Harlan Coben es bien conocido por sus novelas de misterio. Entre la serie de Myron Bolitar y No se lo digas a nadie, el escritor ha tenido mucho éxito en el género, el suficiente para que su nombre se incluya en el título de Safe, la nueva serie que Netflix estrena en mayo. Es un reclamo para los fans de estos bestsellers en los que todo el mundo guarda muchos secretos y donde nunca puedes estar seguro de quién es el culpable de la muerte o, en este caso, de la desaparición con la que arranca la historia.
En Safe nos vamos hasta una urbanización de lujo vallada en Inglaterra, una comunidad en la que viven familias de clase alta y a la que sólo se puede entrar a través de la garita de un guarda de seguridad. Allí encontramos al principal protagonista de la historia, Tom (Michael C. Hall), un cirujano viudo con dos hijas. La mayor, ya adolescente, no le termina de perdonar que no estuviera al lado de su madre enferma cuando ésta murió, y también es posible que sospeche que su padre está liado con Sophie (Amanda Abbington), otra vecina.
Una noche, la hija se va a una fiesta y nunca regresa a casa, y su búsqueda empieza a exponer todos los trapos sucios que ocultan los habitantes de la comunidad.
La desaparición de la hija mayor de Tom es el detonante de ‘Safe’. (Fuente: Ben Blackall)
Ése es el motor de la historia. Todos los personajes tienen secretos que, por mucho que intenten ocultar, acaban saliendo a la luz. La tensión entre el esfuerzo por guardarlos y la necesidad de que salgan a la luz es lo que va impulsando la trama. Al menos, es la sensación que dan los dos primeros episodios de la temporada, que constará de ocho.
La desaparición de Jenny es el detonante. La valla que rodea a la urbanización también se alza alrededor de las vidas de los personajes, que ofrecen una cara falsamente limpia y convencional. Hasta las policías que investigan el caso tienen agendas ocultas. Tantos secretos favorecen que Safe pueda tirar de revelaciones sorprendentes para terminar los episodios y picarnos para que veamos el siguiente, pero también pueden ser su talón de Aquiles. En el arranque, da la sensación de que todo está supeditado a mantener el misterio, a que la curiosidad del espectador por comprobar cómo termina justifique que se pasen por alto aspectos como una construcción de personajes un poco menos genérica, por ejemplo.
El público va tirando del hilo al mismo tiempo que Tom, interpretado por un Michael C. Hall que se pone en la piel de un hombre seguro de sí mismo que va a tener que afrontar la culpa asociada a la muerte de su mujer. ¿Qué le reprocha su hija? ¿Hay algo más detrás de aquel evento traumático?
Lo cierto es que es complicado formarse una opinión más o menos concluyente sobre Safe sólo con dos capítulos. El misterio apunta a ser lo suficientemente enrevesado como para que los giros sorpresa no se agoten en ocho episodios y, por tanto, la curiosidad de los espectadores se mantenga. Al mismo tiempo, cae a veces en presentar algunos personajes como misteriosos sólo porque sí, sin que haya nada que lo sostenga. Pete, el mejor amigo de Tom, es sospechoso desde el principio porque siempre está poniendo cara de que sabe más de lo que dice, y porque siempre está encuadrado buscando esa sensación (también porque su intérprete es Marc Warren, seamos sinceros), pero no termina de estar del todo justificado que su retrato inicial ya sea así.
Safe promete que va a hacer implosionar el superficial modo de vida de esa comunidad y que va a obligar a Tom a enfrentarse cara a cara a sus errores del pasado, a ser honesto consigo mismo. Con sólo ocho capítulos, puede ser un visionado entretenido y que deje poco poso después, pero aún es pronto para saberlo.