Fotograma de ‘Las chicas Gilmore’. (Fuente: Netflix)
A los que nos gusta ver series nos encanta hablar sobre ellas, recomendarlas, opinar, que nos descubran las que no conocemos o que nos animen a ver aquellas que habíamos descartado en un principio. Vivimos en una época maravillosa para compartir nuestra afición con personas de cualquier parte del mundo a través de nuestras pantallas.
Pero esa afición, que debería ser puro disfrute, muchas veces se ve lastrada por una serie de ideas y frases hechas que se han extendido como memes de Internet. Nos inventamos guerras imaginarias, tenemos poca paciencia, queremos abarcarlo todo y lo único que conseguimos es convertir lo que debería ser entretenimiento en una tortura, para nosotros y los demás.
7 series que me hicieron comerme mis palabras
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Todo es spoiler
Cuando se llega al punto de que al escuchar o leer que a alguien le ha gustado, o no, un episodio hace que alguien quiera hacerse una lobotomía para borrarlo de su mente, quizá es demasiado. Hay spoilers y spoilers, ¿para qué tenemos Internet y redes sociales si no podemos hablar de nada?
Y, si alguna vez tenemos la mala suerte de encontramos con un spoiler inesperado, no es el fin del mundo. Esa frase que dice que hay que disfrutar del viaje, y no solo al llegar al destino, tiene mucha verdad; si la vida nos da un spoiler, hagamos una limonada: podemos disfrutar viendo cómo van sembrando las semillas en el episodio para llegar hasta el momento de la revelación.
He visto tres episodios, ¿cuándo mejora?
“Todos dicen que esta serie es buenísima, ya llevo tres episodios y no sé qué le veis”. A los que nos gusta, nos encanta, y ya hemos dicho por qué. Puede que no sea una serie para ti, no todas tienen que serlo; mándala a la papelera y no te tortures, pero tampoco acoses a los que la disfrutamos como si te debiéramos algo.
Es postureo
Odio la palabra postureo, la uso en este artículo porque es lo que toca. Pero esa superioridad moral con la que algunos se permiten afirmar que si decimos que nos gusta algo es por aparentar (a saber qué), o que si decimos que hemos visto una serie en el fin de semana de su estreno es porque queríamos acabarla antes que nadie, es ir demasiado lejos. No hay nada de qué sentirse orgulloso por hacerlo, ni tampoco lo contrario.
Le he cogido manía a la serie porque todos hablan de ella
El bucle de los que critican a los que critican a los que hablan de una serie es muy cansino. No tenemos que recordarle al mundo cada cinco minutos que una serie que le gusta a otros, a muchos, o la mayoría, no nos gusta a nosotros.
Que la decisión de ver o no ver algo sea por tus preferencias personales, no te prives de hacerlo porque te aburre que los demás lo alaben constantemente; seguro que tú también eres muy fan de otra serie y disfrutas hablando de ella cuando se acerca su estreno y después de la emisión de cada episodio.
No me digas otra vez que al principio es floja, pero en el episodio 20 mejora
Es que seguramente es así. A veces, surgen nuevas relaciones entre los personajes simplemente porque durante el rodaje ven que dos actores tienen química entre sí. La identidad del asesino de Laura Palmer fue producto de un accidente porque alguien se coló en un plano. Las series evolucionan y, si cuentan con el apoyo de la cadena, tienen tiempo para hacerlo, forma parte del formato. Pero nosotros podemos decidir si dedicarles nuestro tiempo merece la pena.
Nadie nos obliga a ver las series. Nadie; ni siquiera por trabajo. En estos casos, la mayoría de las veces, no hace falta que las veamos enteras. Si desde el principio no disfrutas viendo una serie, y cada episodio es un festival de bufidos, bostezos y tus ojos están a punto de salirse de sus órbitas de lo mucho que los giras, no hace falta que te martirices. No te estás perdiendo nada, sólo tu tiempo.
Acumular series vistas como si fueran cromos
Series de plancha, series de fondo, series para pintarte las uñas, series reproducidas a 1,5x… Si podemos ver la serie mientras hacemos otra cosa, y esa otra cosa es más importante que la serie, plantearnos no verla es una opción que no deberíamos descartar.
Lo mejor de ver series es verlas; si no se merecen nuestra atención puede que cantar, escuchar la radio, música o podcasts sea lo que mejor acompañe nuestras actividades paralelas.
‘Fargo’ es mejor que ‘True Detective’
Las cadenas compiten por conseguir más premios, más espectadores y más titulares en cada temporada. Las series compiten por la audiencia si se emiten en la misma franja horaria. A partir de ahí, cualquier otra comparación entre dos o más series es infructuosa y arbitraria.
No tiene que gustarnos una serie más una que otra. Pueden gustarnos dos series por igual, puede no gustarnos ninguna de las dos. No hay que elegir ningún bando, es una guerra imaginaria. Y, aunque parezca inaudito, también es posible criticar, quejarnos o reírnos de un episodio de una serie que nos gusta, y que nos siga gustando.
No es para tanto
Nosotros decidiremos si la serie que estamos viendo es la mejor que hemos visto nunca, porque sólo nosotros sabemos si es la mejor serie que hemos visto nunca. Seguramente no hemos visto las mismas que has visto tú y, más importante, lo más seguro es que ni siquiera tengamos interés en ver las que no hemos visto. Y, otra cosa, mañana podemos cambiar de opinión y encontrar nuestra nueva mejor serie del mundo. Reivindicamos nuestro derecho a ser hiperbólicos cuando nos apetece.
Disfrutemos viendo las series, hablando de ellas y dejemos que las disfruten los demás. Antes de caer en la trampa de estos lugares comunes y convertirnos en clichés, cosa que odiamos, no olvidemos que lo que tanto nos molesta cuando vemos que lo hacen otros, seguramente lo hemos hecho alguna vez.