Brit Marling no seguirá contando la historia de ‘The OA’. (Fuente: Netflix)
Netflix volvió a sacar ayer a pasear su guadaña para asestar el golpe mortal a The OA. La peculiar serie creada y protagonizada por Brit Marling ha sido cancelada tras dos temporadas, lo que evidencia que a la plataforma le cuesta cada vez más mantener marcas veteranas de éxito o que sencillamente no tiene interés en hacerlo.
Si repasamos la lista de series originales de Netflix, vemos que, tras el cierre de Orange is the new black y Unbreakable Kimmy Schmidt, las que llevan más tiempo en pie son BoJack Horseman en animación (5 temporadas, desde 2014), Grace and Frankie en comedia (5 temporadas, desde 2015) y Stranger things en drama (3 temporadas, desde 2016). Además de estas y dejando al margen las producciones locales, anteriores a 2018 solo quedan Mindhunter, Por trece razones, The Crown, Ozark, GLOW, Atípico, F is for family y Big Mouth, además de Dear White People que está pendiente de renovación.
Todo lo demás estrenado antes del año pasado ha finalizado o se ha cancelado, desde House of cards y Sense8 (¿la primera cancelación dolorosa para el fandom de Netflix?) hasta Love y Santa Clarita Diet, pasando por las series de Marvel o Narcos, que tuvo una continuación llamada Narcos: México con mucha menos repercusión. Mientras, el resto de originals en pie son éxitos (o no) recientes que van apareciendo para tapar fracasos pasados.
Esta estrategia de lanzar constantemente nuevos títulos sin esperar a que los anteriores crezcan y maduren acarrea el problema de que cada vez es más complicado asociar mentalmente la marca Netflix a sus productos. O al menos a sus productos decanos, sus pilares. Y no contar con una sólida base de series originales que creen un vínculo emocional entre el cliente y su suscripción puede hacer huir a muchos usuarios cuando lleguen los nuevos competidores del streaming (ya saben, Disney+, HBO Max, Apple…) que, además, se llevarán consigo las joyas del catálogo (como Friends, por ejemplo).
Más allá de eso, con la cancelación de The OA (y otras anteriores) Netflix ha roto la ilusión de un relato que ellos mismos se ocuparon de crear: que eran otra cosa diferente a las (diabólicas) cadenas de televisión en abierto, un lugar donde brotaban productos atípicos y donde se respetaba al máximo al espectador. Pero cuando los números y los algoritmos mandan, parece que el espectador ha pasado a segundo plano. ¿Le terminará penalizando?
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