Tracey Ullman es Betty Friedan en ‘Mrs. America’. (Fuente: IMDB)
Quienes seguimos Mrs. America estamos disfrutando de una de las mejores producciones del año. Y lo es a todos los niveles, porque es un espectáculo interpretativo, narrativo y técnico. También es una lección de historia interesante y, además, muy entretenida, no solo por el ritmo sino también por el personal sentido del humor y sarcasmo de algunos de sus momentos. Pero, por sobre todo, es un espejo crítico en el que podemos mirar al mismo tiempo el pasado y nuestro presente.
Aparte de disfrutar con la historia narrada y aprender de la Historia que retrata, la serie creada por Dahvi Waller es un fresco hiperrealista de las contradicciones del movimiento feminista, de la necesidad de que sea interseccional, de los retos que esto supone en las luchas particulares por los derechos de cada grupo, y un análisis certero de la efectividad de los vacíos discursos antifeministas. Algo que es clave en el momento histórico de la serie y que sigue vigente hoy, 50 años después.
“La agenda feminista no está interesada en la igualdad de derechos. Es un movimiento político que anima a las mujeres a dejar a sus maridos, a asesinar a sus hijos, a practicar la brujería, destruir el capitalismo y a convertirse en lesbianas”.
-Pat Roberson.
El párrafo anterior recoge las palabras de un teleevangelista, dirigidas a sus seguidores de Iowa, como parte de su campaña en contra la ratificación de la Enmienda de Igualdad de derechos en 1996, 20 años después de los hechos narrados en la serie. Su ridiculez da risa, pero del tipo de risa nerviosa que nos sale por no llorar, porque es una copia del discurso de ultraconservadoras como Phillys Schlafly, y el mismo que repiten muchos hoy en día. Es una narrativa sencilla que se graba a fuego.
Sarah Paulson en el episodio 7 de ‘Mrs. America’. (Fuente: HBO España)
Y que no aguanta un debate. Cuando a una persona que afirma no ser feminista (ni michismi ni fiminismi), intentamos recordarle que si hoy disfruta de ciertos derechos es gracias a la lucha del movimiento, lo que hará es repetir la misma cantaleta como un disco rayado. No hay espíritu crítico, solo adoctrinamiento. Esto lo representa muy bien el personaje que interpreta Sarah Paulson en el séptimo episodio de la serie, un viaje que tiene su clímax en una escena en la que dice: “Vine a defenderme, pero tengo que preguntarme ¿quiénes no están atacando?”.
El feminismo es un movimiento social y político complejo. Tanto, que aún quienes no lo entienden (o no lo quieren entender) en su definición más básica. Pero también es complejo para el propio movimiento, porque en la defensa de los derechos de las mujeres hay que tener en cuenta que los sistemas de opresión y discriminación nos afectan de forma diferente según el color de la piel, la clase social, la orientación sexual, las creencias religiosas, la diversidad funcional, la identidad de género, la edad, el pasaporte…
Es necesario que el feminismo sea interseccional, que nos incluya a todes, y eso es algo que aún cuesta dentro del propio movimiento, aunque parezca una cosa tan evidente. En la serie lo muestran con la posición de pioneras como Betty Friedan, y en nuestro día a día, por aquellas que se consideran feministas, y al mismo tiempo excluyen a las mujeres trans. Me enerva.
El camino recorrido ha sido largo, pero aún queda mucho. Ojalá tuviéramos un espacio de debate y consenso como el que se plantea en la convención del séptimo episodio de Mrs. America.
‘Mrs. America’ está disponible en HBO España.
“Ni machista ni feminista”
Esta postura indefendible solo puede nacer de la ignorancia. O de la perversidadfueradeseries.com