Nicole Kidman protagoniza y produce ‘The Undoing’. (Fuente: HBO)
Esta crítica se ha escrito tras ver la temporada completa de ‘The Undoing’ y contiene spoilers.
Imagino la cara del personal de la cadena cuando vieron el proyecto de The Undoing sobre la mesa. Debieron pensar, supongo, que era jugar a caballo ganador. David E. Kelley firmaba el guion, Nicole Kidman interpretaría a la protagonista (amén de ser una de las productoras ejecutivas y cantar la canción de los créditos iniciales), Hugh Grant sería la pareja de la propia Nicole y, además, Donald Sutherland, Edgar Ramírez o Lily Rabe estarían, como secundarios. Susanne Bier dirige y, por si fuera poco, se rodará en Nueva York (Central Park incluido). La historia, basada en la novela Tú ya lo sabías de Jean Hanff Korelitz, que aborda el clásico “quién lo hizo” y que tantos y tantos seguidores tiene, añadía más boletos para que el caballo fuese ganador. Sin embargo, el corcel se quedó en la primera vuelta.
The Undoing nos traslada al Nueva York más adinerado y glamuroso donde Grace Fraser (Kidman) interpreta a una reputada psicóloga con una vida estupenda junto a su encantador marido, Jonathan Fraser (Hugh Grant), oncólogo infantil, y el hijo de ambos, Henry (Noah Jupe), que es igual de encantador y encima toca el violín. Esa vida maravillosa se ve truncada cuando Elena Alves (Matilda de Angelis), cuyo hijo está becado en la escuela elitista de marras, aparece muerta después de un par de encuentros casuales con Grace y su entorno. El día después del asesinato, Jonathan desaparece y la imposibilidad de localizarle y el descubrimiento de que tenía una aventura con Elena sumen a Grace en una espiral de sospechas, miedos e incertidumbres.
Entre el primer y segundo episodio comienza a tejerse el ovillo que, en teoría, el espectador ha de desgranar durante el resto de la serie. La pretensión del guion es brindarnos la posibilidad de encontrar a un culpable que no sea Jonathan, mientras todas las pistas le apuntan. Y he aquí el principal fallo de la serie: en ningún momento la narrativa te induce a sopesar a otro que no sea él y los intentos por desviar la atención fallan estrepitosamente. Así, no crees que Grace supiera de la aventura de su marido y la asesinara por celos, ni que esa fuese la causa por la que el marido de Elena fuese el culpable, ni el odio visceral que Franklin tiene por su yerno induce siquiera un poco a sospechar de él. Y, por si fuera poco, la burda intencionalidad de que fuese Henry el autor (la escena del arma del homicidio, un martillo, en el estuche de su violín) resulta de un grotesco casi insultante.
Desde la mitad del segundo episodio hasta el juicio final en el sexto, la narración transita por caminos que no conducen a nada. Salta de secundario en secundario, como convidados de piedra, solo para regresar a Grace y Jonathan en secuencias donde se apela a un único objetivo: su lucimiento. E incluso falla en esto. El personaje de Nicole Kidman, cuyo rol ofrece muchas posibilidades, se desdibuja y cae en la pasividad (su implacabilidad con sus pacientes se queda en nada cuando se trata de ella). El papel de Hugh Grant se pierde entre giros insustanciales, absurdos y carentes de sentido.
Noma Dumezweni es Haley Fitzgerald en la serie. (Fuente: HBO)
El caso de los secundarios de lujo es aún más flagrante. Condenar a un actor como Donald Sutherland a escenas ridículas y diálogos pueriles y fuera de contexto (la escena con el director de la escuela de Henry es bochornosa) no es de recibo; Lily Rabe aparece y desaparece (salvo para hacernos ver su papel como madre y abogada que llega a todo y pasea por Nueva York). La danesa Grabol interpreta a una fiscal en el juicio más aburrido y distendido de la historia y apenas tiene participación. Edgar Ramírez es el detective asignado al caso, y ya. La familia Alves está porque tiene que estar (no en vano su madre y esposa es la asesinada). Y, por último, Matilda de Angelis: su sexualidad le acarrea un poso perverso (que no acabo de ver por ningún lado), sin historia ni background al que asirse para poder explicar su personaje. Solo Noma Dumezweni tiene momentos valiosos.
Asimismo, los giros carecen de impacto. Ni el descubrimiento de que el bebé de los Alves es hijo de Jonathan, ni la confesión de Franklin a Grace acerca de sus continuas infidelidades a su madre, ni la argucia que usa Grace cuando cambia su declaración en el estrado para perjudicar, y así condenar, a su marido. Y el colmo: la fuga de Jonathan y Henry cuando el primero es condenado (por no mencionar los diálogos en el coche: vivan los cangrejos). Al más puro estilo de película de sobremesa de esas que compran al peso.
The Undoing (cuya traducción al español sería La ruina) fracasa estrepitosamente dado que un “quién lo hizo” que no invita a cambiar el tercio de la sospecha no puede funcionar y eso es lo que oferta la miniserie. Entiendo que el poso de Big Little Lies nos ha jugado una mala pasada, tanto o más que a quienes apostaron por ella y se las prometían felices. La decepción siempre es mayor cuanto mayores son las expectativas y eso es lo que nos ha pasado a todos.
‘The Undoing’ está disponible en HBO España.