(Fuente: Netflix)
Esta crítica se ha escrito después de ver la primera temporada de ‘Feel Good’. No contiene spoilers.
Uno de los estrenos de Netflix el fin de semana pasado fue Feel Good, una producción original de Channel 4, que encaja en la línea de dramedias semiautobiográficas creadas y protagonizadas por comediantes profesionales, en este caso, Mae Martin, una canadiense afincada en el Reino Unido.
Para hablar de esta serie británica algunos han usado como referencia a Fleabag, porque Martin también hizo carrera después de triunfar en el Festival de comedia de Edimburgo. Comparar nuevos títulos con esa obra maestra de Phoebe Waller-Bridge siempre hará más mal que bien, porque las expectativas con las que se acerca el espectador nunca se verán cumplidas en cuanto a los temas, tono, capacidad de sorpresa y recursos narrativos utilizados.
En este caso, para que nadie invoque el mantra “emosido engañado”, debemos advertir que los puntos en común Feel Good y Fleabag son circunstanciales. Quizá haya algo similar en la aparente estabilidad inicial de sus protagonistas, pero son series totalmente diferentes. Basta ya de comparar series con Fleabag.
(Fuente: Netflix)
La protagonista de Feel Good es Mae, una comediante que después de una de sus actuaciones conoce a George (Charlotte Ritchie), una chica con la que conecta inmediatamente. A los 10 minutos del primer episodio ya han pasado varios meses de su relación y están viviendo juntas. Como en Catastrophe, esta es una historia que empieza justo donde acaban tradicionalmente las comedias románticas y nos cuenta lo que pasa después de que la pareja empieza su relación de convivencia.
La conexión, la química y los sentimientos que sienten la una por la otra son reales. Las cosas son tan fáciles entre ellas desde el principio, que no se han dado cuenta de que en realidad no se conocen. Y ahí es donde comienza la historia que nos quieren contar.
El principal conflicto surge por las partes de sus vidas que no comparten con la otra. En el caso de Mae, sus problemas de adicción a las drogas en el pasado; en el de George, que mantiene su relación en secreto porque esta es su primera relación no heterosexual. La vida en pareja de Mae y George es perfecta dentro de la burbuja de su habitación, pero no es real. En los seis episodios de esta primera temporada las acompañaremos en sus altos y bajos, veremos cómo afrontan lo que consideran los fallos de la otra y cómo ambas se equivocan una y otra vez.
(Fuente: Netflix)
La serie establece un paralelismo entre el romance y la adicción y nos muestra a través de otros personajes las consecuencias de la enfermedad en los otros miembros de la familia. Pero cuando es divertida lo es mucho. El personaje de la madre de Mae (que interpreta Lisa Kudrow) es genial, el del compañero de piso también tiene algunos buenos momentos. Y los amigos de George son lo peor, lo cual es ideal porque podemos depositar en ellos todo nuestro desprecio.
En las tres horas que nos dura la serie nos encariñaremos con las protagonistas e iremos cambiando de bando, según consideremos cuál de ellas tiene la razón en cada momento. Para cuando llegue el final, ya estaremos tan involucrados con su historia a nivel emocional, que sus triunfos los celebraremos y sus tropiezos harán pupita. Y eso es lo que queremos en una comedia romántica, que nos importe lo que les pase a sus personajes y queramos que estén juntas, si eso les hace bien.
El Feel Good del título es interpretable y relativo, pero sin duda sentiremos algo. Eso sí, esperamos que pronto la renueven, porque esa última escena no es un final.
‘Feel Good’ está disponible en Netflix.