¿Esperabas al Doctor Manhattan? (Fuente: HBO)
“What the fuck?”, termina diciendo Angela Abar al final del episodio 1×02 de Watchmen y lo cierto es que nos representa a todos un poco. Pero antes de hablar sobre el momento en que el personaje de Regina King flipa, o de visitar Gales junto a Jeremy Irons, vayámonos hasta ese árbol donde dejamos colgando el cadáver de Don Johnson, es decir, el Jefe Judd.
En el primer flashback descubrimos que el papel que acompañaba al niño de los disturbios de Tulsa era, en realidad, propaganda de los alemanes para poner a los soldados negros norteamericanos de su lado en la Primera Guerra Mundial. Y aquel niño era el anciano al que ahora interroga Angela, que resulta ser su abuelo y que ha jugado a darle-información-pero-no como si fuese Rafiki troleando a Simba en la noche estrellada.
La protagonista está bastante afectada por la muerte de su compañero, con quien desarrolló un vínculo muy fuerte a partir del evento mencionado en el episodio anterior como la Noche Blanca; ahora hemos visto cómo fue ese ataque organizado a la policía que llevó al cuerpo a enmascararse. Aquello fue el motivo por el que Regina y su marido tienen varios hijos blancos, eran los hijos de un oficial asesinado.
Las crípticas palabras del señor en silla de ruedas llevan a Angela a descubrir que Judd tenía un traje del Ku Kux Klan en el armario (aunque luego el hombre hace como que no sabe de qué va la cosa) y cuando esta se harta de escuchar las tonterías de Rafiki, un platillo volante aparece para llevárselo, coche incluido. ¿Realmente hay aliens en Watchmen o simplemente esa “gente poderosa” de la que el viejo hablaba se ha fabricado semejante transporte molón? Ya hemos visto que en tema de movilidad nos sacan años de ventaja (ver: paparazzi voladores).
Por su parte, la historia de Adrian Veidt sigue bastante desconectada de la trama principal y, de momento, cuesta encajar su pieza en el puzle. Esta vez le hemos visto como público de una obra que él mismo a escrito, una tragedia en cinco actos que viene a contar cómo Jonathan Osterman se convirtió en el doctor Manhattan. Los actores son sus sirvientes, el señor Phillips y la señora Crookshanks, que por lo visto son clones que tiene a puñados trabajando en su castillo. ¿Serán los sucesos de Tulsa capaces de hacerle abandonar su retiro a lo Gran Hotel y que vuelva a ser Ozymandias?
En el episodio también descubrimos que la lluvia de calamares es un fenómeno global, vemos una trifulca entre la policía y unos presuntos supremacistas paletos en un parking de caravanas y tenemos una nueva pieza de American Hero Story, que parece que será una broma recurrente a lo largo de la temporada; pero si analizamos bien el episodio, parece que su objetivo narrativo es hablarnos del papel de Angela como la verdadera heroína que esta crisis necesita.
Pero como no todo iba a darse mascadito, Watchmen hace esto sembrando dudas. La principal es si Angela debe seguir fiel a lo que creía, la bondad de Judd, o hacerle caso a esta especie de oráculo que parece su abuelo. Si la sociedad no es como parece y está llena de cloacas, es factible que Judd estuviese del lado del enemigo, fingiendo luchar contra él, para hacer que la defensa fuese todo lo débil posible. Esto tendría sentido con lo que dice el anciano; que está relacionado con gente poderosa y que ella debe abrir los ojos. ¿Es él la voz de la verdadera resistencia?
Si todo es lo que parece, estamos asistiendo a un viaje del héroe tradicional en el que Angela acaba de recibir la llamada de la aventura y ha conocido a su mentor. ¿O irán las cosas por otro lado?
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