Naomi Nagata (Dominique Tipper) ha sido uno de los personajes que más han sufrido esta temporada (Fuente: Amazon)
“Mi nombre es Naomi Nagata… decidle a James Holden… que tengo el control”. No creo que fuésemos pocos los fans de The Expanse que nos sobrecogimos con esta grabación que cerraba el octavo episodio de la temporada 5. Alto Vacío nos había sorprendido con un planteamiento que indagaba en la sobriedad de la puesta en escena mostrándonos las pruebas que tenía que sortear una Naomi Nagata (Dominique Tipper) convertida en naufraga espacial. Sin embargo, en aquella minimalista trama (y no por ello menos emotiva) se veía materializado todo el potencial de la serie al completo.
Si para entonces nos sentaba como un mazazo los esfuerzos de la cinturoniana por enviar un simple mensaje (un seísmo similar al que sintieron los fans de Perdidos con el célebre “No es el barco de Penny”) era porque The Expanse había hecho, hasta entonces, un trabajo narrativo notable a lo largo de cinco temporadas. La opera especial ha seguido cumpliendo y en su penúltima tanda de episodios ha terminado explotando los filones dramáticos de sus personajes con saña y presteza, en la que ha terminado por ser la entrega más atípica de todas al diseminar a sus protagonistas en una diáspora estelar.
El arriesgado planteamiento estético presente en Alto vacío demuestra uno de los mantras que llevamos repitiendo en Fuera de Series desde su salto a Amazon: el cambio de casa a The Expanse le ha sentado de lujo (y no exclusivamente por el aumento de presupuesto en efectos especiales o decorados, que han permitido mantener su seña de identidad con refriegas espaciales espectaculares). Desobligada de operar bajo la dictadura de los 45 minutos y las pausas publicitarias, la serie puede adentrarse en lo más profundo de sus personaje, adaptar su metraje a placer y adoptar tonos propios de producciones indies.
Incluso cuando menos fino hila (en pantalla se puede apreciar que la despedida de Alex Kamal está mas relacionado con las acusaciones de acoso sexual a Cas Anvar que por voluntad creativa) o cuando su realización cojea (no termina de convencer la cinematografía panorámica que se presenta en los planetas), The Expanse consigue sortear todos sus hándicaps con una propuesta temática precisa.
La penúltima temporada ha sido la más emocional de todas e impacta conocer una curiosidad científica a base de su repetida presencia en el episodio final, Los Juego de Némesis: en el espacio, tus lágrimas flotan. Esta quinta entrega nos ha presentado el último viaje iniciático de la tripulación de la cañera Rocinante que ha sido, ante todo, una recalibración identitaria, el desvío necesario para tomar consciencia de la familia propia antes de regresar a su seno. Pero, también, un oráculo revelador para unos personajes que sentimos cada vez más partícipes de una tragedia. Amos Barton (Wes Chatham) lo planteaba así en Tribus: “Somos tribales. Cuanto más tranquila es la vida, más grandes son las tribus. Pero cuando hay problemas, la tribu se reduce”.
El gran viaje conjunto que realizan los personajes, incluido el propio Amos, les lleva hacia una enmienda al anterior aforismo: cuanto más problemas hay, mejor estar en una tribu grande. La tribu amada, la familia. Ni los terrícolas, ni los marcianos, ni los cinturonianos; solo la humanidad. Y la tripulación de la Rocinante ha pagado un alto precio por dicha iluminación. Persiste la duda de si a la civilización le tocará sufrir un sacrificio similar por reconocer esta regla manifiesta, pero eso queda para la siguiente temporada, la final: la magnética conclusión de esta entrega así nos lo promete. Ay, qué nervios. Vamos a echar de menos los viajes de la Roci.
La temporada 5 de ‘The Expanse’ está disponible en Amazon Prime Video.