Esta crítica se ha escrito tras ver los tres episodios de ‘Condena’ y no contiene spoilers.
No era difícil tener ganas de ver Condena: su canal, BBC, sus protagonistas, Sean Bean y Stephen Graham, y las críticas que llegaron desde Reino Unido cuando la estrenaron ya nos preparaban para saber que estábamos algo bueno. Pero sabíamos que era no tan bueno. Con la intención de hacer una crítica al sistema carcelario inglés, y únicamente tres episodios, esta serie que ya puede verse completa en Movistar+ se presenta como uno de los grandes estrenos del año donde el funcionamiento de la prisión se nos muestra desde dos puntos de vista.
La primera perspectiva es la de Mark Corbden (Sean Bean), un profesor de entorno de lo más normal que, fruto de su alcoholemia, acaba encerrado tras matar accidentalmente a una persona. Se podría decir que hace del buen tipo al que se le acaba arruinando la vida por una serie de malas decisiones relativamente mundanas. Por otro lado tenemos a Eric McNally (Stephen Graham), un funcionario de prisiones tirando a serio, disciplinado, firme y justo. O al menos así era hasta que se ve obligado a meter droga en la cárcel y todo se enreda. Son dos personas aceptablemente bondadosas a las que la vida se les ha complicado.
A su alrededor hay un poco de todo, pero bien esbozado. Con unas pocas frases se retrata a cada secundario de manera brillante y que dejan la sensación de mostrarnos una historia compleja sin necesidad de fuegos artificiales ni ruido de fondo. De hecho, no hay grandes tramas secundarias ni intención de crear una saga: vienen a contar una historia durísima y muy sobria sin perder el tiempo y alejados de la elementalidad. Una en la que ambos actores están espléndidos; hay algo en los ojillos de Graham que hace que explique cosas sin necesidad de apenas moverse y todo halago para Sean Bean queda corto. Su personaje torturado acepta todo castigo que le llegue y es incapaz de sobrevivir en un entorno al que va a tener que acostumbrarse y del que tendrá que sacar algo positivo, aunque sea, para poder seguir con su vida.
Al ser solamente tres capítulos, Condena no pierde el tiempo. Cada episodio cuenta un montón de cosas que hace que en total se narren dos años frenéticos y muy tensos. Mentiría si no reconociera que en ocasiones se me ha hecho incómodo de ver; quieres que a los dos protagonistas les vaya bien, pero sabes que no puede ser exactamente así. El resultado son algo más de tres horas que nos dejan ensimismados ante la pantalla y que hacen imposible dejarlas a medias. Es una serie bastante más que simplemente buena y va a ser difícil que se supere en mucho tiempo.
‘Condena’ está disponible en Movistar+.