Drummer intentará vengarse de la muerte de Ashford en esta nueva temporada (Fuente: Amazon)
Esta crítica se ha escrito después de ver los tres primeros episodios de la quinta temporada de ‘The Expanse’ y no contiene spoilers.
Jeff Bezos debe estar recostándose feliz en una butaca, con cara de satisfacción, en el amplio salón de su casa en Seattle. Al menos así me lo imagino hace unas semanas, viendo la quinta temporada de The Expanse que algún empleado de Amazon Studios le había pasado para ver antes de su estreno que, para el resto de los mortales, es hoy. En sus nuevos episodios, la serie de ciencia ficción, su favorita, se parece más que nunca a ese entramado de imponente acción espacial y peliagudo enrede geo(astro)político en que se ha convertido desde 2018, cuando el magnate decidió intervenir personalmente para salvar la saga de su cancelación por parte de la cadena estadounidense Syfy.
La salvación y cambio de cadena fue para mejor y las comodidades asociadas a pertenecer al estudio de la compañía más rica del mundo siguen siendo reseñables en esta nueva remesa de capítulos. No tanto en la producción fotorrealista de ambientes 3D, como ocurría en la anterior temporada, sino en la óptima compatibilidad de sus tres señas de identidad más clásicas: el juego de espías entre estados, la frenética acción militar espacial y el drama personal de unos personajes apátridas en un mundo de sólidas convicciones nacionales.
Después de un desvío de diez episodios por el planeta de Ilos, la tripulación de la cañonera Rocinante vuelve a cabalgar por nuestro Sistema Solar para enfrentarse a sus retos más personales hasta la fecha, mientras la paz interplanetaria se desmorona de nuevo y la hostilidad entre naciones es avivada por fuerzas furtivas. La serie retoma aquellos elementos que la convirtieron en una ficción de culto casi desde el inicio: el dibujado de un panorama político plausible en el que la humanidad no porta ya una única visión hacia el futuro, sino que es un compendio de culturas con ambiciones propias luchando por ser las más relevantes de la galaxia.
Ver a Shoreh Asghasdaloo soltando tacos es mi subgénero televisivo favorito. (Fuente: Amazon)
En esta dinámica veremos como las tramas en las que participan personajes como la exmarine marciana Bobbie Draper (Frankie Adams) o Chrisjen Avasarala, la carismática diplomática interpretada por la genial Shoreh Asghasdaloo, retoman una relevancia en la historia perdida en la cuarta temporada. Las pesquisas políticas en la Tierra retornan enfocadas en el juego de espionaje de alto nivel frente a la mayor amenaza a la seguridad a la que el planeta se ha enfrentado en toda la serie.
Marco Inaros (Keon Alexander), el nuevo villano empeñado en poner en jaque a los planetas interiores, sobrevuela todas las conversaciones y eventos que se desarrollan. Esto sucede a pesar de que el radical líder cinturoniano sea también para el espectador todo un interrogante que rehúye su presencia en la pantalla. Su localización y neutralización sera la prioridad número uno de Drummer (Cara Gee), quién intentará pararle los pies al asesino de su mentor, Klaes Ashford (David Strathairn). La mala noticia para los fans de la vertiente más fantástica de la serie es que estas tramas monopolizarán los primeros compases de la temporada, relegando a la protomolécula y las culturas alienígenas a un segundo plano.
La otra gran pata narrativa del regreso de The Expanse la encontramos en las tramas de sus protagonistas. La tripulación de la Roci deja de estar atrapada en un único planeta para diseminarse por todo el Sistema Solar, cargando todo el peso de sus propios arcos. Y en algunos casos con resultados sorprendentes, como el de Amos Burton (Wes Chatham), el gorila del grupo y el que quizás pareciera más plano de todos, que remueve su historia personal con auténtica contundencia dramática. Esto demuestra como la serie llega a su recta final con unos personajes más maduros que nunca, fruto de un desarrollo bien trabajado durante las primeras cuatro temporadas que permite ponerlos a prueba con éxito sin perderse por el camino. Incluso Alex Kamal (Cas Anvar), anteriormente alivio cómico a media jornada, toma tintes crepusculares en la nueva temporada. Paradójicamente, Holden (Steven Strait), el protagonista, es en este momento el menos interesante de todos.
Esta temporada veremos el lado más personal de Amos. (Fuente: Amazon)
Esta diáspora dramática le permite al relato, contando con mayor duración por capítulo que en su etapa en Syfy, compartimentarse de una forma más óptima, conjugando momentos de alta relevancia emocional junto con otros de impactante acción espacial. Y es que cuando The Expanse se pone espectacular, lo es, y mucho. No faltan las trepidantes escenas de estrategia militar cuasi naval, acciones de piratería espacial y tiroteos en gravedad cero que, en su concreción y fugacidad, consiguen transmitir toda la fuerza de la violencia representada.
Con todo, ningún fan de la serie se va a sentir defraudado con esta nueva tanda de episodios. Aquellos que encontrasen mayor placer en el cariz de aventura exploratoria que adquiría la temporada anterior pueden despedirse, de momento, de esa faceta de la serie. De ella solo queda el formato panorámico que la imagen adoptaba en Ilos, ahora extendido a cualquier secuencia transcurrida en un planeta. La pantalla adquiere el aspecto más idóneo para un escenario que sí cuenta con un horizonte, en una serie llena de escenas en el vasto e infinito espacio. Y aun con menos aventura, con una temporada cinco como la que presenta The Expanse, es imposible sentirse defraudado.