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Crítica: ‘Yo nunca’, una serie tontorrona y divertida

Devi Vishwakumar (Maitreyi Ramakrishnan), protagonista de la serie (Fuente: Netflix).

Esta crítica se ha escrito tras ver ‘Yo nunca’ completa y no contiene spoilers.

Cada cierto tiempo sale una comedia adolescente, sin intenciones de tener tramas completamente adictivas, pero con ganas de tratar temas dramáticos con cierta socarronería. La de este año es Yo nunca, una serie de Mindy Kaling y Lang Fisher que viene a Netflix para hablar de muchas de las cosas por las que se pasa en la juventud, con sentido del humor y sin grandes artificios, pero de una forma muy eficiente.

Devi es una adolescente acomodada, sin grandes carencias en casa, buena estudiante y con un entorno seguro de amistades, aunque no son muchas; se rodea de dos amigas que siempre están ahí para apoyarla en la muerte de su padre. La sinopsis no dice demasiado. Tratándose de un título juvenil, no es especialmente novedosa ni habla del tono de la serie, que es lo que la define.

Yo nunca es graciosa, con ese humor negro que se tiene de chavala y con una escala de valores completamente alterada que hace que el saludo de alguien que te interesa sea el tema de la semana. Mezcla temas clave como la elección de universidad, el descubrimiento sexual o la relación con la familia con escenas completamente anecdóticas y que permiten descargar la tensión. El resultado es una serie socarrona y ligera que se ve sola y que da una lectura de la adolescencia bastante desdramatizada.

No es única en su especie, ya hemos visto casos parecidos, como lo era La chica invisible (Awkward) o, con mucha más amargura, Daria; series que logran tratar puntos vitales sin necesidad de grandes escenas lacrimógenas y que, a su vez, consiguen transmitir el completo drama que puede ser el más pequeño detalle. Son un rincón donde aceptarse un poco y descubrirse menos única.

(Fuente: Netflix)

La vida de Devi tiene tres vectores directores: su familia, sus amigas y el instituto, donde se congregan las aspiraciones sociales, académicas y románticas. Alrededor de ellos sucede todo lo importante del mundo. Es un entorno minúsculo en el que se mezcla todo lo que le importa y que, muchas veces, se lía de forma tonta y se convierte en una bola de nieve. Llevar al extremo las situaciones corrientes, contando con un narrador que haga una segunda lectura de lo que vemos, es lo que hace que los 30 minutos por episodio se pasen volando.

En este caso, además, la protagonista es hija de inmigrantes. Siendo una joven americana que abraza las tradiciones de su país, debe convivir con el choque cultural constante. De nuevo no es algo exclusivo; Lane en Las chicas Gilmore consiguió hacer de su condición uno de los mayores ejes de comedia que tenía la serie, o Master of None le dedicaba un precioso episodio en la primera temporada, pero sigue siendo efectivo y fuente de algo que la haga personal. Permite tratar un tema tan importante como la integración de las comunidades inmigrantes en la sociedad occidental, pero además lo hace centrada en lo singular que hace que el adolescente se sienta. Jugar con los tópicos permite relajar la presión y, a la vez, explicar a los chavales que es normal que su familia sea distinta. Muchas lo son.

Yo nunca no tiene grandes experimentos narrativos ni pretende cambiar la historia, pero es de esas propuestas que puede aguantar perfectamente varias temporadas convirtiéndose en un lugar divertido en el que agazaparse, vivir lo emocionante y reír al momento.

‘Yo nunca’ está disponible en Netflix.

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