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Marc Vigil: “Ahora las series de televisión tienen una mirada”

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Vigil en la presentación de ‘Nasdrovia’ en el FesTVal de Vitoria. Fuente: (Movistar+)

Lleva un disimulado peinado mohicano por el que asoman un par de canas, porque Marc Vigil es un macarra clásico. El director asturiano se ha ido volviendo también productor y guionista a medida que aumentaba la envergadura de El ministerio del tiempo, la criatura de TVE que corona su ecléctica carrera, pero se hace evidente si se comparten unos minutos con él que lo suyo es realizar. Esa mezcla perfecta del nervio para imponer la tradición que funciona y la hiperactividad que permite mandar sin renunciar al caos y la carambola.

Vigil es de la Avilés que tuvo hasta cinco salas de cine en activo, más que de la que sustituyó el último local, el Marta, por un asador. Una de aquellas pantallas envió a sus pupilas durante la infancia las imágenes cautivadoras de E.T., el extraterrestre, dejándolo prendado para siempre del oficio. “Os voy a decir una cosa”, se arranca. “Yo creo que la gente no sabe lo que hace un director, en general. Es un director de orquesta: pelea para que el casting sea perfecto, para que el director de fotografía sea este, para que el formato sea 2.35:1 o para encontrar al músico ideal”. Tenerlo en nómina debe ser una dulce pesadilla.

Natural de la periferia (ahora es un poco de todas partes), sufrió como cualquier otro los reveses de ser extranjero en Madrid. De dormitar en sofás de amigos y hacer chapucillas en productoras pequeñas pasó a ser protegido de Luis San Narciso, quien lo acompaña en su batida más reciente, la serie de Movistar+ Nasdrovia, a estrenar en noviembre. Gracias al legendario director de casting realizó para Globomedia episodios de Gominolas, Aída o 7 vidas. “Llevo muchos años haciendo televisión, con lo bueno y con lo malo”, recuerda. “Me formé en series en las que prácticamente hacíamos teatro, cuando éramos los patitos feos de la industria y teníamos que hacer un tipo de televisión muy determinado para un target muy amplio, lo cual condicionaba mucho los contenidos”.

Para el realizador, el cambio reciente en la ficción de la pequeña pantalla supone el triunfo de la perspectiva. “Hay creadores que llevan toda la vida en esto y antes hacían una cosa y ahora hacen otra, porque de repente se ha incorporado la dirección a la producción ejecutiva. Hay una mirada y un punto de vista. No es lo mismo Los hombres de Paco, con todo lo bueno, que La casa de papel”. La realización, como toda disciplina, tiene sus grandes artesanos. Le digo que he visto en una apabullante secuencia del primer episodio de Nasdrovia a Sorrentino y a Scorsese, y él sube la apuesta.

“Todo eso está. También eran muy interesantes como referentes Barry y Fargo (la versión episódica de Noah Hawley, del 2014)”, confiesa. “Luego llega un momento en que… Es que llevo 17 años, ya tengo mi propio estilo. Lo que hago es adaptar el lenguaje a mi forma de contar las cosas, que es lo que le da personalidad”. Pero las filias se cuelan por las grietas: “Me interesaba mucho jugar con el formato 2.35:1 [más ancho que la pantalla completa habitual en las series actuales, de proporción 1.78:1], dejar que respirasen las escenas, que hablasen los actores y se moviesen. Eso es la comedia clásica de Billy Wilder. Luego, de repente rompemos con cámaras que se mueven, travellings…”

Da la sensación de que podría pasarse toda la vida comentando planos y montajes. Antes del encuentro con Vigil, Leonor Watling, la protagonista de Nasdrovia, recordaba para Fuera de Series, con una mezcla de admiración y terror, la cantidad de veces que han llegado a repetir algunas tomas por cuenta de esa pasión desbocada. “Soy exigente porque creo que la comedia es muy precisa”, mantiene Vigil. “Si no, caes en la chorrada, en la caricatura. Aunque con Leonor es muy fácil trabajar. Además, estamos descubriendo otra Leonor Watling, que tiene un perfil acojonante en comedia”.

Vigil y Hugo Silva viven “una historia de amor”. Fuente: (Movistar+)

Buena parte del reto que supuso el papel para la actriz madrileña tenía que ver con encajar en un dispositivo narrativo complejo que Vigil se echó a la espalda: las continuas rupturas de la cuarta pared. No amedrentó al equipo que el fenómeno Fleabag explotara haciendo gala de ese mismo recurso (“nos jodió, porque estos guiones tienen ya tres años”), pues el objetivo era hacerlo funcionar con autonomía. Rodando en un vagón de metro en marcha, por ejemplo, donde la exhaustividad de Vigil se vio capada a solo dos tomas. “A veces esas situaciones son buenas para dar identidad a la serie. Si tienes la posibilidad de hacerlo todo 20 veces, se pierde la esencia y el estilo. Hay que apostar por cosas. De la misma forma que puedo repetir muchas cosas, tengo muy claro que cuando algo me gusta no necesito cubrirlo”.

Pongamos que hablo de Madrid

La otra mitad de la pareja protagonista, Hugo Silva, es un viejo conocido del director: “Hugo y yo vivimos una historia de amor. Él confía mucho en mí. Es un tipo que van pasando los años y va para arriba”. El escenario de ese romance es Madrid, una ciudad que Vigil está empeñado en hacer perfectamente reconocible en las imágenes de Nasdrovia. Habiendo pasado una vida en la capital, se niega a no encontrarla en su propia serie. “Me mola hacer un plano a lo Woody Allen en el que veo una calle con la plaza de Cascorro detrás, luces por la noche…” Chasquea los dedos como si acabara de ocurrírsele la solución a un acertijo y se responde a sí mismo: “Madrid”.

Desde los años de aquella pequeña productora capitalina, Vigil mete el hocico donde puede. Se ha colado en la escritura de los guiones de la segunda temporada de Nasdrovia. Con El ministerio del tiempo, sin embargo, fue dando pasos atrás según crecía la serie. “Para la cuarta temporada venía de Malaka, Nasdrovia y la peli (El silencio del pantano, en Netflix), y le dije a Javier Olivares que la produciría, decidiría quién dirigía qué y me guardaría para mí un capítulo, el de Almodóvar, porque era diferente”. Qué faena regalar a una serie cinco años de tu vida y no hacer el último episodio, una deletérea emboscada pulp que acabó firmando Jorge Dorado. ¿Envidia? “Ninguna. Se lo di yo. Yo lo escribí con Javier”, declara con mesura de samurái, pero no puede evitar volver a la macarrada: “También te digo una cosa: yo me he metido en todos los guiones que he rodado. Es la pelea de siempre”.

Crítica: ‘Nasdrovia’, comedia de caída entre ‘Fleabag’, lo griego y los Coen
Movistar+ factura con la perspectiva suficiente un pastiche irresistible del que tiran Leonor Watling y Hugo Silvafueradeseries.com

antonio

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