Durante las primeras temporadas de Juego de Tronos vimos a Sansa cometer muchos errores por los que era fácil juzgarla desde nuestro sofá. Ella misma los ha reconocido, y se ha disculpado por ellos. Pero, aunque los años han pasado en la serie, y en nuestra vida real, muchos continúan usándolos como argumentos en su contra.
Cuando la conocemos al inicio de la serie es una niña. No sólo una niña, es una niña inocente y (mal)criada para ser una princesa. A Sansa le enseñaron que si se comportaba y lucía de una cierta manera, su vida sería como le habían dicho que tenía que ser.
Sansa encajaba perfectamente en ese rol y lo asumió como suyo, no tenía motivos para imaginar que si se comportaba como la princesa que quería ser, si hacía lo que la sociedad esperaba de ella, no podría tener la vida que soñaba.
Cuando se destacan los personajes femeninos fuertes -odio la expresión, pero es la que tenemos a mano- de Juego de Tronos se piensa inmediatamente en Daenerys, Arya, Brienne, Cersei y/o Lyanna Mormont. Sansa no es ruda, rebelde o despiadada; no sabe luchar, no tiene espadas, fuego valyrio, ni dragones; pero Sansa es tan o más fuerte que cualquier otro personaje admirado en la serie, sea varón o mujer, ha sufrido todo tipo de atrocidades sola y ha encontrado la forma de sobrevivir, adaptándose a cada situación, observando atentamente y aprendiendo valiosas lecciones de sus enemigos por el camino.
No me malinterpretéis, en más situaciones de lo que desearía me gustaría poder subirme a un dragón, gritar ¡Dracarys! y quemarlo todo. Yo también encuentro atractivos y aplaudo los personajes femeninos de la ficción que encajan con ese arquetipo, pero identificar la fortaleza sólo con la violencia o la acción, pensar que una mujer sólo es fuerte cuando adopta actitudes (estereo)típicamente masculinas, sugiere que la feminidad es una muestra de debilidad. Y no lo es. Hay más de una forma de ser un personaje femenino fuerte, como hay muchas formas de ser mujer. No todas las batallas se ganan con espadas.
Y así como Arya, rechazando el rol de lady es una opción admirable, que Sansa decida, a pesar de todo, seguir siendo educada, delicada y femenina, a pesar de todos los traumas que ha tenido que enfrentar, también lo es. Sobrevivir a lo que ha sobrevivido, sin perder su humanidad en el proceso, demuestra lo realmente fuerte y poderosa que es. Puede que Sansa no sepa empuñar una espada, pero su resiliencia es un escudo más fuerte que el acero valyrio.
Con el tiempo, Sansa ha aprendido a no callar, sobre todo, cuando sus interlocutores tienen el hábito de no escucharla. Y, si antes era juzgada por ser una niñata, ahora la critican por demostrar seguridad y autoridad. Es una paradoja de la que no puede escapar.
Sansa ha visto a otras personas ser tratadas con crueldad, ella misma ha sufrido todo tipo de vejaciones, y en su lucha por sobrevivir ha estado siempre observando y aprendiendo. Entre otras cosas, ha aprendido a ser pragmática, a pensar en el día a día y que no sirve de nada pensar en grandes batallas si no puedes garantizar que te despertarás con vida a la mañana siguiente.
Mientras otros se preocupan por llevar a cabo sus venganzas, conseguir que hinquen sus rodillas ante ellos o destruir amenazas que vienen de otro mundo, Sansa está atenta a lo más obvio, a lo que pasa inadvertido: las necesidades básicas y elementales de los suyos. De los cuatro hermanos Stark, uno ha trascendido la vida real, otro siente la obligación de asumir una posición que no había pedido y la otra sólo quiere tachar enemigos de su lista. Sansa es pragmática, se preocupa por el día a día y entiende las reglas del juego.
Puede que no veamos a Sansa sentada en el trono de hierro; y esa no es su principal ambición, pero su sola presencia hoy en Invernalia, a pesar de todo, es una muestra de que lo que ha conseguido es tan notable como cualquier hazaña en el campo de batalla. Ha sobrevivido, ha crecido como persona y ha aprendido a distinguir entre lo verdaderamente importante de lo superficial y es algo que parecía imposible si pensamos en la niña que era. Es el personaje que más ha evolucionado en la serie. Es el mejor personaje de Juego de Tronos.
Quizá nos gustaría identificarnos con los que aparecen como poderosos y arrasan con todo, y con todos los que les han hecho alguna afrenta, pero ni vamos por el mundo liberando oprimidos, ni asesinando a los que nos han hecho daño, ni enfrentándonos en campos de batalla.
Si hay un personaje que nos representa en Poniente esa es Sansa Stark. Sansa no sólo es la historia de las mujeres de todas las generaciones que creímos lo que nos dijeron que necesitábamos hacer para ser felices, es también la de cualquiera de vosotros. Todos nos creímos que sólo hacía falta tener títulos universitarios para conseguir un buen trabajo, o que era sensato firmar una hipoteca a más años de los que habíamos vivido porque marcar las casillas de casa y coche es indispensable. Todos hemos tenido que negociar con lo que la sociedad nos dijo que deberíamos ser.
Esperamos no llegar nunca a una situación en la que nuestra supervivencia esté en juego, ni a tener que sufrir una mínima parte de lo que ha sufrido ella, pero si así fuera, ojalá tuviéramos la fortaleza de Sansa.
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