El equipo de ‘El Ministerio del Tiempo’, al principio de la tercera temporada. (Fuente: Tamara Arranz/TVE)
El año 2015 puede considerarse como uno muy llamativo dentro de la historia de la ficción televisiva reciente española. Coincidían, en apenas tres meses, dos series que iban a representar sendos soplos de aire fresco en las parrillas de las cadenas generalista, cada una con un enfoque diferente. En Antena 3 abría sus puertas la cárcel de mujeres de Vis a vis, con su apuesta por el thriller y sus pocos complejos a la hora de llevar a sus personajes a lugares bastante oscuros. Y en TVE aparecía El Ministerio del Tiempo.
La propuesta que los hermanos Olivares hacían con ella estaba más enfocada a las aventuras con toques históricos y de ciencia ficción, pues sus protagonistas viajaban por la Historia de España para evitar que cambiara de forma catastrófica. Eran aventuras creadas por grandes aficionados al género, que despachaban su proyecto más personal, y que se entregaban con entusiasmo a las referencias pop, a la diversión y a la creación de unos personajes que se ganaron enseguida una legión de fans.
Los ministéricos serán (ya lo son) una parte muy importante del legado de El Ministerio del Tiempo. Es muy raro que una serie española desate el furor por internet que impulsó su primera temporada, con fanfics, fanart, juegos de rol, quedadas delante del edificio en Madrid utilizado como sede del ministerio y hasta actividades para enseñar Historia en colegios e institutos con la serie como base.
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Los ministéricos, también, son a quienes se dirige el último episodio de la tercera temporada de la serie, que se emite esta noche en La 1 y que bien puede ser la despedida de los funcionarios del tiempo de sus fans. El penúltimo capítulo ya tenía cierto aroma a adiós (o a hasta luego) y el último se va a dedicar a lo que suelen dedicarse los cierres de series, a despedirse. No a resolver la trama de la temporada o a crear momentos épicos, sino a disfrutar por una última vez. Porque nadie sabe si será de verdad la última vez.
Un momento del rodaje del último episodio. (Fuente: Tamara Arranz/TVE)
Se pondrá punto y final (¿o seguido?) a tres años de aventuras y analogías con la situación actual de España que han sido una de las series más imaginativas y con menos complejos de la parrilla. Su apuesta por el fantástico ha sido después continuada, de algún modo, con títulos como Pulsaciones o Estoy vivo, y los debates que provocaban algunas de sus tramas (con columnistas que la acusaban al mismo tiempo de reaccionaria y de demasiado “progre”) se habían visto pocas veces en la televisión actual.
El interés del público por personajes históricos (convertir a Lope de Vega o Cervantes en trending topic en Twitter no es moco de pavo) y por hechos pasados que ayudan a entender el presente ha sido uno de los efectos más interesantes de El Ministerio del Tiempo. Pero también lo ha sido preocuparse por construir buenos personajes. Hasta los villanos tienen sus motivaciones.
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En tres temporadas, a El Ministerio del Tiempo le ha dado tiempo a hacer muchas cosas. Sobre todo, ha creado una legión de fans que no va a desaparecer tan pronto. Honor y reputación.
El último episodio de la tercera temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’ se emite hoy, a las 22:40, en La 1. La entrega al completo estará disponible después en Netflix.