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Crítica: ‘El método Kominsky’ echa el cierre a la escuela de actores acusando la pérdida de Alan Arkin

(Fuente: Netflix)

Esta crítica ha sido escrita tras ver completa la temporada final de ‘El método Kominsky’ y no contiene spoilers

¿Cuántos finales de serie hemos visto a lo largo de los años? Y de todos ellos, ¿cuántos nos han gustado o hemos considerado que eran un buen final? Ante el cierre de una ficción siempre nos encontramos frente a las mismas preguntas: ¿Me ha gustado?, ¿es coherente este final?, ¿por qué lo han hecho así y no como yo creía que iba a ser? Qué difícil se antoja que el final de una serie nos guste a todos, pero el listón para contentar al público se pone aún más alto cuando un actor que supone el 50% de la serie se va de ella. Y este ha sido el problema con el que ha lidiado en su último acto la serie de Chuck Lorre, El método Kominsky, que estrena su tercera y última temporada en Netflix el 28 de mayo.

Para entender lo que ha sucedido con la nueva temporada de El método Kominsky hay que echar la mirada atrás, hasta septiembre de 2020, momento en el que Alan Arkin, que coprotagonizaba la serie dando vida a Norman Newlander, decide abandonar el proyecto pocos meses después de confirmarse una tercera y última temporada. Esta noticia, que según fuentes cercanas no tuvo nada que ver con el COVID-19, dejó trastocados los planes que pudiera haber para la nueva temporada, pues sin haber allanado el camino durante los ocho episodios que compusieron la segunda temporada, los guionistas debían apañárselas para sacar a su personaje de la serie sin restar coherencia. ¿Cuál es el recurso más sencillo y rápido para quitar a un personaje de una ficción? Matándolo. El problema para la serie de Chuck Lorre es que matando al personaje de Norman lo que acabas consiguiendo es matar la esencia de la ficción. Todo lo que daba sentido a El método Kominsky era la amistad, las penurias, los dolores, las complicidades que sustentaban a estos Matthau y Lemmon de La Extraña Pareja, a estos dos veteranos de Hollywood: el representante y el actor/profesor. Sin Newlander no hay Kominsky.

Separada la pareja protagonista, el camino más lógico para la última temporada -pero no por ello el más adecuado- es el de dotar a la serie de un reparto coral en torno a la figura de Sandy Kominsky (Michael Douglas), convirtiéndolo en el centro de todas las historias que tienen lugar durante los seis episodios del tercer acto. El tono que adquiere El método Kominsky en su desenlace es menos deprimente y algo más naif, acercándose más a las clásicas formas de Lorre vistas en Dos hombres y medio y Big Bang Theory, aunque manteniendo parte de su esencia de dramedia.

(Fuente: Netflix)

En la nueva tanda de episodios, Sandy se enfrenta a la pérdida de su mejor amigo, el hueco que le deja en el corazón y, literalmente, en la mesa de su restaurante favorito mientras toma su Jack Daniels con Dr. Pepper. Sin embargo, no va a tener mucho tiempo para llorarle, pues ante sí tiene varios frentes con los que lidiar: ser el albacea de la herencia de Norman para que su hija y nieto (Lisa Edelstein y Haley Joel Osment) no se pulan el dinero, hacer hincapié en las enseñanzas actorales y de respeto a sus cada vez más famosos alumnos, organizar la boda de Mindy (Sarah Baker) y Martin (Paul Reiser), interpretar un papel que es la oportunidad de su vida, pero por encima de todo, retomar la relación con su ex, Roz Volander, interpretada por Kathleen Turner.

Precisamente sobre Turner y Reiser recae la responsabilidad de cubrir el delicado hueco que Alan Arkin deja en esta temporada. Si bien el personaje de Martin queda caricaturizado como un viejo calzonazos sobre el que verter los chistes fáciles, el personaje de Kathleen Turner y la relación con su exmarido se acercan más a la idea de la la pérdida, el ocaso de la vida y como rehacerse en una edad avanzada que ya viéramos en anteriores temporadas y que nos toca un poco más la fibra. Además, la consecuencia directa de su entrada como recurrente supone la inmediata salida de Lisa (Nancy Travis), la alumna-rollete de Kominsnky que no tiene cabida en la reestructuración de la historia, así como la salida del personaje de Jane Seymour, el nuevo amor de Norman.

Sin embargo, pese a que la serie de Netflix pierde gran parte de su esencia en esta temporada, no todo en ella es malo. Los diversos cameos de actores o directores interpretándose a sí mismos (Morgan Freeman, Barry Levinson o Jon Cryer) así como el cierre que se le da al personaje de Michael Douglas son bastante agradecidos. Como era de esperar, El método Kominsky se despide haciendo un paralelismo entre la interpretación de la muerte de un actor y la propia muerte de la serie. Y eso es lo que logra en sus instantes finales; una muerte digna, con respeto. Un final que tal vez sea una premonición o más bien el último deseo de su creador antes de la bajada final del telón.

‘El método Kominsky’ está disponible en Netflix.

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