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Crítica: ‘Vikingos’ nos regala un gran final, aunque agridulce, para la saga de Ragnar

(Fuente: TNT)

Esta crítica se ha escrito tras ver la temporada 6 de ‘Vikingos’ completa y contiene spoilers.

Seis temporadas y siete años después, la saga de Ragnar Lothbrok toca a su fin. Sí, porque es su saga. Más allá de que él falleciera en la cuarta y que su exmujer, Lagertha y madre de Bjorn, escudera de Kattegat, nos dejara en la pasada temporada, de que sus hijos, fruto de su relación con Aslaug, tomaran sus testigos y emprendieran caminos diferentes (personales, emocionales y físicos), Vikingos es la saga Lothbrok cuando Ragnar, tiempo atrás, decidió dejar de ser campesino para ver mundo. Dicho así suena muy idílico, pero en realidad esa necesidad atendió a un cúmulo de carencias alimenticias por la explosión demográfica, la posibilidad de abrir nuevos mercados comerciales e, incluso, debido a la estructura social piramidal de los señores nórdicos cuyo hijo mayor heredaba el patrimonio y el resto tenía que buscarse la vida.

Los hijos de Ragnar y sus respectivos finales

El comienzo de la temporada 6 nos lleva a Kattegat, Kiev e Islandia (y, posteriormente, desde Islandia a Groenlandia y Canadá). La familia Lothbrok está desperdigada. Así, Ubbe con Torvi están en Islandia; Ivar y Hvitserk están con Oleg camino de Kattegat para conquistarla y Bjorn, herido de muerte, regresando a Kattegat para defender la ciudad del ataque rus. Ubbe, Torvi, Othere y Kjetill se preparan para el viaje en busca de la tierra prometida que preconiza el cristiano Othere. Tras una travesía plagada de dificultades arriban a tierra, pero no es ni parecida a las descripciones que todos albergaban en sus deseos. Lo que encuentran es una tierra yerma, sin vegetación, sin agua dulce, sin terrenos para cultivar no es el lugar idóneo para comenzar de nuevo y establecer una colonia.

El pasado de Kjetill, y el asesinato que cometió con la familia Eyvind, regresa al presente cuando una ballena varada enfrenta a unos y a otros. El hambre y la sed inducen a Kjetill a tomar las armas, apropiarse de la ballena y autoproclamarse rey de la tierra que pisa. Ubbe, Torvi, Othere y unos cuantos partidarios más deciden embarcarse a toda prisa, sin víveres ni agua, y navegar hacia el oeste sin rumbo definido. Oleg llega a las inmediaciones de Kattegat. En el viaje, decide matar al rey Olaf y perdonar al rey Harald, que escapa poco después; Ivar y Hvitserk acompañan al rey rus al frente de su ejército, pero un hecho más que sorprendente sucede antes de que la batalla por la ciudad tenga lugar. Bjorn, a caballo y viviendo sus últimos estertores, comanda las tropas de la ciudad y se enfrenta a los invasores.

El pavor se adueña del bando rus; la anunciada muerte del hijo mayor de Ragnar espoleó las intenciones invasoras, pero verle de nuevo, vivo, atemoriza de tal modo a Oleg y sus tropas que son repelidas y puestas en fuga. Bjorn, al poco, muere. Oleg regresa a Kiev donde Ivar teje un plan para derrocarle. Se alía con el príncipe Dir y su esposa Katia (a la que deja embarazada) y logra colocar al pequeño Igor al frente del reino. Ivar y Hvitserk deciden regresar a Kattegat pero en la partida, Katia le anuncia que espera un hijo de él, pero no quiere que se quede y le anima a que se vaya. Los dos hermanos parten hacia su hogar natal.

(Fuente: TNT)

En Kattegat las cosas han cambiado. Harald se erigido en rey y ha tomado por esposas a Gunnhild e Ingrid. La primera se suicida (en un acto sumamente poético, pero poco realista) y la segunda accede. Al cabo, Ivar y Hvitserk llegan a la ciudad y aunque el pueblo les repudia, Ivar le plantea un plan a Harald que, un vikingo es un vikingo y la mar le puede en todos sus aspectos, no rechaza: regresar a Inglaterra y tomar Wessex, donde Alfredo reina en paz. Harald deja al mando a Erik, el jefe de su guardia, y a Ingrid, mientras esté ausente. Erik, quien ya tuvo un breve escarceo con Gunnhild, pretende lo mismo con la reina, pero esta, bruja reconocida en la ciudad, lo deja ciego y mata poco después.

A partir de aquí las tramas se reducen a dos. Por un lado, la odisea de Ubbe y sus partidarios hasta que llegan a las costas de Canadá; por otro, la campaña militar que Harald y ambos hermanos llevan a cabo contra Alfredo de Wessex. Aún restan varios capítulos para el final, pero lo que ocurre no lo desvelaré aquí. Merece la pena, a pesar del regusto agridulce que me ha dejado el final, continuar y desvelar qué ocurre con la saga. De todos los cierres, hay uno especial. El fan de la serie sabrá cuál es cuando ese personaje aparezca ante sus ojos y cuando nos brinde sus reflexiones.

‘Vikingos’, entre la Historia y la ficción

Es complicado finalizar a gusto de todos una serie como esta. Naturalmente, hay imperfecciones y aciertos; son 79 episodios y calibrar y medir todos y cada uno de los detalles para que cuadren, para que no haya ninguna disonancia, para que el final, en definitiva, de cada personaje y trama tenga sentido es algo que no sucede por lo general. Particularmente, me gusta el cierre de los protagonistas; hay detalles, sin embargo, que resuenan a golpe de calzador, pero son eso, detalles, porque la intención de Hirst no fue nunca la de la alumbrar un culebrón nórdico hecho a base de cachas barbudos y bellas valquirias. El creador inglés se empeñó desde el primer momento de diferenciarse de series como Juego de Tronos, con la que se la ha comparado habitualmente (algo que nunca he entendido), y adoptar una visión histórica donde albergar la ficción.

(Fuente: TNT)

Hay poca historiografía sobre las sagas vikingas. En el caso de Ragnar, cuya historicidad está en duda, todo hace suponer que sea una amalgama de varios personajes y hechos (Ragnars saga loðbrókar -Saga de Ragnar de Calzas Peludas- y Ragnarssona þáttr -Relato de los hijos de Ragnar-); los relatos que han sobrevivido datan de muchos años después y conjugan elementos ficticios con hechos reales (¿les suena?). Al hilo de las grandes epopeyas, se preocupaban más por la recreación y narración de la épica de tal o cual familia, o de tal o cual pueblo, que dictar, punto por punto, lo que ocurrió en realidad.

En Vikingos, donde sí hay épica y ficción, como no podía ser de otro modo, también existe la asunción de dar a la historia lo que es de la historia sin caer en folclorismos, ni embates ridículos en pos del espectáculo. Ejemplos hay muchos jalonados a lo largo de todas las temporadas: desde las expediciones (todas son reales) hasta el papel de la mujer en su sociedad (ya quisiera la mujer de la Alta Edad Media europea…), desde el gusto por el aseo (lo mismo digo en el caso de la Alta Edad Media europea, bueno, y la Baja) hasta la influencia del trabajo de la madera, desde su presencia como guardias de elite en la corte bizantina hasta su relación con el cristianismo. Hay multitud de detalles históricos y veraces que sí se han guardado celosamente a lo largo de la serie y es muy de agradecer. Si a eso le sumas un diseño de producción escandalosamente escrupuloso, la serie ha sido una delicia para los ojos.

No nos despediremos aún de Kattegat, ni de los drakkars, ni de los fiordos. El spin off de Vikingos: Valhalla llegará a Netflix entre finales de 2021 y comienzos de 2022. Y, naturalmente, de la mano de Michael Hirst. La serie nos trasladará al propio Kattegat cien años después, donde personajes históricos como Leif Erikson, Guillermo I de Inglaterra, Freydis y Harald III de Noruega serán los ejes centrales de las nuevas historias. ¡Larga vida a los vikingos televisivos!

La segunda parte de la temporada 6 de ‘Vikingos’ está disponible en las plataformas de los operadores en los que está el canal TNT.

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