episodios de la segunda entrega se han dedicado precisamente a eso: a colocar las fichas, pocas de ellas previsibles, en las casillas necesarias para detonar ese último gran embate que la escena poscréditos del capítulo final nos promete.
Lo que haya más allá pertenece a una crítica futura; el asunto ahora es valorar un arco intermedio dinámico y con una metodología acorde. Esta temporada de La materia oscura no ha dejado de menear a sus personajes en tres dimensiones paralelas: en el espacio, sintetizando los dos mundos opuestos de la primera temporada en un tercer escenario, la carismática Cittagazze; en las coordenadas emocionales y con respecto a los historiales de dominación y sumisión de cada uno, cruciales en una sociedad en pugna por el control sobre el otro; y en el podio de protagonistas, donde héroes y aliados han trocado con naturalidad sus papeles a lo largo de siete intensas piezas dramáticas.
Thorne ha abundado en el conflicto ideológico de la primera entrega: una brava apología de los valores iluministas frente al oscurantismo de la tradición religiosa. La gravedad que aportaba a esta ecuación el personaje de Asriel –que trae consigo la cara B del progreso; los costes de la entrada en la modernidad– se ha diluido por su práctica ausencia durante toda la temporada. La idea del equipo era que el humanista al que interpreta James McAvoy protagonizara un octavo episodio rodado algunos meses después que el resto, pero la COVID-19 provocó que el corte quedara en suspenso, y es probable que lo veamos junto a la entrega final. A cambio, esta segunda temporada ha introducido la cuestión del territorio.
La geografía explica muchas cosas de La materia oscura. Aclara, por ejemplo, cómo la colaboración transoceánica de las marcas que coproducen la serie, pertenecientes a los Estados Unidos y al Reino Unido, dos potencias de histórico roce, ha permitido facturar a un nivel tan alto una ficción tan profundamente anticristiana. Pero también que los personajes, héroes y villanos por igual, hayan encontrado para sus ansias de evolución una tercera vía que no recala en ninguna de esas dos costas atlánticas, sino en la calidez mediterránea de la Europa continental.
El alto en el camino de la ciudadela italiana queda atrás según la trama se coloca en su marca para el pistoletazo de la temporada final –Lyra raptada, Will en plena anagnórisis, las brujas ávidas de venganza–, aunque el escenario trasciende como un lugar de calado para la historia por los que allí cayeron, como Lee Scoresby o el personaje de Andrew Scott, que apenas ha durado vivo unos episodios; y por los que nacen de la siesa ciencia convencional a este mundo de las ideas policromado, como la recién incorporada doctora Malone. Se han abierto múltiples frentes nuevos con un savoir faire que hace desear que la siguiente temporada no llegase nunca, porque ver La materia oscura también es colocarse en medio de su dilema. La claridad o la umbra; pasar la última página o leer para siempre. Yo, sinceramente, todavía no me puedo creer que Tom Hooper sea productor ejecutivo de esta maravilla.
‘La materia oscura’ está disponible bajo demanda en HBO España.