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Crítica: La tercera temporada de ‘Por 13 razones’ se encierra en su burbuja

Clay y Annie en una imagen de la tercera temporada. (Fuente: Netflix)

Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros episodios de la tercera temporada de ‘Por trece razones’. No contiene spoilers.

El suicidio de Hannah Baker acaparó muchos de los titulares de hace dos años. Era una historia impactante, que trataba el tema del abuso en adolescentes y que ponía sobre la palestra capítulos muy difíciles que pasan a diario un montón de chavales. Por trece razones llegó y nos conmovió a muchos. Era uno de esos títulos que te agarran y no dejan que te alejes de la silla. Y entonces lo renovaron.

Su segunda temporada se llevó críticas de todo tipo y en ella abandonaban parte de la seriedad, mostrándose como un producto más al uso y con una renovación previsible, pero menos emocionante. Hoy llega su regreso a Netflix, del que ya sabemos que es la penúltima vez que veremos a los personajes. La sensación es extraña y de haber visto algo con poca sustancia.

El final anterior dejaba la impresión de que se iban a acercar a un género de sobras recorrido por series adolescentes y que congrega mucho seguidor fiel. Todas ellas tienen en común un ritmo muy rápido, gran cantidad de información por cada episodio y una forma enrevesada de enseñar las tramas. Son los típicos títulos que queman trama sin miedo y que, si entras en el ambiente, te tienen con el pulso acelerado toda la temporada.

(Fuente: David Moir/Netflix)

Por contra, el arranque de la tercera temporada de Por trece razones es hueco. En un momento en que el espectador tiene por un lado series de calado y otras que se enfrentan sin complejos a la diversión exagerada, la de Netflix se queda a medio camino entre tomarse en serio y aceptar su nueva condición. Y no funciona.

No pueden pasar muchos sucesos inverosímiles a la vez porque dejaría de ser verosímil (aunque tengo mis dudas de que a estas alturas lo siga siendo), pero tampoco pueden pretender hacer educación emocional cuando hablamos de un violador ventilado en el final de la temporada pasada. El resultado son escenas en las que suceden pocas cosas y ves a la gente hablar de dramas ya explicados sin aportar novedades.

Pero no todo van a ser cosas negativas. Para esta tercera temporada se introduce a un nuevo personaje que será el que haga de narrador. Annie es una recién llegada, cuya madre trabaja para la familia de Bryce, una privilegiada posición que le permite ser testigo de sus intimidades. Pese a que su trama inicialmente no tiene mucha sustancia (hay que ver cómo evoluciona), sí es cierto que sirve de herramienta para contemplar lo que sucede desde el exterior, con una visión más parecida a la que sentimos desde casa.

Aleja el altavoz, aumentando la sensación de grupo endogámico entre los compañeros que han hecho una piña por necesidad, más que por afinidad. Y le sienta muy bien. Quita dramatismo y permite relativizar lo que estamos viendo.

Con todo, el resultado final posiblemente seguirá convenciendo a aquel que se enamoró de Liberty High y que es un seguidor incondicional de Clay, pero para el resto es fácil que se quede en poco. Es una lástima, porque tiene los ingredientes para lanzarse a la adrenalina de sucesos; además, cumple con los suficientes clichés para hacer un producto entretenido. Pero para eso necesitaría dejar de tomarse tan en serio y abrazar el mamarrachismo.

La tercera temporada de ‘Por trece razones’ está disponible completa en Netflix.

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