Esta crítica se ha escrito después de ver la temporada 3 de ‘Vida’. Contiene spoilers.
Hace unos días, Mo Ryan publicó en Vanity Fair un artículo en el que reflexiona sobre las consecuencias de la tendencia de series con menos temporadas y que estas sean más cortas. En su texto plantea que si esta hubiese sido siempre la norma, nos habríamos perdido los mejores episodios de series como Breaking Bad, Perdidos o el musical de Buffy, por poner algunos ejemplos. Eso es lo que nos ha pasado con Vida.
Aunque el ecosistema de producción actual permite que haya espacio para series -como la creada por Tanya Saracho- que hace una década habrían sido impensables, en la mayoría de los casos estas historias tienen tan poco recorrido que no tienen tiempo para dar lo mejor de sí o de explorar varios caminos para sus personajes. Al menos, nos queda el consuelo de que el equipo de Vida supo con antelación que esta sería su última temporada y pudo preparar su despedida.
Con solo seis episodios para cerrar la historia, es inevitable pensar que si hubieran tenido más tiempo se habrían desarrollado más algunas situaciones, como las denuncias contra las redadas de la policía de inmigración, el conflicto entre religión y homosexualidad en la cultura latina, la misoginia que sufrió Mary en su familia, los problemas de Lyn con su novio y su suegra, las conversaciones sobre estereotipos, prejuicios y el uso de pronombres no binarios alrededor de los eventos queer del bar… La serie necesitaba marcar muchas cosas en la lista de temas de los que quería hablar y, al hacerlo, se sienten apretujadas y apresuradas, pero no podemos decir que no aprovecharon hasta el último minuto.
(Fuente: IMDb)
Aunque todo queda abierto, porque la vida continúa, la serie le da un cierre emocional a sus personajes principales. Mary consigue que su hermano entienda cómo se ha sentido siempre y encuentra un altavoz para desarrollar su activismo en un lugar que la valora, Eddy, por su parte, aprende que no está sola, que no todo es rechazo y violencia, y que cuando esté lista podrá disfrutar del cariño de una nueva relación.
Aunque Emma y Lyn estuvieron la mayor parte de esta entrega siguiendo caminos separados, fuimos testigos de sus propios viajes de autodescubrimiento y aceptación, tuvieron la oportunidad de cerrar las heridas traumáticas de la infancia, se reconciliaron con el legado de su madre y se escucharon la una a la otra. La última escena, a pesar de dejarnos con la sensación de que la serie aún tenía mucho que ofrecer, y de que queríamos seguir viendo a esos personajes, funciona muy bien como final. Y si lo consigue es porque para su resolución se centró en el corazón de Vida: la relación entre las hermanas.
‘Vida’ está disponible en Starzplay.
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