El uniforme rosa es una de las señas de identidad de ‘El reto del beso’. (Fuente: Netflix)
Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros episodios de ‘El reto del beso’ y no contiene spoilers.
La mayor parte de las series para adolescentes de Netflix ha buscado la misma forma de venderse: la controversia y la provocación. Por trece razones lo hizo con el suicidio y Baby con la prostitución, por poner un par de ejemplos, y esa misma línea sigue El reto del beso (o Boca a Boca en su título original, ya que la serie es brasileña) con la sexualidad y las ETS. Tenemos una nueva hornada de caras y cuerpos normativos, tersos y bellos involucrados en un misterio y en una red de relaciones que aquí se plantea como posiblemente mortal.
El título de la serie hace referencia a su premisa, que es la de plantear la propagación de una extraña y peligrosa enfermedad a través de los besos; y claro, siendo una serie adolescente con las hormonas por las nubes, los besos no iban a ser pocos. Siguiendo el error que cometen otras series de plataforma, El reto del beso no pone sobre la mesa esa premisa hasta que termina el primer episodio y, sobre todo, hasta el comienzo del siguiente. Esto, que en Curon era un problema bastante grave, aquí sigue siéndolo (es decir, tiene una carta de presentación anodina) pero, al menos, sí nos dejan ver un poco hacia dónde puede ver la cosa y, de hecho, con el segundo se endereza un poco el rumbo.
Más allá de que la ficción podría haber tenido un arranque mucho más potente si hubiese enlazado ideas de sus dos primeros capítulos en vez de diluirlas, queda claro que el objetivo es seducir al público joven a base de zorrerío y misterio. Lo hace con mimbres sencillos y efectivos aunque nada sorprendentes; cree ser visual y sexualmente mucho más avanzada de lo que realmente es y la inclusión de las redes sociales y otras herramientas digitales, lejos de hacerla más a la última, la convierten en un producto con caducidad más corta.
A su favor tiene que, como le ha pasado a El Colpaso, salvando muchísimo las distancias por supuesto, la emergencia sanitaria del coronavirus le juega a favor en cuanto a relevancia. Si cuando se planteó y rodó la serie su enfermedad se podía entender como una amplificación enorme del peligro de las enfermedades de transmisión sexual, ahora por supuesto que establecemos paralelismos mentales entre su trama ficticia y la pandemia global.
No obstante, la serie tampoco es que esté aquí para proponernos una reflexión profunda ni para que interpretemos el mundo a través de ella; es entretenimiento y como tal se debe entender. Y lo que propone, para bien o para mal, lo ventilará en solo seis episodios. El público decidirá estos días si se convierte en otro boom teenager de Netflix o en su última serie de usar y tirar.
‘El reto del beso’ está disponible en Netflix.
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