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La importancia de una mentora mujer en ‘Merlí: Sapere Aude’

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María Pujalte es el gran fichaje de ‘Merlí: Sapere Aude’. (Fuente: Movistar+)

Después del éxito internacional que alcanzó Merlí en su segunda vida en Netflix, Movistar+ anunció un acuerdo con TV3 por el que la plataforma retomaría la historia con un spin-off. La secuela de la serie, que llegará a Movistar+ a finales de año (y un año después a la televisión catalana), recogerá la trama en el punto en el que la dejó la original.

Merlí: Sapere Aude se centrará en Pol Rubio, el alumno rebelde interpretado por Carlos Cuevas al que Merlí, su profesor de filosofía, mete en cintura en la serie madre. Después de la muerte de su mentor (que marca el final de la tercera y última temporada de Merlí), Pol comenzará una nueva vida en la facultad de filosofía.

Movistar+ anunció no hace mucho que algunos viejos personajes de la serie original regresarían, mientras que otros nuevos se incorporarían en esta secuela. Entre los nuevos nombres hay uno en concreto que se relaciona directamente con los retos a los que se enfrenta esta nueva encarnación de Merlí: María Bolaño. Ella será la profesora que oriente y motive a Pol desde su primer día en la carrera.

De Merlí Bergeron a María Bolaño

La figura de la docente María, interpretada por María Pujalte, deberá medirse con la sombra del carismático e hipermasculinizado Merlí, quien además de profesor acababa siendo casi un padre para los alumnos de la serie original. Así, en cierto modo, estableció el personaje interpretado por Francesc Orella su relación con Pol: de macho a macho.

Varias de las críticas que he escuchado hacia la serie tenían que ver, precisamente, con el carácter masculino tóxico del profesor al comienzo de la historia. A su llegada al instituto (y durante buena parte de los episodios), Merlí tiene una actitud de mansplainer condescendiente que se alimenta con una masculinidad heterosexual voraz. De las mujeres que interactúan con él a lo largo de la serie, prácticamente las únicas con las que no se acuesta son las no canónicas y las menores de edad.

Y este no es un tema de libertad sexual, sino de representaciones masculino/femenino. En esas “conquistas” suyas (porque queda claro que Merlí se considera un casanova en un sentido casi coleccionista), las posiciones de poder entre el profesor y la mujer con la que se enrolla son evidentemente asimétricas.

Él siempre sabe más que ella, puede más que ella o le explica a ella lo ilusa que es por no querer acostarse con él de buenas a primeras (normalmente por una supuesta liberación iluminada que él ya ha alcanzado y ella, por lo visto, no). Los cuerpos de mujer representados y, sobre todo, los que no en las parejas de Merlí tampoco son inocentes. Al fin y al cabo, él no deja de ser el protagonista, y lleva el timón bien agarrado durante casi toda la serie.

“No todo va a ser follar”

Carlos Cuevas recupera su papel de Pol Rubio. (Fuente: Movistar+)

Sí es cierto que, hacia la última temporada, el personaje comienza a presentarse visto “desde arriba”, ridiculizado y delatado como un heterosexual recubierto de un albedrío liberal, pero que marca todas y cada una de las casillas de la hombría de manual. Por ejemplo: no tiene ningún problema para aceptar la homosexualidad de su hijo Bruno, pero sí para hablar con él de sus sentimientos (porque, pensará, “llorar es de nenazas”).

También es importante en esa tercera temporada la figura de Silvana, la última profesora con la que Merlí se acuesta en la serie (si no me equivoco; uno ya pierde la cuenta…). Después de su rápido encuentro, esta vez es ella la que le para los pies a él cuando Merlí se hace ilusiones y asume que lo suyo será algo más que sexo. Y aquí no vemos al adulto liberal y desacomplejado que celebra la libre decisión de todo el mundo: este es un macho alfa herido, al que no le importa rechazar pero le duele que lo rechacen.

Por tanto, la figura de María como nueva mentora de Pol tiene mucho margen para reparar la influencia hipermasculina de Merlí y continuar construyendo en una dirección más plural. Porque hay lagunas, claro (como que entre los 40 filósofos que dan nombre a los episodios haya tres mujeres); pero la serie no iba por mal camino. La figura de Pol, aunque siempre desde la admiración hacia su profesor, acabó suponiendo una subversión del estrecho molde que representaba Merlí y expandiéndose. Ahora, desaparecido él y presente su legado para revisión, la serie solo puede mejorar.

antonio

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