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El urbanita episodio perdido de ‘Más allá del jardín’

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Nos vamos a la gran ciudad. (Fuente: Cartoon Network)

Dicen en Vulture que Más allá del jardín puede no ser la mejor serie otoñal, pero es sin duda la que más casa con la estación de las hojas sin equilibrio. Esto quizá tenga que ver con su estética de cuento de bosque encantado, que aúna fantasías y folclores propios y ajenos en inquietantes relatos rurales vaciados de humanidad. La miniserie (la primera de la historia del canal Cartoon Network, aquí disponible en HBO España) concentra las aventuras de dos niños perdidos, los hermanos Wirt y Greg, en espacios tomados por flora y fauna salvaje, campos interminables de caducifolias rara vez salpicados por un destello de energía estival.

No siempre fue así. Cuando Patrick McHale, alumno aventajado de la escuela de Hora de aventuras, presentó formalmente la idea a Cartoon Network, el ambiente, aunque igualmente enclavado en esa grisalla de la cultura popular estadounidense del viejo milenio, era más veraniego, más vibrante, más cosmopolita. O eso se deduce, al menos, de El tomo de lo desconocido, el cortometraje con el que McHale participó en el programa de desarrollo de pilotos de la cadena en 2013, y que puede verse gratuitamente en este canal de YouTube.

Antes de cosechar entregadas ovaciones de la crítica y llevarse a casa el Emmy por su turbador arco de diez episodios inspirado en el follaje de Nueva Inglaterra, las postales de Halloween enviejadas y las alucinaciones quijotescas ilustradas por Gustave Doré, Más allá del jardín era puro pop metropolitano, un cuentecito primisecular sobre un granjero en busca de su sitio en la gran ciudad. The big city, repiten sin parar. En el cortometraje piloto ya se intuían los credos que luego practicó la imaginación de McHale, pero el envoltorio no era una travesía boscosa hermanada con el equinoccio de septiembre, sino una verbena urbanita más propia de la laxitud de la canícula.

El diseño de los personajes y las voces protagonistas (con Elijah Wood, nuestro Frodo, a la cabeza como sosias de Wirt, el del capirote) permanecerían invariados tras la luz verde de Cartoon Network, aunque mucho de lo demás sí cambió. Variaron las animaciones de los personajes, mucho más redondas en la serie final (se delegaron en un estudio coreano), y mutó la propia trama. Desde la más temprana intentona de hacer la serie, allá por 2006, McHale tenía en la cabeza una historia aventuresca basada en la búsqueda de las páginas de un libro, el tal Tomo de lo Desconocido, pero la idea se acabó descartando y de aquello solo quedó el título huérfano de significado de este episodio perdido.

Del programa de desarrollo de cortometrajes de Cartoon Network, por cierto, han nacido otras series de éxito, como Steven Universe, Clarence o Somos osos, que trascendieron ese virtual episodio piloto y consiguieron el respaldo de la cadena para convertirse en programas completos. No tiene precio perderse en ese muestrario de talento incipiente, abierto al público en el canal de YouTube mencionado más arriba. Echad un vistazo a los últimos proyectos del programa. Ojalá que los años nos encuentren de nuevo ahí, entre los dribles de esa formidable cantera.

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antonio

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