Victoria Hamilton es clave en el gobierno que protagoniza ‘Cobra’. (Fuente: Sky)
Salta de serie en serie, dando vida a senadoras, reinas consortes y demás mandamases. Pero siempre regresa a las tablas como al oxígeno que respira, porque Victoria Hamilton es una actriz británica de raza. Con su diminuto cuerpo hundido en un rocambolesco sillón que la acerca un poco más a la Isabel Bowes-Lyon a la que insufló vida en The Crown, la intérprete habla a Fuera de Series de su papel en Cobra, la serie del guionista Ben Richards que Sky acaba de estrenar.
En su cálida cercanía está escrita con letra grande la explicación a su reciente interés por explorar la intimidad de grandes y poderosas figuras públicas de su país, reales o imaginadas. “¿Qué haces cuando tu país te necesita y tu familia también?”, se pregunta la actriz. Una parte importante de lo que es ser mujer hoy en día, según Hamilton, es la conciliación y ese multitasking al que se ven empujadas las trabajadoras. La peculiaridad de Anna Marshall, su personaje en Cobra, es que debe coordinar esa vida familiar con una crisis energética que ha asolado medio mundo.
Interpretaste un papel en Deep State que también estaba tomando las grandes decisiones y moviendo hilos, como el de Cobra.
Ella [la senadora Meaghan Sullivan de la serie de Fox] estaba en un peligro mucho más directo que Anna, pero es cierto que hay algunas similitudes. Es una mujer en una posición de poder, que pelea para que la tomen en serio; que lucha por mantener esa posición y no abandonar sus valores, cuando en realidad todo el que la rodea lo hace. Creo que se parecen en lo fácil que sería para ambas, llegado cierto punto, simplemente largarse o tomar la vía fácil. Pero ninguno de los dos personajes hace eso; ambas están comprometidas con la opción más peligrosa.
¿Te sientes cómoda en ese tipo de personaje, entonces?
Sí, me encanta. Estos papeles no se escribirían para mujeres de mi edad hace una década, sería absolutamente imposible. Así que me considero muy, muy afortunada de estar en la cuarentena ahora: si fuera hace diez años, estaría interpretando a la mujer de alguien, y encima lo vería como emocionante. Creo que todo empezó con aquellos dramas daneses, Borgen, Forbrydelsen y demás, en los que podías ver mujeres de cuarenta años que no parecían todas iguales porque no tenían todas el mismo cirujano plástico. Interpretaban a mujeres muy reales, con una sexualidad femenina verdadera, que creo que no se ha mostrado en pantalla durante décadas.
Llegado un punto, te ofrecían papeles de mujeres en posiciones de poder, pero solo podías ser una tía dura. Eras la jefa de policía o llevabas una gran compañía, pero el único interés en que esa mujer estuviera ahí estaba en la propia posición de poder. Y para ser ese tipo de personaje tienes que ser muy mandona… Básicamente, era como interpretar a un hombre, en mujer. Y ahora, de repente, hay papeles extraordinarios para mujeres de 40 y 50 años que tienen carreras, vida sexual, hijos… Aún estoy un poco en shock, la verdad, porque me pasé los veinte y los treinta oyendo que debía apreciar aquellos papeles protagonistas, porque eso se iba a acabar. Pero siguen aquí, y es fenomenal.
¿Cuál es la razón? ¿De dónde sale ese cambio?
No sé dónde empezó. Recuerdo ver estas series y pensar que era algo rarísimo. Una mujer llevando el protagonismo, interpretando a una política de alto rango, y veíamos su matrimonio, su vida sexual y sus hijos, ¡y no tenía veinticinco! Supongo que en el mismo instante en el que una persona se atrevió a hacerlo, todos los demás guionistas pensaron que ellos también podían. Creo que después ocurrió todo lo de Weinstein y este nuevo movimiento feminista. De repente, estamos en un momento en el que, si no pones mujeres en posiciones de poder, se te mira como si no fueras suficientemente políticamente correcto.
Hamilton es consejera del Primer Ministro, interpretado por Robert Carlyle. (Fuente: Sky)
No me malinterpretes: creo que es maravilloso que se estén escribiendo estos papeles, pero también pienso que está ocurriendo lo que siempre pasa cuando hay un gran cambio creativo y cultural. Ahora pongo alguna serie en la televisión y todas y cada una de las posiciones de poder las ostenta una mujer, y no te lo crees. Así que la situación tiene seguir equilibrándose adelante y atrás hasta alcanzar un lugar más natural. Pero doy gracias por ello; fuese quien fuese el o la guionista que se atrevió a hacerlo la primera vez, le estoy enormemente agradecida, porque se está convirtiendo en la norma.
¿Por qué esta fiebre de la política británica en las series?
Creo que lo que está ocurriendo en este país es aterrador. Hay un bajón genuino en la opinión que tenemos de nuestros políticos. Cuando miras las redes sociales, ves cosas de ellos que antes solían mantenerse en privado; pero ya nada lo es. Así que cuando alguien toma una posición de poder, lo sabes todo sobre él. Hay cierto desdén por cualquiera que quiera meterse en política, lo que me asusta, porque necesitamos políticos, pero la gente simplemente ve políticos narcisistas, que obedecen a sus propios intereses en lugar de al país.
Por eso tengo ganas de ver cómo responde la gente a los políticos de Cobra, porque muestra a un primer ministro al que miro y pienso que quizá no votaría a su partido, pero querría a ese tipo de persona llevando el cotarro. La última figura que recuerdo que levantase ese gran sentimiento en la gente es Tony Blair, al principio de su legislatura. Se creía en él, en su misión, y en que esa misión era para la gente. Desde entonces, no hemos vuelto a tener algo así.
Ben Richards ha adoptado prácticamente todas las perspectivas posibles sobre el funcionamiento de las instituciones británicas, pero esta es la primera vez que el mensaje sugiere un apoyo a los políticos. ¿Cómo crees que se recibirá eso?
Va a ser fascinante, porque en ningún momento se dice que el gobierno de Cobra es un gobierno Tory [del partido conservador británico], pero es bastante obvio que lo es. Y será muy interesante ver cómo la gente responde a esa clase de líder. Cuando yo veo la serie, pienso que ojalá tuviéramos líderes como esos. Ahora veo a Theresa May y me pregunto cómo será cuando llegue a casa y cierre la puerta; si se romperá, porque no puede ser posible soportar esa clase de presión y que no te afecte. Me encuentro a mí misma preguntándome cómo son esas personas cuando se apagan las cámaras, y me hace pensar en el valor de los que toman estas decisiones.
El guionista Ben Richards pone al país en jaque. (Fuente: Sky)
¿La televisión se ha visto en el Reino Unido como una plataforma cultural menor para los intérpretes? En España, durante mucho tiempo, los actores de cine desdeñaron trabajar en la pequeña pantalla.
Cuando yo aún estaba estudiando, las escuelas de interpretación se enfocaban completamente en formar para el teatro, y no se trabajaba con cámaras en absoluto. Eso es algo impensable ahora. Cuando me gradué, todos los actores a los que admiraba habían hecho diez años de teatro clásico antes de ponerse con cualquier otra cosa; Judi Dench y esa gente. Hice lo mismo y luego me pasé a la televisión, en un momento en el que pervivía este extraña idea esnob de que si eres una actriz de teatro actúas a lo grande y la pantalla requiere algo más reducido, así que no serías buena ahí. Llevó mucho tiempo convencer a la gente de que los intérpretes pueden hacer las dos cosas.
Además, esto de que las estrellas de cine hagan televisión es algo de hace siete u ocho años, no más. Se hacía teatro y televisión, y cuando conseguías saltar al cine, no volvías jamás a la tele; habría sido visto como un paso atrás. Pero ahora, los grandes actores de Hollywood hacen los mejores papeles de la televisión, porque pueden interpretar personajes enormemente complejos durante diez episodios y que se vea en el mundo entero. Hace veinte años, si hacías algo para BBC, solo se veía aquí, no era global. Por aquel entonces, habría sido imposible ver a Benedict Cumberbatch hacer series entre sus películas. Jamás. Su agente le habría dicho que era un suicidio profesional.
¿Es algo genuinamente británico intentar entender cómo funciona el país a través de la creación cultural? No verás muchas series sobre la corona o el gobierno español.
Creo que llevamos atravesando una crisis de confianza desde que perdimos el imperio. Eso de preguntarse quiénes somos y por qué nos comportamos así es una cosa muy británica; especialmente cuando tenemos esa institución casi ancestral que es la corona. Si un alienígena aterrizara en el planeta y le dijeras que hay un país en el que vive una familia que ni siquiera es de ahí, pero que son desorbitadamente ricos y todo el mundo los reverencia, sonaría demente; pero es nuestro país y nuestro legado. Simplemente, creo que nos encanta estudiarnos e intentar entendernos, particularmente en momentos de crisis, y el Reino Unido no se siente muy bien con lo que es ahora mismo.
Tenemos un montón de preguntas sobre qué significa ser británico: ¿es una cosa buena o mala? Esto siempre empieza con un guionista en concreto; como Peter Morgan y su fascinación por la monarquía. Y es muy interesante ver en qué se ha convertido una serie como The Crown: cuando empezamos a rodarla, todos nos preguntábamos quién querría ver aquello, y entonces se convirtió en lo que es ahora. Creo que, como país, nos cuestionamos quiénes somos de todas las maneras, creativamente, políticamente… Y eso se refleja en las series que se escriben. ¿Quién más debería estar haciéndose estas preguntas sino los que cuentan historias?
‘Cobra’ se estrena hoy en Sky España, con dos nuevos episodios cada semana.
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