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‘The Handmaid’s Tale’ tiene en Serena Joy a su arma secreta

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Serena Joy, en un flashback a su vida antes de Gilead. (Fuente: Hulu)

En la primera temporada de The Handmaid’s Tale, no era extraño que algunas críticas apuntaran que la serie era “maniquea”; Gilead era tan opresivo con las criadas, que el mundo de la serie se pintaba en brochazos gordos en blanco y negro. No era ése el caso. Desde los primeros episodios, cualquiera que prestara atención a lo que la serie nos enseñaba podía darse cuenta de que la clave de muchos aspectos la tenía el personaje de Serena Joy Waterford, la esposa del comandante en cuya casa sirve Offred.

El moño y el austero vestido azul le daban una imagen severa que se confirmaba en cuando abría la boca, pero también había detalles en su expresión corporal y en su cara que indicaban algo oculto, una frustración que iba más allá de que no consiguiera tener un hijo, o de que considerara a Offred poco servicial y hasta rebelde. Desde el principio queda claro que Serena contribuyó a hacerse la cama en la que ahora tiene que acostarse.

Es un personaje muy complejo, tal vez el que más de todos los que pueblan Gilead. La primera entrega nos deja ver que, antes de ser una abnegada esposa, Serena era una intelectual que escribía libros sobre su conservadora concepción del rol de la mujer en una sociedad aquejada de un grave problema de fertilidad, que daba charlas en universidades, que entraba un poco en ese refrán de “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”: sostenía que una mujer debía estar centrada en las tareas del hogar cuando no eran prioritarias para ella.

Yvonne Strahovski y Joseph Fiennes, el matrimonio Waterford. (Fuente: Hulu)

Lo que sí era fundamental era ser madre, un deseo que está en la base de todo lo que Serena trabajó para poner en pie Gilead. Sus ideas son la base de esa teocracia construida por hombres que se apropiaron de ellas y las ajustaron a la medida de sus privilegios de posición acomodada. El comandante Waterford era el fan número de uno de su mujer antes de Gilead, el que la acompañaba en sus charlas y la apoyaba para que publicara sus libros; en cuando él, simplemente por su género, pasa a tener más poder que ella, se aprovecha para llevarse el crédito y disfrutar unos elogios que, de otra manera, nunca habría conseguido porque, en este matrimonio, la inteligente es ella.

La ignorancia es la felicidad, se dice. Para Serena, no puede ser más cierto. Es tan consciente de que ella misma ha contribuido a verse constreñida por unas leyes que sólo le permiten tejer y dedicarse a la jardinería, que su frustración acaba estallando en esos actos de violencia repentina hacia Rita o la propia Offred. Su casa es la única parcela de autoridad que le queda, y la protege a toda costa.

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Serena se construye una armadura en la que justifica todos sus sacrificios en aras de ser madre. El deseo de tener un hijo puede llevar a algunas personas a tomar decisiones muy extremas, aunque poner en pie una dictadura fundamentalista se lleva la palma. Esa promesa es lo que mantiene firme a la señora Waterford, lo que justifica para ella todas sus crueldades, que su marido la trate como a una ciudadana de segunda, que su máxima aspiración en su día a día sea ir a visitar a otras esposas y hablar del tiempo.

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Fuente: Hulu

El único momento de la temporada en la que la vemos mucho más relajada, y con una mejor relación con Offred, es cuando redacta todas esas leyes mientras Fred está en el hospital. Serena necesita poner su mente a trabajar; si no lo hace, se pudre, se dedica a rumiar su situación, a preguntarse cómo permitió que esto le ocurriera a ella. La rabia y la indignación son el camino más seguro hacia el Lado Oscuro. Y también empiezan a carcomer su propia resolución de que ser madre es el fin último que lo justifica todo.

Las grietas se aprecian en la fachada de Serena. La jaula de oro está dejando de ser soportable. El dolor que le causa darse cuenta de ello, ser consciente de que, tal vez, ni la maternidad merece semejante sacrificio es el trago más difícil que debe asumir, y ni siquiera está claro que esté dispuesta a ello. Este texto se ha escrito sin haber visto el final de la segunda temporada de The Handmaid’s Tale, por lo que el destino de la señora Waterford se mantiene en el aire. ¿Acabará recitando aquello de que estaba ciega, pero ahora puede ver?

‘The Handmaid’s Tale’ está disponible completa en HBO España. La primera temporada se está emitiendo los martes en Antena 3.

marina

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