Paquita y Magüi vuelven a las andadas. (Fuente: Netflix)
La música siempre ha sido uno de los puntos fuertes de Paquita Salas. Por la serie de los Javis han desfilado voces de todo tipo, desde Georgina hasta Olé Olé, pasando por Rocío Jurado. Pero la banda sonora no solo ha acompañado a la ‘repre’ de los torreznos en su periplo por y contra el audiovisual español; también ha servido para fijar cómo entendemos al personaje y su historia.
Esta tercera temporada, que Netflix estrenó hace una semana, no podía ser menos: las canciones vuelven a conformar una estructura que refuerza o matiza las emociones de los momentos clave de la serie. Por eso, en Fuera de Series hemos querido analizar cómo la historia se cuenta una segunda vez en la banda de sonido. Aunque algunas tenían que quedarse fuera (ese Cuando zarpa el amor…), aquí está la guía para entender esta nueva temporada de Paquita Salas a través de sus canciones.
‘¡Ay, Paquita!’ — Isabel Pantoja
Y entonces la familiar cabecera de la serie te atiza, pero con sonidos totalmente nuevos y a la vez casi ancestrales. Escrita por Alberto Jiménez de Miss Caffeina, la tonadilla inicial de la serie es importantísima en cada temporada, tanto por cómo da forma al personaje de Paquita en el momento en que el se encuentra (recordemos la cabecera flashback de Sergio Dalma) como por la manera en que inserta algo tan popular como la serie de los Javis en la cultura. De Miss Caffeina a Rosalía, y acabamos en la Pantoja: esta es la Paquita más Paquita.
‘Dinamita’ — La Bien Querida
Las grandes fiestas son así. Un día estás en la peluquería escuchando a dos vecinas hablar de Matadero y, antes de que te des cuenta, vas en una limusina con Macarena García y Cayetana Guillén Cuervo pegándote la farra padre en medio de Madrid. Eso le ocurre a Paquita: este es su viaje, a toda velocidad, de vuelta al ruedo; su viaje al bar donde por fin se medirá con su pasado, con su herida y con lo que cree poder llegar a ser.
También con un par de temas al principio y hacia el final de la temporada, La Bien Querida asume en esta tercera entrega, en cierto modo, el papel que tenía El Buen Hijo en la primera. “Voy a tomar el camino equivocado, voy a salirme de la trayectoria…”: las alusiones a la conducción son claras, pero no se quedan solo en este viaje. La música y el escenario dibujan una analogía importantísima entre este y aquel otro viaje devastador que Paquita y Maca hacen en coche en el primer capítulo de la primera temporada. Pero las cosas son distintas aquí: están liberadas, dejándose llevar hacia el huracán.
‘Cadillac solitario’ — Paquita y Macarena
Y este es el huracán. El viaje de este primer episodio prometeico (que Concepción Cascajosa Virino analiza mucho mejor en este hilo) concluye en la gran actuación final. Además de la aparición sorpresa de un pianista muy especial, esta canción es relevante por la carga emocional que se libera aquí, pero que viene arrastrando desde el principio del episodio. Cuando Maca está llorando por su ruptura con un rockero en el baño de los Goya, Paquita intenta consolarla diciéndole que Loquillo fue su novio y le dedicó una canción.
Esa canción es esta, Cadillac solitario. Que el barcelonés la escribió para ella (el compositor real es Sabino Méndez) quizá sea verdad dentro de la serie o quizá no. Porque Paquita está dispuesta a cualquier cosa por sus actrices; incluso cuando ya hace mucho que dejaron de serlo.
Y eso hace al tema tan importante, porque no solo la cantan juntas, borrachas en un karaoke; sino que Maca la deja sola de nuevo, ahora sobre el mismísimo escenario. Y Paquita, una vez más, se crece. La pasión, el gran tema de este episodio (y que, en realidad, atraviesa toda la serie), es la gasolina de Paquita. “Porque si no sientes pasión no cruzas autopistas, ni saltas vallas, ni haces nada”.
‘Lagrimas de mármol’ — Joaquín Sabina
Así llegamos a un episodio dos que condensa una de las reivindicaciones más claras y potentes de toda la serie. Después de una polémica armada alrededor de que Lidia San José interprete a un personaje trans en un cortometraje, ella y Paquita acuden a la sede del COGAM. Allí, la actriz trans Laura Corbacho da un buen repaso (crudo, sí, pero edificante) a Paquita sobre la violencia estructural a la que está sometido un colectivo de cuyas proclamas la ‘repre’ sabe poco o nada.
Corbacho, que también apareció en un doloroso episodio de Terror y feria (la serie de Benja de la Rosa que produjeron los Javis), pronuncia una de las grandes líneas de esta temporada: “Una actriz que no trabaja es una superviviente”. La frase, que pone en marcha el tema de Sabina, va mucho más allá de la trama del episodio; conecta con una Paquita dispuesta a renovarse, a revisar sus prejuicios para que este nuevo-nuevo comienzo no sea igual que los anteriores.
Su uso en una trama como esta, además, resignifica la propia canción para llevarla a otros espacios que quizá ni el propio cantautor tenía en mente. Toda esta bola de nieve conecta con las palabras de Ambrossi, que se pregunta dónde está el límite de lo romántico, si “hay que seguir luchando toda la vida o parar y buscar otra cosa”. El creador mantiene que “la gente conecta con lo de buscarse la vida, Paquita es una superviviente como los niños de la crisis”.
‘Baila morena’ — Héctor & Tito, Don Omar y Glory
No todo iba a ser llorar (porque con Paquita Salas se llora y mucho). También hay jarana, y no hay canción más jaranera que Baila morena. Si la bailas en una fiesta privada repleta de estrellas y bajo los efectos de más de una sustancia, como le ocurre a Magüi, el desfase está asegurado.
Pero, además de lo divertidísimo que resulta el montaje del personaje desmadrándose junto a caras tan conocidas, la escena tiene un fondo crucial para esta temporada. La potencia del reguetón de principios de los 2000 es más que el perreo por el perreo: es la revolución contra los estirados códigos que le imponen a Magüi. El personaje, constreñido desde hace dos temporadas, solo encuentra una vía de escape en la ruptura total, psicotrópica y electrolatina.
Aunque con un trabajo nuevo en B-Fashion, la exayudante de Paquita tiene en ese mismo episodio (después de traspapelar un vestido) una escena de reprimenda de manos de Bárbara Valiente que se recoge en los mismos planos que aquella riña por el spam de la primera temporada. Aunque hay oficina nueva y jefa nueva, el cambio no ha sido un avance para esta Belén Cuesta cohibida: hemos ido dos años atrás. Y Magüi explota. Y vaya que si explota.
‘Tan pequeñica y sincera’ — Amaia Romero
¿Qué decir de la jota de Amaia? “No crean que tengo miedo, que me atrevo con cualquiera”, canta la pamplonica mientras Paquita se enfrenta a los periodistas, a sus propias mentiras y errores y al destino inescapable que le aguardaba en esta temporada. La canción es impactante, pero cómo entronca con el relato del episodio es algo superior.
Bailes regionales, capítulo del que Álvaro Onieva sacó unas lecturas lorquianas alucinantes, maneja un imaginario muy español, de símbolos que atraviesan nuestras identidades. La jota de Amaia rima con otros tantos elementos tradicionales que van punteando la estructura de este regreso al pueblo: al comienzo, lo primero que vemos es un campanario, una plaza de toros y las banderillas de las fiestas locales; y hacia la mitad tenemos a Paquita, su vecina y la hija de esta bailando una jota que anticipa lo que nos regalará Amaia después.
Una vez la ganadora de OT ha terminado de cantar, su voz casi se solapa con el temazo de Miranda!, Fantasmas, que barre todo ese polvo viejo con su paisaje sonoro electrónico mientras Paquita y Clara se enfrentan a lo que han sido y a lo que verdaderamente son; abriendo persianas y cortinas, llevándose los ataúdes, retirando crucifijos de las paredes y dejando que entre por fin la luz.
‘5 deditos’ — Belinda Washington
Y, una última vez más, no todo iba a ser llorar. Los Javis, antes de cerrar esta maravillosa temporada de Paquita Salas, vuelven a recordar al espectador que aquí hemos venido a disfrutar. No solo a pasarlo bien, sino a vivir con alegría y como queramos. Y por ahí van los tiros de El dedo de Belinda, más que probable canción del verano.
Este sosias de El polvorrón de Leticia Sabater es clave para acabar de definir al personaje de Belinda Washington, que no solo se sobrepone al escarnio público al que la someten los medios y las redes sino que da la vuelta a su situación. Con El dedo y lo que la canción implica al final del episodio, Belinda se coloca de nuevo en una posición de poder que le fue arrebatada solo por vivir su sexualidad libremente, y que recupera para reivindicar ese derecho, de cara y sin mojigaterías.
‘Un veneno’ — C. Tangana y el Niño de Elche
Y llegamos así al final. Uno que podría ser el final definitivo, el final de los finales, aunque probablemente no lo sea. Y tenía que ser, cómo no, con C. Tangana. El rapero madrileño presentó esta misma canción, vaso de whisky en mano, en el Operación Triunfo en el que los Javis eran profesores, y dejó claro que esta es una canción sobre la cara oscura del éxito, la ponzoña de la fama y los focos.
El uso del tema en Paquita es casi de resistencia, como canción de cierre de un fantástico montaje que recoge a todos los personajes en su éxito personal para luego dejar marchar a Magüi y Paquita, juntas de nuevo, hacia el horizonte. Aquí el éxito sí es bueno, no venenoso. Pero la autoficción de C. Tangana (que es ficción, vaya) aquí es más oscura y viene de la mano del Niño de Elche, un vanguardista que acicala el pop domesticado del rapero. Porque los Javis son también ese C. Tangana borracho en LOS40 Music Awards, pidiendo más música urbana en la radio pop. Son esos “maricones amables” que han entrado como un meteoro en el mainstream.
La tercera temporada de ‘Paquita Salas’ está disponible completa bajo demanda en Netflix.
Crítica: ‘Paquita Salas’ juega con ficción y realidad en una perfecta temporada 3
La Paca, como la Pantoja que canta la sintonía de la serie, demuestra que es una supervivientefueradeseries.com