‘The Crown’ es una de las series más caras de la actualidad. (Fuente: Alex Bailey/Netflix)
El Peak TV, la burbuja de las series de televisión, no sólo se refiere al crecimiento exponencial de la cantidad de producciones que salen de Estados Unidos al año, o a que cada vez entran más nuevos actores en esta arena (provenientes del mundo de la tecnología, como Apple o Facebook), sino que también engloba a los presupuestos de dichas series. Hay una carrera por asegurarse los nombres más importantes, los proyectos más atractivos, por perseguir a la nueva Juego de Tronos, y los estudios se están gastando miles de millones de dólares en ella.
Variety ha publicado un reportaje que detalla cómo esa inyección de dinero en la ficción televisiva contribuye a atraer talento que, por ejemplo, no encuentra alicientes para trabajar en el cine, y cómo también puede estar creando una situación de gastos cada vez mayores que acabe siendo insostenible. En el reportaje se recogen las declaraciones de David Wells, jefe financiero de Netflix, que afirmaba que:
“¿Son posibles 20 millones de dólares por una hora de televisión? Ciertamente. Si tienes la audiencia suficiente, podemos apoyar ese nivel de calidad en televisión”.
¿Se puede sostener? Esa es la pregunta cuya respuesta no se conoce aún. Está claro que la entrada en el juego de Netflix y Amazon, con su voracidad para quedarse con los proyectos más golosos a golpe de talonario, está cambiando las reglas del juego y está llevando a que los presupuestos de las series superen los de una película tipo It, que costó unos 30 millones de dólares.
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La barrera de los 10 millones
La primera temporada de ‘American Gods’ costó unos 8 millones por episodio. (Fuente: Starz)
En Variety identifican varias razones por las que un episodio de drama (de entre 45 y 60 minutos) se ha disparado hasta superar rutinariamente los seis millones de dólares en cable y streaming, cuando la media de coste solía estar entre tres y cuatro millones. Una mayor utilización de efectos especiales, construcciones minuciosas de decorados, más rodaje en exteriores y localizaciones naturales y, por supuesto, contar en algunas con grandes nombres al frente del proyecto lleva a disparar los presupuestos.
Algunas de las cifras que se dan de capítulos de series muy recientes son bastante significativos.
- Stranger things (Netflix): 6 millones en la primera temporada.
- The Get Down (Netflix): 11 millones.
- Legión (FX): 4 millones.
- Timeless (NBC): 4,5 millones.
- Jack Ryan (Amazon): 8 millones.
- The Tick (Amazon): 5 millones.
- Westworld (HBO): 10 millones.
- Will (TNT): 5–6 millones.
- Star Trek: Discovery (CBS All Access): 6–8 millones
- American Crime Story (FX): 6 millones.
La media por capítulo en los dramas de cable solía estar entre tres y cuatro millones de dólares, y en las comedias de media hora, entre un millón y un millón y medio. Diez millones de dólares es lo que le costó a ABC el piloto de Perdidos en 2004, siendo entonces uno de los episodios más caros de la historia de la televisión. Esos costes ya han dejado de llamar la atención. Y casi tampoco que Netflix vaya a pagarle dos millones de dólares por programa a David Letterman por seis episodios de un nuevo espacio de entrevistas.
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El mal ejemplo de ‘Juego de Tronos’
La crítica de Variety, Maureen Ryan, exponía en un artículo aparte por qué las plataformas y las cadenas que están gastando miles de millones de dólares en buscar su propia Juego de Tronos están quedándose con las lecciones erróneas de esa serie. Se está reproduciendo, en parte, el frenesí que siguió al éxito de Perdidos, en el que todo el mundo quería encontrar su propia versión de esa serie sin prestar atención a lo que de verdad la había convertido en un éxito.
En el caso de Juego de Tronos, de lo que se habla es de que, para su octava temporada, sus capítulos van a costar unos 15 millones de dólares, que sus efectos especiales cada vez son más espectaculares y que es, sin duda alguna, la serie más grande de la televisión actual. Se obvia que, inicialmente, su presupuesto era similar al de otros dramas de HBO (unos seis millones de media), que su piloto se descartó y se tuvo que volver a rodar por completo, y que la cadena no aumentó el dinero con el que contaban David Benioff y D.B. Weiss hasta que la serie no fue un éxito consolidado.
La manera de atraer a los nombres más interesantes es ofrecerles directamente compromiso de temporada completa y casi carta blanca con el presupuesto, y confiar en que alguno de esos proyectos dé resultado. Maureen Ryan apunta, sin embargo, que lo más destacado de la puesta en pie de Juego de Tronos fue que HBO tuvo paciencia y dio tiempo a Benioff y Weiss para que desarrollaran la serie. Tardaron casi cuatro años en rodar el primer piloto, por ejemplo.
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De momento, y mientras Netflix saca ventaja a buena parte de sus competidores porque empezó antes a producir sus propias series, los nuevos actores en este mercado como Apple, Facebook o YouTube no han mostrado aún lo que pueden hacer. El último ha tenido pequeñas obras de ficción en YouTube Red, y el segundo se está concentrando, sólo en Estados Unidos, en reality shows. El primero, mientras tanto, ha debutado con Carpool Karaoke (que cuesta, por cierto, dos millones de dólares por episodio).
Aún es pronto para saber si este gasto sin control acaba yendo a alguna parte.