Imagen promocional del primer episodio de la 7ª temporada de ‘Veep’. (Fuente: HBO España)
Esta crítica se ha escrito después de ver los tres primeros episodios de la séptima temporada de ‘Veep’ y no contiene spoilers.
El rodaje de la sexta temporada de Veep comenzó el 30 de septiembre de 2016 y durante la fase de rodaje de los episodios el equipo vio como Donald Trump derrotaba a Hillary Clinton la noche del 8 de noviembre. Estados Unidos era un lugar muy diferente de aquel en el que empezó esta comedia política en 2012.
En esa temporada vimos a Selina adaptándose a su nuevo rol social como civil después de haber perdido las elecciones. Y los primeros episodios consiguieron recordarnos a la realidad, porque veíamos a Selina como una suerte de Hillary, aunque esa no era la intención de su showrunner, David Mandel, porque en la ficción, Selina perdía las elecciones a favor de otra mujer.
Aunque la serie está ambientada en un universo alternativo y siempre eligió no hacer referencia en sus diálogos a ninguna figura política real posterior a la época de Ronald Reagan, ni que sus personajes mencionaran a qué partido están adscritos, Veep es consciente en su séptima temporada de cómo ha cambiado el panorama político de Estados Unidos en los dos años que han pasado desde la emisión de su último episodio.
“Trump no existe en nuestro mundo, pero Iowa ha cambiado completamente por él, por eso la campaña de Selina será muy diferente. La serie se va a meter de lleno en la política”, con estas palabras describe Mandel cómo influye el momento actual de Estados Unidos en la serie, pero sin necesidad de hacer referencia a los titulares que genera la Casa Blanca: “¡Sus guionistas son mucho mejores que los nuestros!”.
En los tres episodios de esta última temporada que HBO le ha facilitado a la prensa vemos a Selina y a Jonah metidos de lleno en las campañas con las que anuncian su interés en ser elegidos por sus partidos como candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Como dice Mandel, no hay referencias concretas a nada de lo que ha ocurrido en estos dos años, pero todas las situaciones se sienten muy cercanas, porque Veep existe en el mundo real, aunque no sea el nuestro.
(Fuente: HBO España)
Esta séptima temporada satiriza el sistema de los partidos y el trabajo de los medios, pero sobre todo se centra en el juego de manipulaciones de la retórica política. Regresan algunos personajes que seguro harán las delicias de los seguidores de Veep, Jonah sigue siendo tan repulsivo como siempre y Amy apunta a tener el arco de personaje que se merece, pero sigue siendo Selina la reina de la función.
Selina es narcisista, egoísta, misántropa y la sororidad le importa menos que el rábano encurtido que nos sirven con el sushi. Sobre su difícil relación con otras mujeres, hay dos momentos en estos tres episodios, uno durante un debate, y otro cuando alguien le sugiere que su segundo en su candidatura sea una mujer, que la definen con un humor muy negro y brillantísimo. Y la amamos, porque Julia Louis-Dreyfuss es un regalo divino.
Veep sigue siendo la serie con los insultos más sofisticados y al mismo tiempo más soeces de la televisión y el ritmo de sus diálogos sigue tan frenético como siempre. Hace que encadenemos risas sin parar, porque estamos procesando un chiste cuando el otro ya va por la mitad y están pasando otras cosas en el fondo del plano. Es una grandísima comedia.
Es una pena que su temporada de despedida solo tenga siete episodios, pero menos mal que no me dieron acceso a todos para esta crítica, porque los habría visto de una sentada y aún no quiero despedirme de Selina.
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