(Fuente: Netflix)
Esta columna hace referencia a una trama de la segunda temporada de ‘Sex Education’. Se han omitido nombres de los personajes para evitar spoilers.
La segunda temporada de Sex Education comienza con un montaje cómico de cinco minutos del protagonista masturbándose. Por escenas como esa y la premisa del consultorio sexual, muchos pueden pensar que la serie de Netflix es una gracieta alargada pero, a pesar de que el tono ligero no lo pierde nunca (ni debería hacerlo), los mejores momentos de la propuesta de Laurie Nunn son los más emocionales. Es al poner el foco en temas más serios, como la agresión sexual en esta entrega, cuando realmente brilla.
Gracias al MeToo, hoy disponemos de más herramientas críticas y tenemos a mano un marco teórico para nuestros procesos de deconstrucción, esto ha ayudado a que muchas situaciones que antes eran percibidas como “cosas que pasan” empiecen a llamarse por su nombre. Eso es lo primero que quiero destacar de esta trama en Sex Education, el uso correcto del lenguaje: se dejó claro desde el principio que la horrible experiencia que vivió el personaje fue una agresión sexual.
Puede que la persona que ha sido víctima de la agresión no la identifique inicialmente como tal, ya sea por desconocimiento o como un mecanismo de defensa, pero es importante que quien la escuche sea capaz de no minimizar su experiencia y que, como ocurre en la serie, la única pregunta realmente importante sea “¿estás bien?” y “siento que te haya ocurrido eso”.
¿Por qué Netflix España nos roba estos vídeos?
Como vimos el año pasado en Creedme, aquí también nos muestran que es vital que el personal de la policía que esté a cargo de estos casos tenga la formación y la sensibilidad necesarias para atender las denuncias. Es importante que se representen estas situaciones de forma positiva, pero lo es más que se trabaje para garantizar que ocurra así en la vida real.
La serie también acertó al representar las secuelas emocionales y psicológicas que dejan las agresiones sexuales; cómo un acto de unos segundos puede trastornar la cotidianidad de una persona. Y al mostrar la impotencia y la soledad que siente la víctima de una agresión cuando todos los testigos callan e ignoran lo que está ocurriendo, pero lo más bonito de todo fue el cierre que se le dio a la trama, porque “lo del autobús” en Sex Education no es lo que pasó en el tercer episodio, sino en el séptimo.
Esa escena es el mejor ejemplo de lo que debe ser la sororidad, un vídeo que debería ponerse de forma obligatoria en las clases universitarias de estudio de género y también en los institutos. Lo del autobús entra ya en los mejores momentos del año, porque nos enseña que un grupo de jóvenes que no son amigas, que ni siquiera se caen bien y que probablemente no serán íntimas a partir de ahora, son capaces de dejar a un lado sus diferencias para apoyar a la que lo necesita y ayudarla a recuperar un espacio que le ha sido robado. Qué bonita y necesaria es la empatía. Claro que estoy llorando.