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Crítica: ‘El día de mañana’ es la revelación del verano

Oriol Pla, como Justo Gil. (Fuente: Víctor Bello/Movistar+)

¿Quién era Justo Gil? Ésa es la pregunta que El día de mañana aspira a contestar. La serie de Movistar+, que adapta una novela de Ignacio Martínez de Pisón, se cierra con varios personajes intentando describir al protagonista de la mejor manera que se les ocurre, y todos dan diferentes versiones, a veces contradictorias, de quién era ese hombre cuyos sueños de ser alguien le llevaron a cruzarse con la disidencia al franquismo y, al mismo tiempo, con los brazos ejecutores del régimen.

Justo es el gran enigma en el centro de la miniserie y, en manos de otros que no fueran Mariano Barroso, el guionista Alejandro Hernández y el actor Oriol Pla, probablemente podría haber sido también su peor enemigo. Es un tipo de pueblo, un paleto, que llega a Barcelona cuidando de su madre enferma (en una trama que, a veces, deja ciertos dejà vú a la película Despertares) y que para conseguir dinero para curarla no tiene ningún reparo en recurrir a la estafa. Ninguno. Porque a él no le parece que esté haciendo algo malo. Si luego devuelve ese dinero, ¿qué problema hay?

La huida hacia delante constante de Justo y su capacidad de negación de los problemas, más su habilidad para sobrevivir, causa todo tipo de ondas expansivas a su alrededor. La más notable es la que sufre Carme Román, joven aspirante a actriz que conoce Justo cuando acaba de llegar a Barcelona, y que se convierte en su primera víctima no sólo de uno de sus engaños, sino de su encanto. Porque Justo es simpático, divertido, promete que puede conseguir grandes cosas y es muy fácil dejarse seducir por él.

Aura Garrido, como Carme Román. (Fuente: Víctor Bello/Movistar+)

Pla interpreta a Justo de una manera en la que, aunque haga cosas despreciables, es difícil odiarlo. Muchas de esas malas decisiones están tomadas desde una buena intención (pese a que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones) y, en realidad, el embrollo en el que acaba metido es casi la única solución que le queda si no quiere pudrirse en la cárcel Modelo de Barcelona o, peor aún, morir torturado en los calabozos de la comisaría de Vía Layetana. Lo que termina siendo su talón de Aquiles es que la red de mentiras y traiciones que va tejiendo acaba atrapándolo a él también.

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Mariano Barroso ha comentado que la última década del franquismo no es más que el telón de fondo para contar la historia de estos personajes que buscaban sus oportunidades de salir adelante entre los resquicios que les dejaba la dictadura. Para Justo, eso implica ser confidente de la brigada social; para Carme, temer constantemente que le cierren el teatro donde representa Historia de una escalera, pero donde encuentra una manera de ganar cierta independencia. Sin embargo, que las circunstancias históricas tengan al mismo mucha importancia hace que El día de mañana sea más redonda porque, aunque la historia de Justo podría haberse contado de otra manera, que sucediera en esa Barcelona de manifestaciones de sacerdotes por la libertad, catalanistas clandestinos y de grupos organizados de ultraderecha es lo que le da su razón de ser.

El momento histórico en el que transcurre todo es importante porque sus personajes no se mueven en una burbuja. La hipocresía de las clases altas cercanas al régimen resulta fundamental para que Justo pueda medrar, por ejemplo, y sus actividades terminan pintando un fresco bastante amplio de lo que era aquella época.

El comisario Landa. (Fuente: Víctor Bello/Movistar+)

La estructura testimonial de El día de mañana (en cada episodio, un personaje cuenta a alguien que no vemos su experiencia con Justo durante un periodo muy concreto de tiempo) le permite diferenciar claramente sus episodios, y Barroso lo cuenta todo de una manera sencilla. No se enfatiza lo que no es necesario enfatizar para que sepamos qué estamos viendo. Por ejemplo, la entrada en escena del comisario Landa, con sus discos de Mozart y su rapapolvo a los policías a su cargo, podría ser el toque cómico (Karra Elejalde, a veces, parece una versión franquista del Gene Hunt de Life on Mars), pero su caracterización (esas gafas de sol oscuras) y su vehemencia a la hora de dar órdenes nos indican que Landa no va a ser ningún bufón, al contrario. Es alguien muy peligroso.

Pero hasta Landa es retratado buscando no quedarse en lo unidimensional. El cuidado en el dibujo de Justo se traslada a todos los personajes, sobre todo, los femeninos, con una Carme que, aunque no puede olvidar nunca a Justo, va labrándose su propio camino.

El día de mañana ha sido la revelación del verano en la ficción nacional porque, a priori, no parecía que otra serie sobre el final del franquismo fuera a aportar algo diferente, y sus seis episodios demuestran que esa era una preconcepción equivocada. Unos buenos guiones, una dirección experta y unos actores en estado de gracia (más una estupenda banda sonora, tanto instrumental como de canciones de la época) convierten la serie en un visionado entretenido, muy interesante y con algo que contar.

Las notas de Fuera de Series:

En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”)

Antes: 2,5

No conocía la novela original de Ignacio Martínez de Pisón cuando se anunció el proyecto y, de primeras, no me llamaba demasiado la atención. Tampoco había recibido tanta exposición mediática como otras series de Movistar+, por lo que no estaba pendiente de ella.

Durante: 4

Desde el principio, el modo en el que se muestra a Justo Gil atrapa. Es un iluso y un arribista y, al mismo tiempo, está enamorado de verdad de Carme y haría lo que fuera para curar a su madre.

Después: 4,5

‘El día de mañana’ utiliza perfectamente la época en la que transcurre para trazar las evoluciones de sus personajes, que son su gran punto fuerte.

‘El día de mañana’ está disponible en Movistar+.

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