Imagen promocional de ‘Requiem’. (Fuente: Netflix)
Requiem se estrenó en febrero en la BBC y las críticas que nos llegaron desde el Reino Unido fueron muy prometedoras. Después de ver el primer episodio, entendí y compartí la emoción generada a su alrededor.
La primera hora de Requiem consigue crear con éxito una atmósfera de extrañeza y pone en marcha rápidamente una historia que nos intriga, que nos sorprende con un par de escenas inquietantes y que tiene un giro final que nos deja inevitablemente con ganas de más. Lo que sucede a partir de ahí deriva en un ejercicio muchas veces irregular, que hace que la experiencia no sea totalmente satisfactoria pero, a pesar de ello, en conjunto es una serie entretenida, y quizá eso sea suficiente.
Requiem nos cuenta la historia de Matilda Grey, una chelista que atraviesa su mejor momento profesional y que está a punto de viajar a Los Ángeles para una gira en Estados Unidos. La muerte de su madre en extrañas circunstancias no sólo anula sus planes, sino que la lleva hasta un pequeño pueblo galés para investigar el misterio de una niña desaparecida 23 años atrás, un suceso con el que su madre parecía estar obsesionada. Allí, se encuentra con una comunidad cerrada que no tiene ningún interés en abrirle sus puertas, y mucho menos revivir un caso tan doloroso para todos, situación que, por supuesto, no se va a interponer en su intención de descubrir la verdad.
Kris Mrska es el creador de esta historia, a quien podréis conocer por la serie australiana The Slap, en la que ya se centraba en un grupo reducido de personajes, en sus prejuicios y en un hecho que los conecta de forma inevitable. Hay en Requiem algo de eso; también de lo que ya es un género por sí mismo en el Reino Unido, la investigación de casos de niños desaparecidos en una comunidad pequeña (Broadchurch, The Missing) y, lo más distintivo en este caso, los ingredientes de misterio sobrenatural y thriller psicológico.
La impulsividad de Matilda me recordó a esas situaciones en las que Carrie Mathison (Homeland) pasa de cualquier recomendación y hace lo que le pide el cuerpo, aunque realmente no haya tenido tiempo de escucharlo. Se mueve por puro instinto, no acepta un no por respuesta y mete la pierna entera cada vez que alguien intenta cerrarle una puerta.
Lydia Wilson consigue una interpretación magnética y, a pesar de que en más de una ocasión podamos juzgar a su personaje, creyendo que nosotros tomaríamos decisiones diferentes si estuviéramos en su situación, lo cierto es que, dadas las circunstancias emocionales por las que atraviesa, es fácil entender sus motivaciones.
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No podría decir con certeza si la capacidad de disfrute y la valoración general de Requiem puede verse afectada por verla en maratón, como fue mi caso, ni si puede verse beneficiada por un consumo más pausado. Lo que sí sé es que todo el gas que parece ir perdiendo en su tramo central, lo recupera en el último episodio. Podremos estar más o menos conformes con la resolución que nos ofrece, dependiendo de si nos interesa más el thriller psicológico o el sobrenatural, pero el episodio final recupera la energía del primero y vuelve a regalarnos escenas impactantes.
El último plano es una clara referencia a Twin Peaks que deja, junto a una escena en la que debería haber cinco cosas, en lugar de las cuatro que nos muestra (disculpad que sea tan críptica), la posibilidad abierta a una segunda temporada que está sin confirmar.
Fuente: Netflix
Notas al margen:
- A Lydia Wilson la podéis conocer por Ripper Street, Misfits o la película Star Trek: Más allá, pero hay varias caras familiares en el reparto. Brendan Coyle y Clare Calbraith (Downton Abbey), Joel Fry y Tara Fitzgerald (Juego de tronos), Joana Scanlan (No Offence y Getting On), Claire Rushbrook (Kiri, My Mad Fat Diary).
- El creador de la serie explicó en una entrevista en Radio Times que originalmente concibió la historia para dos temporadas y que si se lo permiten, tiene material para continuar. Por ahora, no está renovada.
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Las notas de Fuera de Series:
En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”)
Antes: 4
Netflix me la recomendó porque había visto ‘Tabula rasa’, serie que me gustó. Tanto la sinopsis como el trailer mostraban elementos que me suelen atraer y venía avalada por algún sector de la crítica.
Durante: 2,5
Sin llegar a aburrirme ni a sentir que estaba perdiendo el tiempo, porque es entretenida, hubo varios tramos en los que dejó de parecerme estimulante. Y por eso, me distraía con detalles como que nadie mencionara un asunto que me parecía muy obvio como primer paso para cerrar el dilema principal de la serie. Si ya la habéis visto, o cuando lo hagáis, es algo que luego se menciona en el cuarto episodio. La vi hasta el final porque me había comprometido a escribir esta crítica.
Después: 3
Aunque el último episodio puede resultar acelerado, lo disfruté y me gustaron mucho las decisiones estilísticas, lo que hizo que la sensación final fuera más positiva de lo que parecía hasta ese momento. Creo que es una serie que otros pueden disfrutar más de lo que lo hice yo, así que, si os gustan las series con oscuros secretos, investigaciones por parte de aficionados y los toques sobrenaturales, la recomiendo porque, a pesar de que hay niños involucrados, no hay nada incómodo en pantalla, y porque son sólo seis episodios.
‘Requiem’ está disponible en Netflix.