Esta crítica se ha escrito tras ver la tercera temporada completa de ‘Vergüenza’ y no contiene spoilers.
¿Hasta dónde puede llegar Jesús Gutiérrez por vergüenza? No es que él tenga el don de la oportunidad para decir lo menos apropiado en el peor momento, que lo tiene, sino que es incapaz de superar la mortificación que le da reconocer que ha hecho algo que no debía o se ha equivocado. Muchas de las meteduras de pata suyas que hemos visto en las dos primeras temporadas de Vergüenza proceden de ahí; Jesús no va a dar su brazo a torcer ante su suegro y prefiere abrir una ventana en el cuarto de baño que admitir que no tenía razón, por ejemplo.
¿Dónde está el límite para una persona así? ¿Qué pasa cuando el ridículo lo hace delante de toda España? Exactamente eso es lo que va a explorar Vergüenza en su tercera entrega. Cuando creíamos que Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero no podía ir más allá en las situaciones embarazosas y humillantes en las que colocan a Jesús y Nuria, se superan con una temporada que, ciertamente, se gana el apelativo de épica que ambos utilizaban para describirla en el rodaje.
Épica o kamikaze. El embolado en el que acaba metido Jesús es tan imprevisto e increíble, que la serie se pasa toda la temporada al borde del precipicio. Añadir un componente casi de misterio, de thriller, amenaza constantemente con hacerla naufragar, pero se consigue encajar ese nuevo elemento en el tono de la ficción. Tiene algún toque absurdo, alguno que bordea lo ofensivo, y si la temporada acaba enganchando tanto no sólo es por cómo se juega con el espectador a la hora de contar la información, sino porque las interpretaciones de Javier Gutiérrez y Malena Alterio siguen estando muy pegadas a la tierra.
Consiguen, de hecho, algo que no resultaba tan sencillo en las dos temporadas anteriores, que es que el patetismo de Jesús hasta dé un poco de pena. Sí, esa disonancia entre la imagen que tiene de sí mismo y la que tienen de él los demás se mantiene (es la fuente de parte de su humor), pero su tozudez lo convierte en alguien muy humano. Sus dos protagonistas reaccionan como pueden a situaciones que escapan por completo a su control. Justo cuando intentan controlarlas, es que cuando todo sale mal.
(Fuente: Movistar+)
Y Jesús se mete tan a fondo en el hoyo porque, en realidad, lo que quiere es ahorrarle una nueva humillación a Nuria. Ella tiene lo suyo en el trabajo, claro, pero es cierto que es su marido quien peores ratos le hace pasar. Él es muy consciente de ello. Si está en su mano evitarlo, lo hará, aunque no calibre bien las consecuencias de sus actos.
Vergüenza lleva a Jesús y Nuria a tales extremos, que resulta complicado imaginar cómo puede continuar la serie. La temporada es un visionado aún más entretenido que las anteriores, y no sólo porque, en muchas ocasiones, será nuestro asombro lo que nos empujará a ver cómo continúa la historia. Todos los elementos están muy bien encajados. Hasta los recordatorios a capítulos pasados añaden otra capa más a la “broma”, si podemos considerarla así.
El nivel de atrevimiento es mayor, como lo también lo es el grado de dificultad para salir airosos de la empresa. En gran parte, Vergüenza lo consigue, y lo hace porque siempre tiene en mente que sus personajes no son malas personas. Son torpes, un poco egocéntricos y cobardicas, pero la mayoría del tiempo tienen buenas intenciones. Otra cosa es que esas intenciones los metan en un lío inimaginable.
La tercera temporada de ‘Vergüenza’ se estrena hoy en Movistar+.
‘Vergüenza’ rueda una temporada 3 que será más épica
La comedia de Movistar+ va a exponer a su protagonista al odio de toda Españafueradeseries.com