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Las mujeres terribles

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Serena Joy, en la segunda temporada de ‘The Handmaid’s Tale’. (Fuente: Hulu)

Durante mucho tiempo, los personajes femeninos en la ficción tenían que ser “likeables”, tenían que caernos bien. Para ello, no podían hacer nada que pudiera poner al público en su contra, lo que en ocasiones incluía no contradecir al protagonista masculino. Cuando alguna osaba llevarle la contraria, la respuesta de parte de los espectadores era el odio que recibió Skyler en Breaking Bad por echarle en cara a Walter que se había convertido en Heisenberg porque a él le daba la gana, no porque quisiera realmente beneficiar a su familia.

Las mujeres tenían que ofrecer una imagen en las series que sólo iba de “la chica de” a la villana trastornada. No había hueco para matices intermedios. Lo interesante en las series de los últimos años, en cuanto la era del hombre de mediana edad enfadado iniciada con Los Soprano fue entrando en declive, es que los antihéroes pasaron a ser antiheroínas. A protagonistas como Nancy Botwin se les permitía ser irresponsables y meterse por caminos peligrosos aunque eso les pudiera ganar el apelativo de “malas madres”, y alguien como Hannah Horvath era egocéntrica e insegura y creía que iba a acceder a un estilo de vida que, en realidad, nunca se le garantizó.

Alicia Florrick encarnaba una gran parte de esa evolución en el protagonismo de las series (y lo hizo en una ficción en abierto como The Good Wife). Su evolución consistió en darse cuenta de que ella tenía el mismo derecho que su marido a ser ambiciosa, a pisar de vez en cuando a alguien para conseguir sus propósitos, a no tener que dar explicaciones ni justificarse. ¿Por qué tiene Daenerys que justificar lo que acaba de hacer? Es la reina, ¿desde cuándo la reina da explicaciones ante los hombres que son sus subordinados?

El cuento de la criada tiene a sus mujeres viviendo bajo un régimen opresor y claramente malvado, pero ellas no son inocentes. June toma malas decisiones para intentar sobrevivir y puede ser en ocasiones poco empática y muy obstinada, y Serena es tanto verdugo como víctima. Si esa serie funciona es porque sus personajes femeninos no son monolíticos, sino que están llenos de contradicciones y puede ser complicado identificarse con ellos. Ahí está la gracia.

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marina

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