La segunda temporada de Narcos: México ha sido un torbellino de cosas. Tiros por todos lados, sangre, traiciones y muchos paquetes de cocaína cruzando las fronteras. La de Netflix ha llegado para explicarnos claramente la madeja enredada que es la historia del narcotráfico mexicano.
Hemos estado toda la temporada maldiciendo a Félix y su forma completamente ególatra de funcionar, esa falta de código ético incluso con los suyos. Y sin embargo, esos últimos minutos de la temporada hablando con Walt nos muestran que el verdadero desorden está por llegar. Aprovechamos que ya hemos visto todos los episodios para repasar los puntos clave que se nos han mostrado.
Félix Gallardo solo sabe apretar
(Fuente: Netflix)
Una de las críticas que se le hizo a las dos primeras temporadas del Narcos original fue que la figura de Pablo Escobar caía simpática. Era un excéntrico divertido que además hacía cosas malas, y no se puede dar una imagen así de un narcotraficante sanguinario. No ha pasado igual con su secuela mexicana: Félix Gallardo cae mal.
Y lo hace incluso a sus compañeros, pero es que se lo gana a pulso. Rafa y Neto fueron abandonados a su suerte porque le salía a cuenta. Lo mismo ha hecho con los demás. Da igual si hablas de los colombianos, de Isabella, de su segunda esposa (de la que, visto lo visto, se ha limitado a olvidarla) o de los compañeros de las plazas; Félix solo sabe apretar a los demás y ser siempre arisco, duro, desagradecido. Necesita demostrar que es más que el resto, aunque eso implique dejar a cualquier compañero atrás.
Es intencionadamente desagradable, y ya hemos visto que esa trayectoria no le cosecha grandes amistades. Parece que los acuerdos internacionales del país tampoco ayudaron.
Walt, la cara amarga de la justicia
(Fuente: Netflix)
Por encima de todo, la historia de la DEA, de Kiki, de Walt, es la más amarga de Narcos: México. Nadie espera que los malos hagan otra cosa que ennegrecer el mundo, pero si algo nos muestra la trama de Walt durante esta temporada es la falta de consuelo que podemos esperar desde los gobiernos. Él lo intenta, de una forma vocacional y dispuesto a darlo todo, pero no tiene quién lo acompañe en los escalones superiores.
Da igual cuánto trabaje, a cuánta gente logre comprometer en la causa y cuántos cuellos de agentes se apuesten; siempre habrá un trato por encima que habrá decidido de antemano ya no solo a qué traficante permitir que exista, sino qué operaciones apoyar realmente. Por encima de los narcos, la droga, los tiroteos y las familias destrozadas, la de Narcos es una historia de agentes sintiéndose completamente vendidos por quien debería apoyarlos. Y mientras, la droga sigue moviéndose.
El nacimiento de El Chapo
(Fuente: Netflix)
A El Chapo lo hemos visto desde el principio en sus andanzas en Sinaloa. Desde la primera temporada se preocuparon por dejar claro su nombre y su posición y, cada vez más, ha ido acaparando frases y escenas hasta convertirse en uno de los protagonistas de los arcos secundarios de esta segunda temporada.
Basta con conocer un poco la historia reciente del narcotráfico para saber el papel que acabará teniendo, y que veremos muchos más minutos de su trayectoria. Una de las ventajas de narrar situaciones veraces es, precisamente, saber desde el comienzo el final y poder dibujar personajes como El Chapo, haciéndolo crecer desde el último de los figurantes hasta lo que es hoy.
Las dos primeras temporadas de ‘Narcos: México’ están disponibles en Netflix.
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