Tom Rhys Harries es Axel Collins en ‘White Lines’. (Fuente: Netflix)
Medir el éxito de una serie de televisión era mucho más fácil hace unos años. El sistema de audiencias, aunque tenía sus trucos y sus interpretaciones, al final se basaba en criterios numéricos y, por tanto, objetivos. Pero tras ese dominio de Nielsen (o de Kantar en nuestro caso), Netflix impuso otro modelo de juego basado en la opacidad de las cifras: solo ellos saben cuántas personas han visto sus series (y, sobre todo, cuántas las ven enteras) así que la valoración del éxito o fracaso de un producto muchas veces depende de “sensaciones”.
Por supuesto, sin números auditados por una empresa externa, Netflix usa sus datos para vender lo que más le interesa, cuando y como quiere. Éxito sobre todo, claro está. Los millones de cuentas que ven sus series más populares (aunque cuentes como espectador solo con dos minutos de visionado) o las series y películas que se cuelan en sus rankings diarios en todo el mundo, una herramienta que introdujo hace unos meses en su interfaz y de la que muchas veces hemos puesto en duda su credibilidad.
Porque, aun suponiendo que sea cierto que esas son las diez series y películas más vistas del día en cada país, no sabemos a cuántos espectadores equivale esa entrada en la lista. ¿Hay diez personas viendo el producto que está en primera posición, diez mil o cien mil? ¿Es muy complicado coronar el ranking o una popularidad moderada te hace escalar puestos rápidamente debido a que los usuarios están muy diseminados entre las muchísimas opciones del catálogo? Dicho de otro modo, ¿sirve realmente el ranking de lo más visto de Netflix como un marcador de éxito?
Llegamos al caso de White Lines. La serie de los guionistas de La casa de papel se estrenó el pasado mes de mayo y no solo llegó al número uno en España sino también en muchos países como Reino Unido y se coló en las listas de media Europa y América, incluido Estados Unidos. Parecía el nuevo gran bombazo de Netflix, su último e imparable hit… Y ahora ha sido cancelada. Entonces, ¿era todo un espejismo? ¿Significa esto que colarse durante unos días en el número uno de los más visto es relativamente sencillo y que no tiene que estar respaldados por cifras de espectadores enormes? Ese es el quid de la cuestión y aunque no sabemos si el motivo de la cancelación es otro que nada tenga que ver con la audiencia, si lo dijesen tampoco tendríamos por qué creerlo. Es el doble filo de la opacidad de los datos.
Al final, quién esté arriba o abajo del ranking diario de Netflix nos debería importar bien poco. Es una mera curiosidad de la que no conocemos todas las reglas. Para valorar el éxito de una serie de plataforma habrá que tirar de otras cosas, como los estudios de Parrot Analytics, el volumen de búsquedas en Google que generan las series, su ruido en redes sociales… pero, más importante que todo lo anterior, si finalmente la renuevan o la cancelan. Si algo triunfa, no lo van a dejar escapar.
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