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Hijas de su tiempo

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(Fuente: Warner)

Cada cierto tiempo reaparece un titular de este estilo por las redes sociales: “los millennials no pueden creer lo machista que era Los vigilantes de la playa”, o algo similar. Automáticamente surgen quienes critican lo maniqueo de las historias de aquella serie y quienes, en el lado contrario, defienden su labor de evasión y entretenimiento sin más. Todos acaban perdiendo de vista algo importante, y es que Los vigilantes de la playa era hija de su tiempo, en este caso, de la década de los 90 (siendo justos, ya era problemática hasta para los estándares de aquella época).

El ejemplo más paradigmático de esto es Friends. Cuando Netflix la incluyó completa en su catálogo, muchos espectadores que nunca la habían visto (o que la recordaban vagamente) decidieron ponerse con ella desde el principio y, para algunos, el shock al ver cómo se tocaban algunos temas fue tremendo. Sorprendía que una sitcom que quería llegar a un público masivo en 1994 tuviera muy poco tacto al hacer chistes sobre la ex mujer lesbiana de Ross, o sobre el padre transgénero de Chandler, o sobre las inseguridades sentimentales de Ross, o sobre la facilidad de Joey para ligar.

A mediados de los 90, en unos Estados Unidos en los que la violencia de género no se veía como un problema y los homosexuales vivían bajo el lema “don’t ask, don’t tell’, todas esas bromas resultaban habituales. Vistas con la sensibilidad de 2019, chocan y, para algunos, hasta pueden resultar ofensivas. Eso demuestra que la sociedad ha avanzado.

David Hasselhoff, en ‘El coche fantástico’.

Sin embargo, también demuestra que es absurdo criticar esas obras sin tener en cuenta su contexto histórico. Por eso se dice que algunas series han envejecido mal. No porque el vestuario se vea pasado de moda, o los efectos especiales sean baratos, sino porque Michael Knight podría tratar a las mujeres como objetos en El coche fantástico en los 80 y que nadie se quejara, pero ahora nos parece un tipo retrógrado con pelazo, eso sí.

A cambio, lo que esas ficciones ofrecen es una ventana a las sociedades de los años en los que se produjeron. Si echamos un vistazo a algún episodio de The Dick Van Dyke Show, por ejemplo, veremos en acción las convenciones sociales de los 60 con respecto a la familia (también veremos una comedia muy divertida y que iba a un ritmo bastante rápido). Cualquier episodio de Brigada Central nos enseña cómo era la España de principios de los 90 y hasta Verano azul sirve para que veamos que había algunos asuntos importantes para los adolescentes que, simplemente, no se hablaban con sus padres.

Hasta una comedia que ha envejecido mucho mejor que sus contemporáneas como Las chicas de oro sufre si la juzgamos con los ojos del siglo XXI. Tampoco mucho; Dorothy, Blanche, Rose y Sophia han aguantado el paso del tiempo con la dignidad de las grandes señoras que eran.

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marina

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