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Dear Lucy:

Seguro que a estas alturas o en las alturas que estés, los oídos te estarán pitando de tanto revuelo como ha ocasionado la nueva película Being the Ricardos, como si tú no supieras lo que fue ser la mujer de Desi Arnaz y la polémica que se cirnió en torno a tu relación.

Yo voy a ser honesta contigo: ser la primera mujer en televisión que era jefa de una empresa de producción en la década de los 50 tuvo que ser un golpe de ego para un hombre más joven que tú y latino de sangre caliente, pero querida mía, el show ya lo decía: I love Lucy, en ningún momento lo cambiamos por I love Ricky. ¡Menos mal!

A toro pasado y 70 años más tarde, esto ha cambiado menos de lo que seguro esperarías, pero cuando veo un capítulo de esa maravillosa serie sólo tengo ojos para ti y para tu amiga Vivian Vance. El machismo superlativo de los personajes masculinos, hace que la ira me embargue y he decidido ignorarlos y sólo vivir lo divinas que estábais ambas en cualquier situación.

Impartiste un curso de comedia de treinta y dos semanas en el Instituto Bardin Brandeis y te citaron diciendo, ‘no se puede enseñar a alguien comedia, lo tienen o no lo tienen’. Una verdad como un templo que muchas veces no podemos admitir cuando suben a los altares a comediantes que no te llegan a la altura de los zapatos. Lucy, tú lo tenías.

No eras un actriz al uso, eras una cómica que no se valía de los diálogos sólamente, si no que todo tu cuerpo hablaba por ti. Eso no tiene precio y es complicadísimo encontrar alguna que se te asemeje.

Estudiaste con Bette Davis y ella se llevó los papeles que en su momento habrías anhelado. Yo doy gracias porque no te escogieran y encontraras el camino de la comedia que tantas risas han traído a la gente que ha seguido tu trayectoria.

Dijeron que no eras lo suficientemente bella para hacer determinados roles, sin embargo, yo te veo especialmente bella. Cuando alguien transmite felicidad, irradia una belleza incomparable a aquellas que podemos determinar como «flores sin aroma». Tú tenías aroma y estoy segura que olía a risas, felicidad y admiración. Las mujeres aún esperan poder alcanzar un mínimo de lo que tú conseguiste con mucho esfuerzo en un momento dominado eminentemente por los hombres y teniendo al lado a tu pareja sentimental siempre a tu sombra, nunca a tu altura.

Puede que no estés de acuerdo conmigo, que consideres que Arnaz era un gran actor y un amor maravilloso, pero I Love Lucy eras tú, sólo tú y siempre tú. Lo siento si esto te ofende, pero como fan y mujer te lo digo sin tapujos: no estaba a tu altura ni con tacones.

Tu vida fue asombrosa. Las series que hiciste sobrepasaron los 150 capítulos excepto una. Eso es un logro espectacular. La gente te adoraba y, hoy en día, se hacen películas sobre ti porque eres un modelo a seguir en este siglo XXI en el que nos cargamos de esperanza de poder alcanzarte y emularte. Hasta creaste el modelo de sitcom que aún mantenemos vivo gracias a ti.

No tengo un capítulo favorito de la serie que te dio el estrellato. Todos y cada uno de ellos me han demostrado la actriz cómica que eras y siempre han conseguido sacarme la carcajada.

Dear Lucille Désirée Ball, donde quiera que estés puedes quedarte tranquila, nadie ha conseguido pisar uvas como tú.

Always yours

Lorena Gil

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