Ed Harris, te estábamos esperando. (Fuente: HBO)
¿Os acordáis de mi teoría de la semana pasada de que William estaba en el cuerpo de Charlotte? Bullshit. Era guay, pero la verdad de Westworld ha sido incluso mejor: para qué iba Dolores a traer de vuelta a Teddy o Clementine y meterlos en nuevos cuerpos de anfitriones si podía ser ella misma quien se expandiese y controlase a todos sus secuaces. Reina x1, Reina x2, Reina x3 y Reina x4. Charlotte, Connels, Musashi y ella misma, todos son Dolores.
Y es que lo de las canicas gordas (que yo me he enterado ahora de que se llaman “perlas”, pero me chivan por el pinganillo que ya se sabía) fue una forma de confundirnos: de momento, la única conciencia que sí reactivó Dolores fue la de Bernard. Pero nosotros estábamos empeñados en razonar como humanos: una conciencia por cuerpo, sin imaginar que una sola Dolores puede tener capacidad para vivir simultáneamente en varias carcasas como una red compleja. Ella es una y trina, o cuatrina, diva del lunes santo.
Con esta revelación, resulta difícil entender entonces algo de la semana pasada: si en el cuerpo de Charlotte tenemos a la perrísima Dolores, ¿por qué tenía ese ataque de sentimientos con el vídeo de Charlotte cantándole a su hijo?, ¿a qué vienen esas inseguridades y esos pucheros?, ¿está la mismísima Dolores viniéndose abajo con su plan de matar hombres, mujeres y niños a la par que lo ejecuta, según la carcasa en la que esté? No lo sabemos, pero tampoco quiero pararme a pensarlo demasiado porque supongo que ya atarán ese cabo más adelante.
Pero no dejemos de hablar de William. El personaje de Ed Harris sigue, como era de esperar, malito de los nervios. Duda si es un androide un humano, si eligió él matar a su hija o si no tiene libre albedrío; vive atormentado por estas preguntas y se plantea a acabar con todo, pero entonces aparece Charlotte-Dolores. Y, además de martirizarle un poco más, le engaña para internarle en una institución mental y conseguir que su peso en Delos le sea trasferido. Porque ella este año está empeñada en conseguir acciones antes de liarse a cañonazos con los humanos.
Y en esa guerra entre Dolores y Serac, va quedando más claro el rol de cada una de las fichas. Por ejemplo, hemos visto una escena en la que se muestra cómo Caleb (y su sudoroso dedito), al ser humano, puede serle útil a Dolores. O nos han contado que tanto el objetivo de Serac como el de Maeve pasa por atrapar a Dolores (él quiere los experimentos de simulación del parque y ella abrir la puerta del edén virtual), y que Maeve podría ir por su cuenta, pero él tiene un mandito para dejarla moñeca así que, de momento, no puede ir por libre (¿Que llegará el momento en que Maeve le dé matarile a Serac? Sí lo creo). Y también vemos el interés de Dolores en Liam para seguir ganando poder en Incite Inc.
El gran interrogante ahora es Bernard. Sí, sabemos que él quiere pararle los pies a Dolores a toda costa, pero ¿exactamente por qué? Y, sobre todo, ¿cuál es la razón para que ella le reactivase? “Vives tanto como la última persona que te recuerda. Ya te recordé una vez, así que te he recordado de nuevo (…) Me enseñaste que todo era posible. Podíamos ser quienes quisiéramos. Vivir como quisiéramos. ¿No es lo que crees?”, dice ella. Tal vez Bernard (mejor dicho, Arnold) es una especie de anclaje a Dolores con su propia noción de existencia (o, dicho de otro modo, es SU CONSTANTE).
Un apunte más: qué escalofrío nos recorre cuando Serac dice que París ha desaparecido. No tanto por eso, sino por ver que la razón parece una pandemia como la de nuestra realidad. Era imposible que supiesen cómo de realista iba a ser ese detalle cuando se emitiese y cuán helados nos iba a dejar. Aunque si el futuro es que Dolores me pise la cara, que así sea.
Los nuevos episodios de la tercera temporada de ‘Westworld’ están disponibles cada lunes en HBO España.