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Crítica: ‘The Good Place’ termina con un final precioso y perfecto

Chidi y Eleanor en una imagen de la cuarta temporada. (Fuente: IMDB)

Esta crítica se ha escrito después de ver el final de ‘The Good Place’. Contiene spoilers.

The Good Place nos ha acompañado durante cuatro temporadas en las que la hemos apoyado incluso cuando no pasaba por sus mejores días, simplement porque nos hacía sentir bien. Es una de esas series que te reconcilia con el universo y te hace creer un poco en la bondad. Y hoy toca decirle adiós entre pañuelos moqueros y la sensación de despedirla con todo hecho.

La cuarta temporada ha sido floja, aceptémoslo. Después de haber dado mil volteretas, pensábamos que quedaba poco por contar, pero seguíamos con ella porque tenía fecha de cierre en el horizonte. Es hasta poético que precisamente porque era finita hemos confiado en ella y no la hemos abandonado. Y digo que es poético porque eso era lo único que les quedaba por mostrarnos: el cielo está muy bien, pero la eternidad no es suficiente.

Lo que le faltaba a The Good Place era cruzar la puerta. Con los deberes hechos, y habiéndonos enseñado lo que podía, solo quedaba darnos la paz de saber que sus miembros lo han logrado todo. Han sido cuatro años hasta que Tahani ha descubierto que lo que le llena es dejar de aparentar, remangarse y hacer; Chidi ha conseguido encontrar respuestas a las cosas, o por lo menos la forma de hallarlas; Jason ha seguido siendo él y Eleanor… Creo que lo mejor que le ha aportado esta aventura a ella ha sido dejar de sentir rabia. Todo la enfadaba, todo le despertaba sentimientos incómodos y en vida se regodeaba en una forma cínica de ver el mundo que ni ella disfrutaba.

No sé qué voy a hacer en mi vida sin más vestidos perfectos de Tahani. (Fuente: IMDB)

Pero, sobre todo, se han encontrado los cuatro. O los seis, de hecho (que suena muy cursi, sí, pero es que es una serie cursi). Por eso nos ha gustado, porque de alguna forma nos hace ver que las cosas pueden salir bien, que el trabajo en grupo es constructivo y que se puede mejorar un poco el mundo. Y después de tantas vueltas ha tocado la despedida: comprobar junto a ellos que tenerlo siempre todo nos convierte en unos zombis felices con la capacidad de desear agotada y sin un sentido. Al final, el sentido de la vida era llegar a la muerte con tranquilidad.

Da cierta lástima verlo porque nosotros nos quedamos aquí, mientras ellos ya lo han hecho todo y, además, porque se nos ha mostrado de una forma bellísima, entendiendo que a cada uno le llega en su momento, a su forma y con sus complicaciones para los que se quedan. Hasta hemos aprendido a despedirnos de Chidi y a no atarlo por nuestro bien. Ahora queda lidiar con los fantasmas de cada uno y dudar sobre qué pasa al cruzar la puerta.

Yo me pido una ración de Eleanor, transformarme en el empuje necesario para abrazar la filosofía de The Good Place y mejorar un pelín a alguien tan maravilloso como Michael. Pero aun no sabiendo si se cumplirá, no importa realmente. A fin de cuentas, no hay nada más humano que no saber lo que hay tras la muerte.

‘The Good Place’ está disponible completa en Netflix.

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