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En ‘Vamos Juan’, el rencor es el gran motor de sus personajes

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(Fuente: Virginia Martín Chico/TNT)

Es inevitable pensar qué habría hecho Juan Carrasco si la crisis sanitaria del COVID-19 le hubiera pillado de vicepresidente del Gobierno. Con su necesidad patológica de ser respetado y de ser alguien importante, podría haber ocurrido cualquier cosa, y más si atendemos a sus peripecias en Vamos Juan, la secuela de Vota Juan que TNT ha estrenado, precisamente, en medio de dicha crisis.

Es entre extraño y, al mismo tiempo, muy apropiado hablar con su creador, Diego San José, sobre las nuevas desventuras de este personaje mientras, en palabras del propio guionista, “fuera (está) ocurriendo una película mucho más ambiciosa de lo que tú puedas escribir. Normalmente, tú abres el ordenador para escribir cosas de ficción que le den sentido cinematográfico a la vida real, y ahora la vida real es más cinematográfica que un guion”. Ese diálogo, a veces no buscado, entre la serie y la actualidad ha sido una constante desde el estreno el año pasado de Vota Juan.

Que si seguro que Juan Carrasco está inspirado en tal político, que esto que le pasa fijo que es lo mismo que le ocurrió a Fulanito cuando era ministro… Críticos y espectadores han buscado referentes concretos en la realidad que San José siempre ha afirmado que intentan evitar para que Vamos Juan no se quede caduca antes del estreno, pero hay ocasiones en las que esa misma realidad termina superando todas sus expectativas. “El gran problema, o la gran dificultad, de ser guionista está en eso; no te vale con tener buenas ideas, que ya de por sí muchos días es complicado llegar a tenerlas, sino que encima luego hay que pasarlas por una serie de filtros que ya no son creativos, sino que son censores, que son la lógica, que sea coherente con el personaje y que sea verosímil”, afirma San José.

El ya célebre balonazo a un niño del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, parecía algo sacado directamente de Vota Juan y, de hecho, estuvo a punto de serlo. El guionista explica que “es curioso porque aquello, que se llegó a escribir, iba a ser en el capítulo de la primera temporada. Lo descartamos por dos razones. Una, porque es muy difícil rodar que le des un balonazo a un niño y entre a gol, a menos que lo hagas digitalmente, que es una pasta tremenda, es muy caro. Que lo hagas físicamente es muy difícil. Luego, la realidad lo replicó, pero aun así creo que hicimos bien en descartarlo porque tú, a la realidad, no le pides que sea verosímil (…). Y cuando escribes un guion tienes a esa puñetera detrás; no vale solo con que haga gracia, sino que intentemos que sea creíble. El balonazo en la serie no es creíble y el balonazo de Almeida, como es de Almeida, sí es creíble”.

La verosimilitud es muy importante hasta para las comedias; la serie nunca va a incluir un chiste que a todos los guionistas les encante si no resulta creíble, y esa no es la única norma que se han impuesto a la hora de poner en pie Vamos Juan. Otra de ellas es que su protagonista tenía que ser, de algún modo, un poco autoconsciente de sus defectos: “Sí que recuerdo cosas que dejamos fuera porque nos costaba un peaje muy caro en cuanto a hacer demasiado estúpido al personaje”.

(Fuente: Virginia Martín Chico/TNT)

Diego San José explica que “lo que nosotros hemos hecho en Vamos Juan, de manera más convencida y más insistente, es hacer a Juan Carrasco muy consciente de sus miserias. Es decir, él mete la pata pero, de vez en cuando, lo vemos pasarlo mal porque mete la pata. No es un personaje de comedia que avanza y cree que está triunfando, y no es consciente del caos que está generando, sino que en esta temporada vamos a ver a Juan Carrasco llorar, y venirse abajo y sentirse una mierda sin ningún tipo filtro”.

Ahí entra uno de los capítulos que más ha dado que hablar, el sexto, que es también el debut tras las cámaras de Javier Cámara. Es un episodio embotellado que transcurre en un hotel y en el que Carrasco atraviesa uno de sus peores momentos en la temporada. Eligieron ese para que lo dirigiera su actor principal porque, así, podía tener más libertad al no tener que dirigir al reparto habitual y encargarse de un episodio especial. Hasta contaron en e´l con un guionista invitado, Pablo Remón.

“El capítulo también es un poco más triste que los demás porque, ya que jugábamos a hacer un capítulo embotellado, queríamos que se convirtiera un poco en un juguete en muchos aspectos, no sólo en el de dirección, sino que todos nosotros nos pudiéramos plantear hacer algo un poco diferente”, afirma Diego San José: “Si ya veníamos de hacer reír, lo que podía darnos ese algo un poco diferente, y completarnos el catálogo de colores, era ofrecer algo que no es la risa pero que tampoco es la tristeza y que está ahí, en medio. Puede ser la melancolía o la risa entrecortada, una cosa agridulce”. Y añade que “cuando hemos visto la serie terminada, hemos tenido la sensación de que el seis es una especie de pequeña perlita que tenemos ahí oculta y que creo que se puede consumir sin ver la serie”.

El tono general de Vamos Juan puede ser, en ocasiones, más amargo, más en la línea de esa descripción que hace Esty Quesada de la serie de que tiene un humor de hijos de puta. En parte, eso viene porque sus personajes están impulsados por el rencor: “creo que, en la segunda temporada, el tema es el rencor, y ya no sólo referido a que mueva a los personajes. Si los siete episodios tienen un común denominador, y tienen conexiones temáticas, está en el rencor, y sobre todo no en una defensa del rencor, porque el rencor es una sensación muy incómoda y dañina para el que lo tiene, pero sí es verdad que defendemos que el rencor te mueve más rápido, y con mayor convicción, hacia tus objetivos que el romanticismo o las metas”.

(Fuente: Virginia Martín Chico/TNT)

¿Y cuáles son esos objetivos para Juan Carrasco? Al principio de la temporada lo encontramos fuera de la política, dando clases de biología en un instituto de Logroño, pero su sueño es fundar su propio partido para volver a la primera línea y a Madrid: “Juan Carrasco tiene un problema, que es que él se plantea un objetivo que, realmente, no es el que necesita. Creo que hay algo guay cuando un personaje confunde lo que quiere con lo que necesita”.

“Él siempre intenta ser político para ganarse el respeto y el cariño de su mujer, de su hija, de sus amigos, de los ex compañeros de Logroño del colegio, y cree que siendo político lo consigue. El gran problema de Juan Carrasco es que, si él llega a La Moncloa y sigue sin tener el respeto de sus amigos, buscaría otra manera de lograrlo”, apunta San José. Y ahí está también la razón por la que, por muchas cosas moralmente reprobables que haga, no es tan fácil despreciarlo: “creo que el personaje tiene una cosa curiosa que es que, aunque haga las cosas más horribles del planeta, es difícil odiar a Juan Carrasco porque creo que es difícil odiar a un perdedor”.

‘Vamos Juan’ está disponible en los servicios de VOD de los operadores de televisión de pago.

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